Aún te recuerdo triste. Llorabas medio pantano y el otro medio venciste en silencio. Sin gritarlo como clamaban tus labios. Mas son de nácar tus labios. Son labios de nácar blando. Nácar, porque siendo opaco bajo el brillo brilla tanto. Blandos, porque son labios de labios enamorando. Y siempre brillan amando. Y yo te veo. Te he mirado llorando, sufriendo, brillando. Brillando a mí: ¡Y tú a nado ahogando con rejas de esparto, (las pardas de mis labios) dolores enamorados! ¡Y sangra tu nácar llantos de esparto¡ ¡Placen me amando! ¡Labios! ¡Escuchadme, labios!: ¡A mi! ¡A mí estás brillando! ¿Os dais cuenta, labios? ¡A mí! ¡A labios de esparto! ¡Rejas negras son mis labios! ¡A mí! ¡A mí estás brillando! ¡A mí! ¡A mí me han besado esos nácares blandos y tus nácares le has dado! Y, ¿sabéis qué, bellos labios? ¡Que se han quedado en mis labios mezclándoseme al esparto! Y desean llorar tanto como esos tus ojos pardos antes verdes. Antes cuando no te veía llorando, excretando en un pantano de
Un blog de escritura. De letras que vuelan y no saben adónde. Pero te digo de corazón que todo tiene alma aquí.