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Mostrando entradas de diciembre, 2015

El eco de lo que arredra o La rima libre

Necesito desesperadamente construir un poema libre. Un poema sobre mí, de mí. Es decir, un poema de vida. Un poema. Un poema. Otro más que añadir a los ojos y quitar de la boca del estómago. (Pausa intensa. Ingreso en Oniria.) Yo, viajante: Telegrama: “¡mamamama!”. Mágicamente telúricas, astilladas, asqueadas, hastiadas pisadas. Hasta aquí Quizá pueda Dar pasos Hostias por camino Inocuo. ¡Cuore! ¡Oremos oscuros salmos mostros de alma   manchada y sagrada! Dádivas Bastaron. Honores. Es esperpento todo eco. (Eco, eco, eco,…) Comiendo rimas Masticadas asticadas, asticadas. Asiendo el tiempo poderoso sobre la libertad, admitidamente en tenida atada.                 (Pausa. Pensamiento volando.) ¿Libertad tenida atada, comiendo rimas masticadas? (Pausa. Pensamiento decidiendo.) No puedo rimar. Quiero un poema libre Y rimar no es   libre, ni justo. Rimar

Una hoja de papel papel

Una hoja de papel papel y no fiera. Fuera así aquel papel en que escribiera. Y no se fuera. Una hoja de papel papel y no madera. Fuera suave aquel papel en que escribiera. Y no se fuera. Una hoja de papel papel. Papel de estrella en una almena fuera el papel papel. Así pudiera desde fuera del castillo verlo arder en su brillo, en su tinta. Verlo volar como una encinta mujer que va a la vida de un futuro hijo o futura hija sin rostro, voz, ni cuerpo en el que cree. Por encima de morir por él. Por encima de la almena donde viera la luz del papel papel en que te escribiera. Rota está la punta fina de mi boígrafo. Rota desde que escribí en tu papel y lo atravesé. Tan fuerte que voló hacia aquella almena. Como un alma hacia una estrella sin el vicio de morir. Aunque está lejos de la tierra en que la vi partir. Lejos de mi. Una hoja de papel papel estrella me mira con amor furor, que no deja de ser amor. Amor me guarda en su brillo de estrella

As de espadas

Miré a la puerta de mi armario que parecía moverse sinuosamente. En él escribí: “Y tú, ¿qué eliges cuando tienes que hacerlo? ¿Lo necesario, lo bueno, lo correcto, lo bello, lo apetecible,…?”. Era una frase que escuché en una película y pretendía que me hiciese plantearme qué me pongo abriese el armario. Me parecía guay, sin más. Curiosamente cuando acepté jugar a ese juego de cartas no me percaté de qué era lo que escogía. No escogía lo necesario. Ni lo bello. No sabía si era lo bueno ni lo correcto, pero era apetecible en aquel momento. Sin embargo ahora mi visión del armario era una superficie de agua viva. Si la visión normalmente estuviese pintada en una cuadrícula perfecta de líneas verticales y horizontales, para mi todas ellas se habían vuelto curvas, oscilantes, parásitas. La vista no me permitía ver, sólo prever. No tardé en caerme al suelo con el tres de espadas en la mano. Me dijo el crupier que si alguna carta acababa en el suelo, perdía el juego. Y perdí. Perdí los ojos.

Quizás, Amor, amor quizás

Cuando oigo escaparse al amor de pronto me siento solo. Como vacío. Como lleno de aire viciado. Como sombrío. Siento que no me siento. Confundido. Siento ansiedad, añoranza, alivio. ¿Alivio de qué? ¿Acaso sentirme muerto por no sentir es alivio? ¡Sí! ¡Así es! ¡Muerto! Me siento, sin amor, muerto. La añoranza: seguro que es por ese amor que pierdo. La ansiedad: será la pena de ver al amor partiendo. Pero algo se resiste en mí a perderlo. ¿Será el amor que queda? ¿Será el miedo que condena la soledad en mi pecho? ¿Será que te quiero ahora y ahora no lo siento, por temerlo? Temerlo. ¿Por qué temer al amor me pregunto? ¿Por qué temo lo que ya estoy haciendo? Amar, me refiero. Pues amo y eso quiero. Quiero amar. Y amo. Y por ello cuando veo huír de mí al amor no comprendo su partida. Si amo al amor con mi vida… Si amo amar, en general, ¿por qué se va? ¿Por qué mientras escribo sobre su partida lo siento regresar? Quizá… busco demasiadas razones.

Batalla de luces y puños

 Batalla de luces y puños   Batalla surrealista al estilo " shōnen" con final " shōjo" DRAMATIS PERSONAE  La VOLUNTAD y sus OJOS, con sus linternas de pupilas El AMOR El ESTÓMAGO El PUÑO Un CHICO y Una CHICA, con linternas de pupilas NOTA: El género de los personajes es el de la palabra a la que representan. ESCENA I Los OJOS de la voluntad tienen agarrado a ESTÓMAGO por la boca. Dentro del estómago, el PUÑO y la VOLUNTAD pelean visceralmente. AMOR está atrapado en los ojos, cuyas pupilas lanzan intermitentemente haces de luz.  OJOS. – ¡Mírame! ¡Mírame te he dicho! ESTÓMAGO. – No tengo ojos para mirar OJOS. – Quítate el puño, o te lagrimeo vivo. ESTÓMAGO. – ¡No! ¡Lagrimear, no!... Joder, no puedo quitarlo. PUÑO. – (Desde dentro del estómago, da un golpe a VOLUNTAD.) Esta cae ... ESTÓMAGO. – ¡Ah! (Grita constriñéndose.) OJOS. – ¡Ah! (Se agitan llorando.) PUÑO y VOLUNTAD siguen luchando. VOLUNTAD intenta levantarse d

Cegata

Johnny nos ha explicado qué hacer con Qaola. A mí me toca ir en coche a Aranches. Allí esperaré a los productores agrícolas que mueven el negocio que nosotros urdimos por dentro. No puede escapársenos nada… Ahora estoy en el mercado… ¡Es nochebuena, Cegata! Y son las ocho de la tarde. Las luces fulguran como los disparos de guerra de Aranches… “Parece que llueve en Aranches” nos dice Johnny. Llueven bombas, miseria y dinero negro teñido de rojo que después decoloramos hasta hacerlo blanco. Eso es lo que llueve… Espera un segundo… Hay que joderse, un narco me ofrece cinco pavos de porros. Parecía saber que estaba hablando conmigo… ¿Ahora? Espero el coche… Oye, ¿haces algo esta noche? Esta nochebuena está siendo muy corta. Ya sabes, nuestro trabajo no es precisamente para gente sedentaria… ¿Te acuerdas cuando nos tomamos esa copa de absenta con tila? Casi morimos, pero sólo nos indujimos la catalepsia que nos permitió matar al cabrón que disparó a Johnny… Creo que me observan. Me voy de

Papel fría

Cabellos de arena fina tienes, corazón. La tinta mancha el papel blanco: luz de amparo. Brilla extraño y profundo, como el miedo la nieve recién caída. Los huesos del amor sustentan su belleza, y el sentir el paso que lapida fosa vacía de mantos, llena de miedo. Hace al papel sentirse en un barranco. Donde los ojos se llenan de arena, calma de un extremo las manchas, vírgenes. ¡Besos que arrancan mares de sueños bajo ellas surcados por heridas! ¡Sueños que vuelan con cetros de nubes! Y de vuelta al otro lado rigen carmines de ducha caliente perpetua. De nuevo, fibras blancas de su vida. "Hands painted by Picasso" de Man Ray  Poema en colaboración con Diana Ferrando Arqued 

¡Mírame!

Abro los ojos. Veo un hombre beige de piel de grito y ceño fruncido. Habla enajenado y enajena niños. Mil desgracias he contado contando mis miradas furtivas en un mundo como el mío. Abro los ojos. Veo mi mirada huyendo de la desgracia de nuevo. Veo perros humanos con correa de plomo y antimonio hecha de sueños y esperanzas que se rompieron cayendo a ritmo de reggaetón a la ignorancia.   Mil desgracias he contado contando mis miradas furtivas en un mundo como el mío. Cada vez que huyen mis miradas de la desgracia más carne queda blanca para encontrar niños enajenados, correas sueltas. Quedan máscaras que miran huidizas a las desgracias porque no las merecen. Mas algo fulgura entre ojos que no huyen al cruzarse. Algo fulguran y no son desgracias. ¡Mírame...! ¡Tú, que no huyes! "Tears" de Man Ray.

Susurro de hierba

Susurro de hierba Alegoría escénica de una violación y media a dos menores DRAMATIS PERSONAE Un niño y/o niña con apariencia de adulto que cambia de identidad su identidad. Otro niño y/o niña con apariencia de adulto que no cambia de identidad. PASTOR, un pedófilo. CAPITANA DEL DESIERTO, un susurro. AVIONES, muchos susurros con olor a nubes. CUADRO ÚNICO (VIOLACIÓN SOBRANTE I) –     ¿Lo ves? Siempre hay un susurro.   –         ¿Un susurro de qué?   –         De hierba. Y huele a nubes. De pronto un avión sobrevuela el cielo dejando una estela. Ambos se quedan mirando.   –         ¡Mira! ¡Por ahí va uno!   –         Es cierto… huele a nubes.   –         ¡Va directo hacia el aire! ¿Lo ves? ¡Como un suspiro! ¡Hacia el aire! Pausa.   –         Pero no entiendo lo de la hierba.   –         (Enfadado.) ¿El qué?   –         La hierba… Lo de que un suspiro huela a nubes, lo entiendo. Pero no sé qué tiene que ver el olor a nubes con la hierba.