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Mostrando entradas de 2022

Un abrazo

Alquitranes húmedos besan mis sketchers ya pasadas dadas de sí por miles de pasos. Unos andados, otros bailados. Otros que buscan algo. A veces, en estas noches como un pecíolo de hoja que, en otoño se resquebraja en silencio mucho antes de caer, mi ánimo, también se resquebraja. De mis ojos salen lágrimas  que son de aire porque la humedad la tienen el alquitrán y mis pasos y mi sudor y mis pasos. Y por la soledad de dentro de mis ojos no sale nadie. Muchísimas noches abrazaría el aire me devolvería el abrazo más amable el más tierno, el más gentil, y el más suave Pero es que de todo eso es demasiado el aire y se desharía entre mis manos de carne. Necesito un abrazo que sea tierno y terso y firme y sinuoso. Justo como el dibujo del resquebrajo de ese pecíolo qué está en mi ánimo. Un abrazo  que dibujara el resquebrajo pero en sentido contrario: que acabara de romper o reparase esa hoja. Un abrazo. Que me impidiera llorar o precipitara el llanto. O quizá a encontrarme o romperme con ot

La bandera

Cada vez que te abrazo, muchas cosas me pasan. Siempre mis manos a tus largos bosques se lanzan y cuando te acarician se enganchan en sus ramas. Bajo esas largas ramas siempre encuentran tu espalda. Planean en los surcos de tu piel, como emplumadas como sin peso, y aterrizan en tu piel de nácar. Y pecho y pecho. Mejilla y mejilla. Juntadas, tras del aterrizaje, como visagras. Como si en pulso y rubor se juntara el alma. y que los pulsos y rubores se contagiaran. El contagio, en un desliz voluntario, atrapa de improviso los pares de labios que, aunque escapan de la atadura del pulso y rubor, no se marchan. Y en un vaivén, los labios atados, se desatan y el aire vuela, vuela y vuela entre las visagras. Pero aunque vuela, cambia y baila, luego se apaga y solamente el silencio suena, labios en calma. Y al abrir los ojos, y reenfocar la mirada veo tu cara, el rostro precioso al que besaba. Ese rostro. Un rostro que es una bandera izada sobre el mástil de un cuerpo de una belleza franca. Un

Reescribir la piel

Amar de una forma  en la que uno ya no es amado es mirar el vacío en la montaña a la sólo tú has llegado y en la que solo tú estarás jamás.  Y por ello, reescribes tu piel. Decides si tirarte, desandar lo andado, o seguir solo en la montaña esperando encontrarte algún día a quien amaste en un sendero de amor diferente. Uno en el que tú no seas tú ni quien amaste lo sea ya. Uno en el que reescribisteis la piel. Siempre se reescribe la piel. Y reescribir es borrar tachar, olvidar e ignorar una parte de ti que ya estaba escrita, que recuerda cómo y con quien  escaló aquella montaña. Reescribir la piel es  borrar algunas cicatrices, tachar algunos amores, olvidar algunos planes, e ignorar algunos deseos. Reescribir la piel es reescribirse. Reprogramar cómo amas. No solo a alguien, al mundo. Es tener que amar diferente o dejar de amar. Es resignarse  a la necesidad de elegir cuando tú ya habías elegido. Reescribir la piel. Dejar que penetre en ella el agua con sal para deshacer las heridas

El origen del amor y la violencia

Endurecerse o morir. El dilema de querer mantener  el corazón abierto, y que el mundo te obligue a matar al tigre y usar sus colmillos y usar sus garras  para matar al resto. Y un día tú eres el tigre. La ley del que es más fuerte  no es la ley del corazón. El corazón que es puro,  antes de partir, comparte antes de atacar, ama, Pero siempre en algún momento nuestro corazón aprende a defenderse Y una vez atacó, ya no será igual. El miedo deforma el amor y justifica la guerra, decidimos atacar en vez de amar, por si fuera que alguien también decide  que va atacar primero. Y así lo grotesco, que es lo real, se impone ante lo bello, que es el mundo. El mundo y lo real no son lo mismo. El mundo es lo que es. Lo real es lo que hacemos con él. Y no sé tú pero yo no hago más que intentar crear burbujas de esperanza de belleza sin grotesco de calma con la esperanza de que la burbuja  se expanda de que la gente abrace su dolor de que me dejen a mí abrazar el mío y que me acompañen cuando lo hag

Esa negrura negra

"La mayoría de las cosas no son tan importantes" Porque cuando lo son acaban. Por no ser suficientes. Por, en ausencia del absoluto bien, ser el absoluto mal. Por miedo. ¿El miedo a qué? Contestar a esa pregunta haría innecesario este poema. La paradoja es que el miedo del que hablo es pura forma. Sólo acecha e impide la paz. Sólo provoca la guerra no inicia la guerra. Hacer daño, que me lo hagan. Necesitar ser libre de algo que no me atea. Necesitar echar el polvo de mi vida. Necesitar que me abracen, y que no me abracen, y que me dejen dejar, y que no me dejen, y que se vaya esta contradicción que duele, que solo resquebraja o rompe mi tan ansiada paz; que distorsiona mi mundo  y lo vuelve todo hostil; que me hace no ser yo, y no poder salir de mí, Morir por dentro poco a poco y matar a quien, por desastre, pase por aquí. Ganas de arrancarme la tráquea por sentir un dolor en ella tan intenso que si no pudiera llorarlo moriría anegado en la negrura de mi espíritu. Lo negro i

Amar al arte

El amor me salva del arte, de toda esclavitud numérica y de todo mandato algorítmico. Es mi salvoconducto a la paz, el antídoto un falso entusiasmo inducido por manos sin nombre, y que cataliza otro entusiasmo honesto y real, y que transforma. El amor me salva del arte aunque a veces viene del arte o por el arte o lleva al arte el amor me conecta con el mundo un mundo ideal de amor y cuidados que colma de esperanza un abismo de manos invisibles y números divinos que bien pudieran arrastrarme a la embriaguez de salir de la pobreza y al desánimo de no lograrlo. Pero yo estoy bien el amor me salva. Yo tengo el privilegio del amor El privilegio de saber que no me van a dejar caer. Tengo el corazón blindado de amor hacia un mundo que con todos es cruel. Pero no me puede salvar siempre. Saber pedir ayuda no es poder defenderse. Todo escudo puede romperse. Toda red, atomizarse. Toda inseguridad, disolverse. ¿Y si eso ocurre quién me salvará del arte? ¿Lograré que el mundo deje de vernos c

Te cuerpo de menos

Echo de menos el petricor de la habitación tras llovernos sobre las sábanas; dormirnos en su humedad y calidez, como si de una hoguera se tratara.  Echo de menos las formas de tu piel, esculpidas por la sinuosidad, sencillez y belleza del viento, por las que mis manos, como hojas, pueden planear.  Echo de menos tu sonrisa de niña, tus ojos de almendra dulce, tus labios de cera blanda, tu cuello de bailarina, y el campo de espigas del pelo de tu nuca, que al acariciar, acarician.  Echo de menos tu candor maduro, tu inocente inteligencia, tu espíritu de ave pequeña y alas inmensas.  Echo de menos cómo te maquillan tus ojeras, los ríos y enredaderas de tus estrías, tus glúteos de negra y tus senos de aguacate.  Echo de menos tu sexo, su laberinto de pliegues, su humedad que atrapa y cuida al mío cuando te lo guardas dentro.  Te echo de menos desde mi cuerpo, desde mi corazón. A veces ignorando el pensamiento. Echo de menos tu cuerpo, es decir a ti, y todo lo que tienes dentro. Cerrando la

Remos aconchados o La Lúna

Entre sales de conchas vivo que fueron antes de sal, conchas duras. Me embalsamas con corales rojiblandos  poblando mis aguas mudas para que me ampare la Lúna; y con esas arenas de brazos me acunas en tu almaternura; y como faro sin faro, ¡fareas luces como las de la Lúna! Y aunque acepto cada fotón reflejo especulado hacia mi nuca, confío en que no olvidas alumbrarte a ti las uñas que de rascar mis aguas y acunarme pueden salirte arrugas. No te acerques ni te vayas que los dos tenemos Lúna y aunque tengas más luz que sombra y yo más su cara oculta ambas son Lúna, y mueven aguas y ambos guiamos barcos, sin duda. Tú, por que aprendes deprisa. Yo, sabio que no aprende nunca. Y ambos en barcos contiguos, el mismo remo, y las mismas musas que nos inspiran a surcar las aguas y a beberlas sin beber torturas. Gracias por farear mi faro con poesía, con ternura que con amor los cristales y el agua se me jidisuelven en virutas. Imagen de flutie8211 en Pixabay  de Julio de 2019 ©Shathu Entayla

Valiente

Lo soy porque doy  significados raros a mis besos, porque amo raro y abrazo raro pero bello. Y algo ves en mí que te libera. Algo de esa extrañeza. Y te asombra tu comodidad, la facilidad, y mi franqueza. Y por eso me dices valiente. Me llamas valiente. Me lo llamas con ojos valerosos y me miras contagiada de esa valentía y con ganas de cambiar su propia vida. Me lo llamas con ojos hambrientos de lo que se supone que yo sé y no sabes; de lo que se supone que yo tengo y deseases. Me lo llamas con ojos fulgurantes por una chispa que doy para que tu alma te abrase y me quedo impregnado en tu piel y en toda nueva mente a la que saltes y en todas las demás pieles que toques y en todos los corazones que ames y es porque vuelvo tu alma un fénix y al renacer se hace brillante. Pero también me lo llamas con ojos vidriosos cuando esa valentía se extingue y anhelas anhelarla de nuevo. Pero ya tienes un secreto: te han surgido peros porque descubres que ser libre en verdad, te da miedo. Aún me lo

Para la gente a la que beses

Hay gente  que necesitas besar  muchas veces  porque el fin de un beso es  siempre  el principio de otro  que aún no ha venido. Hay gente que necesitas besar  muchas veces porque cada beso es siempre como estar en casa y ser querido. Hay gente que la besas y no vuelve (pocas veces). Pero dentro de ti es siempre un recuerdo vívido de haber vivido. Hay gente que la besas y no vuelve muchas veces y duele ver, porque es siempre ver al otro yendo a otros caminos. Hay gente  que la besas, te arrepientes y así siempre, muchas, o una sola vez. Siempre, y aunque no después, besar se quiso. Hay gente que la besas y no vuelve para siempre porque el mismo tiempo es siempre quien os ha llevado  hacia el olvido. Hay gente  que la besas y sí vuelve muchas veces, y despierta algo que es siempre algo que aun dormido era cariño. Hay gente que no besas y sí vuelve muchas veces, y se queda porque es siempre amor, aun siendo otro que el del inicio. Hay gente que la besas y sí vuelve. Pero, a veces. Y lo in

Fantasía lupina

En una noche de cielo marino oscuro y abisal con tenues nubes errantes rojigrises pardiblancas hemos dejado al Placer guiarnos haciendo de nuestra piel, lobas que derriten el hielo con sus patas de piel y vello, con correas al cuello. Someternos cuerdas a las cuerdas de su trineo. Cada gemido un camino en la montaña. Cada orgasmo un salto lupino esculpido en el hielo. Nosotras, las lobas, sometidas al Placer. En uno de esos saltos rompernos salir disparadas notar la brisa que se  choca  con el cuerpo antes de tocar el cielo y caer sabiendo que al caer  nos partimos en dos. Y que al hacerlo, al partirnos sin rompernos, sale humo denso casi líquido balsámico lúbrico y poderoso algo cítrico algo dulce y muy sabroso que disuelve el hielo alpino. Querer partirnos en dos y que cada parte vuele hacia el lado contrario y poco a poco aminore para aterrizar suavemente sobre el orgasmo. Cada loba un orgasmo cada gemido  un aullido cantado trazado en el aire. Orquestar los aullidos jadeando contra

Fórmula para un nuevo estado de la materia

Si el estado nuestro oscila entre gaseoso y sólido, y normalmente somos líquido, hay muchos estados intermedios. Uno hierve cuando se enfada pero efervesce al ilusionarse. Uno, líquido, entiende mejor y más entiende cuanto más caliente sin llegar a hervir. La tristeza por su parte es magmosa pero es solo su textura, porque es fría. La nostalgia es más fría todavía pero es más bien nebulosa. La alegría es plasmática.  Caliente. Fluida. Y eléctrica. Y se pueden hacer estados infinitos. La mayoría de estados no tienen nombre. Hay uno que me interesa en particular. Un estado entre líquido y sólido pero muy ligero y que, alrededor, emana un perfume con sabor a hogar. Este estado, si lo tocas es cremoso como un ungüento pero sedoso y etéreo. Al extenderlo por la piel se absorbería, pero nunca se pegaría Y el perfume huele y está caliente. Este estado es especial porque deviene  del amor sin objeto del amor que se irradia al mundo. Es el estado de la materia  del corazón encendido, de la vida

Pantano

Has cambiado. Como el pantano de San Juan Pero tú lo conoces más que yo y tú te conoces más. Yo sé por rumores que el pantano ya no es lo que era al igual que sé por tus gestos que tú no eres lo que eras. Eras impenetrable. Pero hay algo en estas paredes… en que estudiaste redes… en que vengan vecinos a casa… en que ahora pongas alarmas… hay algo en eso que te ha hecho más propenso  a sonreír a gritar menos. Sigues siendo servicial en demasía –pero eso forma parte de tu bondad– y con los años has encontrado –o quizá la tenías ya, insisto, no te he conocido tanto– una ternura que te da a veces brazos de madre y ojos de niño. Abrazarte es sentirse escudado. Darte una estufa en verano es a partes iguales reírme de tu desgracia –soy sincero– y acurrucarme en ese escudo. Han pasado muchas cosas y casas. Muchas casas y quesos. Muchas botellas de agua y también ordenadores muertos. Y más cosas que ni vi ni veré en los cuarenta años de experiencia que nos separan. Pero el hombre que veo y cuya

Singularidad

Creo que pocas cosas hay tan bellas como un refugio. En los refugios se está bien y el tiempo pasa rápido y pasa poco. Hay espacios que se habitan pero en el refugio uno es. Pero tú eres una clase especial de refugio un refugio que te responde cuando lo abrazas –sabes que con otros refugios al abrazarlos no he tenido tanta suerte–; un refugio caliente, pero sobretodo eres un refugio que se refugia. Y al refugiarme en ti que te refugias en mi que me refugio en ti y así sucesivamente en el bucle, al final, hay una singularidad que descubrimos que tiene nombre: amor. Por eso eres un refugio tan especial: literalmente, contigo, somos una singularidad. Imagen de ArtTower  en Pixabay NOTA CONTEXUAL: escrito como arranque, el mismo día que Variable, para una persona con unos ojos que ven detalles por todas partes.  de ©Shathu Entayla

Variable

Estás conmigo no desde hace mucho pero ya tienes en tu haber el privilegio de ocupar parte de mi pensamiento. Pero no lo ocupas en sí, no. No lo ocupas como alguien ocupa un espacio. Lo ocupas como la Relatividad que dice a ese espacio cómo moverse. Eres una variable, eso, una variable en mi pensamiento, algo que, aunque no piense, está ahí. Algo que si extirparan –del mismo modo que extirpando el corazón no encuentras la razón de los latidos– nadie encontraría. Estás conmigo tanto que estás en mí. Cada siete años se cambia cada átomo de mi cuerpo y yo no puedo afirmar  por tanto –como Teseo no podía hacerlo con su barco– que el que escribe el poema en siete años será el mismo  que está escribiendo; pero hay cosas que sé que no mutan, que devienen pero no mutan, y aunque no siguieras conmigo sé que seguirás en mí, pase lo que pase, cuando la mole de átomos que ahora escriben desaparezcan. Porque eres parte de lo que hace  a estos átomos devenir. Imagen de Mylene2401  en Pixabay NOTA CO

Poseidón

Me encanta que el mar,  inmenso hasta la astrofobia,  me aceche sutilmente,  tocando casi con vergüenza mis pies  con el borde de sus reinos.  Si creyese en un dios sería en el mar.  Solo algo así puede ser mi dios;  pura Potencia y pura Ternura.  Inmensas. Pero afortunadamente, no es Dios,  porque de serlo sería infinito,  y solo siendo finito podemos  tocarnos mutuamente nuestros bordes. NOTA CONTEXTUAL: escrito durante mi primera vez en Málaga, durante mi primer bolo de gira en teatro, en agosto de 2018.  de ©Shathu Entayla

Málaga

Málaga, que huele a espetos y arena,  que sabe a pan.  Blanco, en sus días de verano.  Tostado, en tristezas y calor.  Rayado, en las costumbres del día. Sus baldosines son de migas de sal,  sus palmeras, graciosos obeliscos  y entre la inmensidad de mar y laberintos,  de alcazabas, teatros, Gibralfaros... ese aire de manos de madre te abraza,  y con su alto vestido gris de plata, te tapa.  Para que brilles si disfrutas.  Para que lluevas si te amargas. NOTA CONTEXTUAL: de mi primera vez en Málaga, durante mi primer bolo de gira, en agosto de 2018.  de ©Shathu Entayla

Por una decisión acertada

Vivimos todas las tormentas. Todos los abismos oscuros. Todas las batallas. Vivimos mucho (Este tiempo verbal ambiguo me confunde.) Dejamos el hilo que enlazaba nuestra experiencia, nuestras vidas, para que volaran. Pero era solo una opción. “Volar juntos”. “Volar solos”. igual de válidas ambas con final feliz. Decidimos volar porque nos faltaba. Y entre las nubes creímos poder encontrar. Dije que cambiaríamos y estaríamos bien juntos. Dije que cambiaríamos  y estaríamos bien solos. Pero eran solo opciones ambas con final feliz. Ahora que veo vi que no faltaba volar sino los pájaros. Eras tú y era yo quienes faltábamos. Ahora que te vi volar y a mí solos porque eso decidimos. Ahora que hemos escogido la soledad y ahora que eres pájaro vi presente lo que pudimos ser. Somos el cambio que necesitamos para volar juntos pero ya volamos solos  (Este tiempo verbal ambiguo me confunde.) Ahora vi lo que pudimos ser y no seremos jamás por una decisión acertada. Qué parecidas eran las opciones. H

Mi ternura

Mi ternura es mi piel mi acceso al mundo (a veces, el mundo mismo). Mi ternura es mi grito visceral contra la muerte, mi celebración irredenta, irredimible e irrebatible hacia la vida. Mi ternura es mi agua, es mi paz, es mi certeza, es mi esperanza, en la guerra. Es como una metáfora: es antes algo nuevo que la expresión de lo inefable. Sin ternura  no tengo claro que exista pero, desde luego, no soy. Mi ternura  es más Jesús que Dios: es mortal y es rompible; y, como piel, puede desangrarse, y llenarse de infinita muerte: llenarse de muerte que crea muerte dentro de sí misma; como las paredes de un abismo que, al fracturarse, crea  abismos dentro de sí mismo fractalmente, fruto de la contradicción, eternamente. De vacío infinito se llena la ternura al romperse. De ese vacío emerge  el desamor y la violencia, el hartazgo y la apatía la culpa y el miedo, todos conviviendo contradictoriamente, armónicamente, destructivamente. Del vacío emerge  el abismo. Pero uno que no es la muerte (au

De lo ignoto a la fortuna

Algunas veces se sabe que no se sabe, y es bueno comprobar que no es en valde. Ejemplo: escribirte a ti  otra vez cuando ya sabes, que posees varios poemas de cuando escribía a mares. Pero ha tiempo que no escribo. Y, peor lo que se sabe se recuerda, que lo ignoto. Así que con un romance (que es más fácil que un soneto y práctico) a ti. mi madre. por tu cumple te regalo un poema. A ver si sale. Aquí viene justo el punto en que, ¿de qué te hablo, madre? Si de agasajos te cubro. Casi temo que te espantes de lo que te abrazo siempre. Te he dado las gracias antes por entregarme a la vida. Y también algún arranque tuve de temer tu muerte. En otros versos a cobardes desahuciadores insulto. Y en un poema sin arte super sayan te volviste. ¿Más puedo decirte, madre? Ciertamente colaboro poco en casa, y tú lo sabes. Yo sólo cariño os doy y vosotros hogares, paces, y comida, espacio y tiempo. Sólo poemas sé darte. A veces te los abrazo. Hoy tocaba recitarte. Yo siempre te quiero mucho y presumo d