Ir al contenido principal

A ti, que aprecias la belleza del tiempo (Cariño I)

Escribir implica buscar la belleza. Al menos eso es lo que siempre ha sido para mí. "La belleza". El destino de todo arte. 
Pero, ¿"buscar"? 
Para mí la parte más importante de "buscar la belleza" siempre ha sido más la de encontrarla que la de buscarla.

Y entonces, te regalé flores.

Te regalé flores con significado. Una rosa roja, de pasión. Una anastasia morada, por tu sabiduría. Una gerbera rosa, por tu ternura. Y me había currado la narrativa de cada flor, y que todo fuera (más o menos) por sorpresa, y te había gustado todo.
Casi lloraste.

Jamás has llorado con ninguno de mis poemas.
Y pensar en eso, me hizo sonreír.
Y me hizo admirarte un poco más y apreciar lo bonito que es que seamos distintas.

Porque tú no valoras tanto la belleza, como el tiempo dedicado a la belleza. La edad de la belleza. El motor que da vida a la belleza. Lo que da lugar y espacio a la belleza.

Claro que piensas "oh qué estatua más bonita", pero si Miguel Ángel hiciera un busto de ti para tí dirías "madre mía, le ha tenido que llevar mucho tiempo". Y te emborracharías en la idea del tiempo. 
Al igual que te emborrachaste con mis flores.
Casi lloraste.

Todo ha sido siempre cuestión de tiempo.
El tiempo que nos dedicamos.

Este texto está hecho para que compartas conmigo este tiempo.
Quiero que pauses conmigo. 
Que revivas conmigo el tiempo que he tardado en hacerlo.
Que lo escribas conmigo.
(Siento que lo escribes conmigo.)

Es que comprendo tu argumento:
la belleza también está en el tiempo.

El tiempo 
que pasamos juntas
que tardo en darte esas flores
que luego nos besamos
que te aguantas llorar.
Casi lloraste.
Y tú nunca lloras.

Todo fue cuestión de tiempo.
Dedicarte tiempo.
Incluirte en mi tiempo. 

Digo "tiempo" y me pesa en el pecho. 
El tiempo pesa.
Pesa el tiempo que nos dedicamos por separado.
Pesa el tiempo que pasamos juntas.
Todo ese tiempo que pesa, te da a ti peso en mi vida. El peso hay que llevarlo, porque es importante. Y hace falta fuerza y coraje y ganas e ilusión. Llevando el peso del tiempo, nos tropezamos, claro, pero siempre andamos. Juntas. Haciendo el peso de ese tiempo cada vez más grande y más ligero

Más grande y más ligero, sí.
La física del amor no es igual que la de las flores que te he dado.
El tiempo las marchita, aunque tú dediques tu tiempo a alargar su vida.
Pero el tiempo que tú dedicas a las flores se lo dedicas como si no pesara. Aunque a ellas les pese el suyo, tu tiempo hacia ellas, aunque es enorme, no pesa apenas. 
A esto me refiero con que el tiempo del amor, cuanto más grande, más ligero.

Digo "tiempo" y me pesa en el pecho.
Y me pesas con él, como el dulce cansancio que hace más dulce el sueño. 
Eres parte de lo que hace que duerma bien. 

Digo "tiempo" y me da pena pensar en lo que pasaría si nos quedáramos sin tiempo.
Yo aún quiero darte mucho tiempo. Mucho más que el tiempo que he empleado para escribir esto. Mucho más que el que llevas leyéndolo. 
Quiero que en cada minuto juntas, sientas el tiempo más grande del mundo.  Ojalá meter todo el tiempo de mi vida en cada minuto contigo. Ojalá vivir 24 horas por minuto amándote, como amas a las flores. 

Porque yo te llevo conmigo a dondequiera que vaya. 
Te llevo conmigo y te echo de menos todo mi tiempo, todo el tiempo.
Da igual con quién esté. O qué esté haciendo. 
Da igual que te recuerde o no en ese momento.
No quiero vivir sin el tamaño de tu tiempo en mi tiempo. Porque mi tiempo se hace más pequeño y más pesado. Y duermo peor si no te tengo.
Te quiero todo el tiempo, y también el resto de todo el tiempo que aún no tengo.
Y te echo de menos porque el tiempo está de más y pesa más si no te tengo;
si no eres tú quien aprecia la belleza de mi tiempo.

Llora y ríete de mí siempre, porfa.
Quiero tu risa todo el tiempo...

Una rosa, una anastasia y una gerbera
 de ©Shathu Entayla

Comentarios

Popular Posts

Un soneto de tres

Por hoy somos tres. Madre, padre e hijo. Aunque no siempre fuimos tres, pues fuimos cuatro. Luego el desahucio vivimos. Tres vivimos el vivir sin cobijo. Aquí somos tres. Madre, padre e hijo con vidas distintas que distinguimos viviéndolas. Juntos y no. Es un timo de envejecer y el tiempo, que no elijo. Y un día tres serán dos, y dos, uno. De pronto "juntos" pasará a ser "no". Y poco hay entre "juntos" y "ninguno". De un algo que estuvo y se marchó el uno que quede será el "alguno". Uno entre paredes de lo que amó. Imagen generada con Flash 2.0 (Google)  de ©Shathu Entayla

Amores singulares, en plural

Y mirarte a los ojos y morirme de hambre por querer abrazarte por bailar en tus lirios. Porque yo codicio  almas con la piel y no es lo mismo que codiciar solo las pieles. Porque quiero el calor que dan y no la sangre que tienen. Porque un alma sin viajar  a ninguna piel pertenece. Yo pertenezco a quien me quiere. Y viajo de mí para tí. Quiero anidarme en tí  como el rocío a la tierra como el calor a la piedra como un romance en abril Quiero enternecerme en soñar tu cobijo. Quiero enternecerme en ti y eso elijo. Quiero que seas ese lugar donde perderme y bailar sin pasadizos. No sé quién serás, y no importa. Si me amares, es lo mismo. Pero luego te miraré reflejando tu amor porque, aunque para ser amado todo cariño es prolijo, tu color para amarme cambiará los ojos con que te elijo. Ven a besarme y a abrazarme y viajaré rápido al suicidio. Porque matarme por elegir amor no es más que vivirme en otro sitio. Ámame, que eso quiero. Que cuando falta, de amor, alivio todo los ...

El espacio en que fui tuyo

Así me miras como si sólo fuera tuyo. como si mi carne y cómo respiro vivieran sólo en tus dominios, como si yo pudiera salir pero fuera quedarme lo que elijo. Me miras como vestida con un traje de prodigio  que dejan vida y libertad a un lado En el que elegí que ya no elijo. Me miras como si solo fuera tuyo. Me miras como si así siempre hubiese sido. Empiezas con uñas como espadas, y me pegas y, sin querer, grito y ese grito y que lo pares pido porque no quiero gritar más pues no gritar más es quitarme ya una libertad que ahora no preciso aunque es precisamente por libertad  (aunque sin parecer verdad) por lo que grito. Me miras como si me crearas  y yo te creo y te doy las gracias. Me cuidas cuando me atrapas. Me haces temerte cuando me amas. Y esas aguas contrarias, que me hacen a mi llorar otras aguas, flaquean el báculo de tus manos y viendo que me rompes, amenazas con parar el viaje hacia el espacio más cercano al ser sin ser hacia el que estábamos andando: a un tra...