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Mostrando entradas de enero, 2015

La experiencia binaria de un corazón humano

Una vela roja al lado de un ordenador con el Windows 7. Incienso y bits. Luz y translucimiento. Luz de día entra por la ventana dejando su rastro al atravesarme en forma de una larga sombra. Y la luz se balancea con una estela de humo. Entonces huelo el humo. Me encanta el incienso. Me quemo al intentar oler la llama. Se apaga la luz de día. El windows 7 recibe un error inesperado. Pantalla azul y apagón. Y la llama se aviva. Y se balancea. Me visto y me voy. Se me olvida apagar el incienso. Incienso sin bits. Me encuentro a mi madre por el camino y me dice: "Cómo me alegro de que, por fin, hayas despertado". Sonríe avivadamente. La llama de incienso se apaga. Recibo un error inesperado. Bajo mis ojos, pantalla negra y apagón. Mi madre llorando al repararme. Y se balancea. E intenta, de nuevo, despertarme.

Noche como sable de carmín

Y, de pronto, una noche las palabras hablan de vidas raídas. De reglas prohibidas. Y, de pronto, una noche veo que me ves en mi mientras te veo y aunque haga por entenderte; por saber cómo sientes. Aunque lo hagamos. No nos entendemos. Porque es imposible. Porque en ti hay algo que traspasa las convenciones; el sistema por el que funcionan las emociones. Mas aunque no te entienda, te entiendo. Lo único que nos permite hacer un intento de entendernos es la llave que abre el coche que dirige nos sentimientos y recuerdos llenos de subtexto. Derecho que nos hemos dado para guiar el del otro el coche y hacer por nunca extraviarlo. Y es que tú sientes de una forma. Y yo de otra. Pero podemos sentir lo mismo. Aunque nunca podamos llegar a revelarnos qué hemos sentido. Inmersos en una línea fina entre dos mundos. Uno tuyo. Y sólo tuyo. Y otro del resto. Uno tuyo. En el que estás condenada a ser tú misma Y el otro del resto. En el que, por naturaleza es im

La veleta quieta

He puesto ya muchos pasos en este sendero. Tantos que se han borrado mis huellas. Y cuando grito de rabia buscando con la voz una veleta que me diga hacia dónde va el viento, la veleta me contesta que no sabe qué es el viento. Y es una veleta. Y sigo andando por un sendero doloroso. Sin más que piedras afiladas. Voy llorando la sangre de mis pies. Esperando y deseando que ese camino sea el correcto. Pues al caer en una de esas piedras una vez, me quedé sin ojos, y tengo que guiarme por lo que escucho y por lo que toco. Pero nadie me asegura que vaya a haber nada al otro lado del sendero. O, al menos, nadie me asegura que vaya a llegar a salvo, y recuperar los ojos. Nadie impide que me ahogue en el mar de mi subconsciente y que cuando rebose de agua, caiga por mis ojos junto con la sangre de mis pies. Nadie puede impedir que me ahogue. Y hay que aprender a vivir ahogado, herido y sin ojos. Y, al final, puedes acostumbrarte. Un poco. Pero hay ocasiones en las que me gustaría que

Oda surrealista-futurista al smartphone (Ejercicio de estilo)

Vasto plano de cristal brillante cauterizada de piel de conciencias. Insertado en una concha plástica que guarda tus cibernéticas entrañas. Labertínticos alambres finísimos de estaño, aluminio y vanadio con litio entramados en una jaula retrizada con despampanantes, casi ebrios chipses ordenadérrimos repletos de inteligencia. Manglar de sueños sobre aguas reales. Ininteligible creador del sistema entendible de unos y ceros incorregibles que derrotan de la sociedad lo ineludible y te embriagan de intimismo hasta lo más hondo. Luces de cristal líquido que brotáis y respondéis a las llamadas de mis yemas al tocaros. Baúl de programas salidos de la nada que resguardan informaciones insondables. Sustancia de un palmo de superficie que en mi palma misma cabes y que fratificas, resquebrajas la realidad hasta lo inimaginable. ¡Oh tú, smartphone vicïante que traes la realidad de lo irreal que se derrama en un instante!

Soneto sobre el drama hostil de una tormenta en el inconsciente

Cuando sopla el viento de la ansiedad en mis corneas de aguas correosas mi corazón se turba bajo losas de pensamientos y angustia al azar. Y cuando el mundo me mira diabólico con sus corneas negras bajo el techo negro de noche, que acoge a mis grandes miedos las fobias disparan dolor vitriólico. Petróleo en mi cabeza son las noches. Ideas de ser cosas que no he sido y nunca seré, por lo que he vivido. Mas mi voluntad despierta esta noche Noche de vórtices desenredándose; por fin, dolor fatuo resquebrajándose.

Ingenio contra la vida

Hoy tengo ansia de pasado. Tengo nostalgia de recuerdos y me apetece escribir un quinteto. Un poema que no escribo ha tiempo. Desde que llamé falsos a los quintetos. Hoy tengo ganas de rimar. Pero no rimar como he rimado. Ignorando el primer verso usado y rimar sólo del dos al cuarto. Dejando al primero de lado. Hoy quiero experimentos. Me encanta probar cosas de nuevo. Me encanta descubrirme entero. Entraña a entraña, pelo a pelo. Desde el fondo de mi alma y anhelo. Hoy tengo ganas de ignorar. De ignorar con un feliz cuento. De dejarme, alejarme del firmamento de estrellas oscuras que siempre he puesto (aunque regrese a los quintetos). Hoy me apetece dar al pause y desconectar de mi propia vida olvidando. Haciendo que el Hoy escriba lo que le salga de la barbilla al separarse, hablando, de la coronilla. Hoy me apetece ser Yo. Cosa jodidamente irónica, ¡cómo no! Porque ni siquiera un Dios podría hacerme conocer mi Yo.