Hoy os he sentido en sus besos, en su piel, su amor, su deseo. Os he echado, a las dos, de menos en su cuerpo. Hoy me ha cuidado alguien a quien aún ni quiero. Que podría querer pero, ahora, no quiero. Ella es vuestra amenaza de papel, que solamente os corta por un lugar, que es el más improbable: la parte fina. Y duele como un grito. Pero ella es de papel. Sólo papel. Y resulta que, vosotras dos, adalides del amor sincero, tiráis vuestros timones al suelo y mientras, yo remo esta carabela a dedo sin poder hablaros sobre el vendaval; sobre las magulladuras de mis manos y las yagas de mis dedos por la sal; ni sobre ese sol que, a veces, amanece y compensa con calor la tempestad. Condenado al silencio funambulando miedos (que, ni míos, ni lo fueron) me encuentro. Si os hablo: mal, porque os duelo. Si no hablo: mal, me veneno. Y, aunque no quiera reconocerlo, a veces, me alivia más su fuego que ni me calienta, ni lo espero. Su fuego es intenso pero mortal. El vuestro, por ser vivo, lo pr
Un blog de escritura. De letras que vuelan y no saben adónde. Pero te digo de corazón que todo tiene alma aquí.