Ven, Tiburón tú, que nadas bajo en el fluido de mi espíritu. Come, depreda, sáciate extíngueme por dentro que sólo quiero que un tiburón me surque mar adentro. Eres un megalodon charcarodon bebedor de la vida de mis ansias amante del manantial de mis entrañas que brillan si matas añoranzas. ¡Vive para siempre en mi, Tiburón! Pues tú estás inmerso en el mar de mi alma y cuando transpiras por tus bellas branquias tú también te llenas de mí. ¡Vive y ama el océano! Que al igual que tú amas el agua el agua también te ama a ti; y tú, como único ser eternamente vivo en mis aguas como depredador de soledades y de las falsas nimiedades; tú, al no haber si quiera un viento en la superficie de este mar que pueda hacerlo fluir; tú, Tiburón eres responsable del flujo de mi alma al haber derrocado a todos los males dejando vivas las virtudes amadas tú, Tiburón, eres el amor que me posee y me sacia – que me protege de los peces parias. Por eso, tú, Tiburón
Un blog de escritura. De letras que vuelan y no saben adónde. Pero te digo de corazón que todo tiene alma aquí.