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Mostrando entradas de diciembre, 2023

La afinidad no explica el misterio (Cariño IV)

Me encanta cómo te ilusionas con el amor aunque lo adoleces. Me encanta lo rara que eres con lo normativa que pareces. Me siento a gusto en las palabras que me lanzas, en lo que me cuidas siempre. Tanto que desnudarme contigo – literal y figuradamente – parece algo nimio, a veces. Tú, como puta que eres, sé que desnudarte es muy corriente pero sé que hay algo entre tú y yo algo disidente algo anárquico algo que baila fuerte algo perenne algo que estaba antes de conocernos pero que nos une siempre algo que nos hace echarnos de menos que a mí se me cura al verte y que a ti te hace quererme. Ese algo es un misterio en el que he pensado muchas veces. Está claro que afinidad teníamos – lo sabía el que nos conociese mucho antes de que cualquiera  en la vida del otro apareciese. Pero hay algo que es cierto. La afinidad no explica del todo ese misterio. La afinidad no explica del todo que, muy en serio, sintamos que estamos ahí para el otro que llamarnos sea obligatorio – incluso cagando, algo

Nuestro abrigo de entretiempos (Cariño III)

Tienes en el pecho un alma rota y un corazón inmenso, ávido de amor y de comprensión. Por eso me apetece quererte besarte hacerlo lento para que disfrutes el tiempo. El tiempo... El tiempo cambiará lo que tenemos. Lo que quieres y lo que quiero no es lo mismo. Pero eso lejos de dar miedo, es algo bueno porque de alguna forma elegimos el tiempo en que nos queremos. Pactamos cómo nos queremos cuánto y a qué precio. Algo que podría sonar frío pero es porque somos amigos que encuentran en el otro una piel suave y cálida. Un abrigo. El abrigo no es para todas las estaciones. Y por eso no siempre nos vestimos con las mismas texturas ni colores. Tú quieres un abrigo sólo tuyo permanente. Yo siempre quiero compartirlo y tú, a veces. Pero cuando tenemos frío y cuando estamos calientes si las estaciones coinciden es decir, si yo estoy disponible, y tú quieres compartirte, nos abrigamos dando calor al frío o calentando lo calentado. Pero, si no se puede siempre podemos desnudarnos como amigos. Po

Y apareces (Cariño II)

Cuando el mundo  parecía deshacerse  en los brazos del peligro de la nada apareces y te abrazas al yute como un reo al presidio de su recién nacida libertad; de la nada apareces con esos ojos de anarquía relacional de madera que parece mimbre: dura y, mojada, flexible; de amor, de juego y verdad. Cuando el mundo parecía deshacérseme y los restos del corazón los guardaba ese otro amor juvenil de lo viejo, casi en ciernes; cuando ese amor a veces pensaba que era el único refugio que quedaba en ese mundo sin corazón llega un lunes, luego, viernes y, de la nada, apareces con respeto y fuego y niñez, y meces esos restos, con ternura. Y de pronto todos crecen. Y brota un amor con mesura que, aunque sabe protegerse, por ti la esperanza se cura; y brota un amor con mesura que, comparte, y es con creces porque al multiplicar amor, perdura. Cuando el mundo parecía deshacérseme en la desesperanza futura vienes tú y me atas fuerte y al mirarnos, la duda sobre el mundo no perece, pero al menos sí p

A ti, que aprecias la belleza del tiempo (Cariño I)

Escribir implica buscar la belleza. Al menos eso es lo que siempre ha sido para mí. "La belleza". El destino de todo arte.  Pero, ¿"buscar"?  Para mí la parte más importante de "buscar la belleza" siempre ha sido más la de encontrarla que la de buscarla. Y entonces, te regalé flores. Te regalé flores con significado. Una rosa roja, de pasión. Una anastasia morada, por tu sabiduría. Una gerbera rosa, por tu ternura. Y me había currado la narrativa de cada flor, y que todo fuera (más o menos) por sorpresa, y te había gustado todo. Casi lloraste. Jamás has llorado con ninguno de mis poemas. Y pensar en eso, me hizo sonreír. Y me hizo admirarte un poco más y apreciar lo bonito que es que seamos distintas. Porque tú no valoras tanto la belleza, como el tiempo dedicado a la belleza. La edad de la belleza. El motor que da vida a la belleza. Lo que da lugar y espacio a la belleza. Claro que piensas "oh qué estatua más bonita", pero si Miguel Ángel hicier