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Mostrando entradas de marzo, 2014

Galia

El hielo se funde con la luna marchando El hielo llora, y llora, y llena el océano. Con el cielo enturbiado con el hombre acechando la luna no escucha ni un llanto de océano El agua era aceite y cristal de cobalto. Era belleza de vida. Era viento cantando. La tierra era fértil con sus plantas silbando entre olores silvestres y gorriones bailando. Soles bastos y poderosos se acercaban cada año por ver hojas de otoño hacia el suelo bailando. Eran flores sedosas no cárcavas naciendo. Primavera en verano no otoño en invierno. El viento era suave no piedras de cielo. Era viento la brisa no esparto o veneno El viento explosionaba sobre copas de árbol Era fruto de ventiscas; de las olas flirteando. El viento era viento no huracanes de dagas. El viento era viento no llanuras segadas. Miradas de hombres furtivos son lobos matados por ojos. Los pinos arden en montañas donde no se ven añojos. Los lobos

Un Espejo al Norte

Alguna vez te he dejado sola. Alguna vez te quedas mirando las olas con tu pesada brújula en la mano buscando lo ascético del norte mirando al norte en el horizonte Pero no quieres norte en el horizonte y justamente entre tú y yo, está derramado el norte. A veces desearía no mirar la brújula ni que tu miraras la que es tuya. Alguna vez seguimos allí, lejos viéndonos sólo mirando al espejo: un teléfono imaginario que no funciona, al menos con los ojos abiertos; con el norte en nuestro puerto. Alguna vez hemos caminado. Alguna vez incluso besado. Sí, cuando nos vemos, poco ¡Qué mal norte si nos queremos! ¡Qué mal norte! Nos queremos. La tierra es curva en la distancia y el mar amuralla la lontananza y cuando ambos nos miramos no vemos más que agua salada agua que al norte, está mojada. Mas, alguna vez, miro la playa y su agua es del norte, pero no nos separa Y te veo. Sin cuerpo ni adjetivos. A ti. Viendo una pequeña cara des

Noche

Mi piel de mar y arena. Tu piel de cielo y oscuridad. Desde mi playa y tu horizonte nos vemos siempre al mirar. Y veo una estrella ahorcada por mil besos de cristal que una vez fueron arena, y fueron a parar al mar. Mi arena se prendió fuego al ver el frío al navegar y decidí brillar en besos en el cuello de la oscuridad. Con los ojos de la playa vi una mirada horizontal que me quemaba en ceniza. Y rompí a fulgurar. Llegó la noche, para ambos y el cielo abrazó al mar Cubriéndolo y protegiéndolo hasta que volviese a solear. Y el paisaje tras un paisaje es sólo mezcla en oscuridad. Y cuando ven que se miran y ven la noche pasar la oscuridad susurra entre olas: "la constelación es mi mar".