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Mostrando entradas de diciembre, 2014

Ha llovido

Ha llovido. Y aún gotean los alféizares de las ventanas. Y siguiendo las gotas acabas mirando al suelo mojado. A veces dan pena las hojas de otoño bajo la lluvia, con las puntas de sus hojas caídas. Nunca están caídas las puntas de las hojas de otoño, pero el agua es capaz de hacerlas pesar tanto que no puedan levantarse. De hecho, si estuviesen secas, se levantarían. Casi parece que estas hojas marrones viviesen secretamente. Como pequeños contenedores de vida robada del árbol al que pertenecen cuya energía, aun extinguible con vanas gotas de agua, no desapareció. Parecen abejas en una piscina; aparentemente muertas sobre el agua, pero vivas cuando el agua se evapora. Preparadas para echar a volar de nuevo si eso ocurriese. Como cuando el tiempo seca el suelo de asfalto, y las puntas vuelven a levantarse, aprovechando el impulso para agarrarse a una furtiva y huidiza ráfaga de viento, que las lleva hacia el cielo, poblándose este, de pronto, de un sinuoso marrón y amarillo. Con ese z

Monólogo sobre el orden que buscando ordenarse se hizo caos

Es curioso… A veces, me encantaría poder gritar. A veces, me encantaría poder gritar y llorar. Poder decir la verdad. Pero para poder cargar un grito o una lágrima de verdad, primero tienes que conocer la verdad. Sino es imposible. Por eso cada vez que intento gritar o cada vez que lloro siento que tanto el grito como las lágrimas, están vacías. Cada golpe que doy en la pared, o en el estante, o en mi conciencia, resuena. Pero no suena a nada. Siento que todo podría acabar. A veces incluso querría que todo acabase. Acabase de la misma forma en que empezó aun sin saber cómo ha empezado. A veces lo que quiero que acababe o empiece, por desgracia, es incluso mi propia vida. Como que siento que sin la verdad no puedo vivir. No es una verdad cualquiera de la que estoy hablando. Estoy hablando de la verdad sobre mí mismo. La verdad me impide saber qué es mentira. Por tanto puede ser mentira cualquier cosa. Vivir en un mundo rodeado de mentira es caos. Sin sentido. Si el mundo es sinsentid

Monólogo interno con embrión de humanidad

¿Por qué no te beso ahora mismo? Aquí mismo. Entre la multitud aglomerada como abejas de este tren. Decirte "te amo" o "te echo de menos", sin conocerte de nada, y sentir que lo digo en serio. Pasar una tarde contigo que parezca una noche. Dejar que me abrazes con sentimiento y sinceridad, sin más prejuicios que los que tienes ahora, sin que te importe ni me importes lo más mínimo. Simplemente, dejarnos llevar hasta que nuestras vidas y deberes (¡aglomerados deberes!) volvieran a reclamarnos. ¿Por qué no podría amarte ahora mismo? ¿Qué; Quién me lo impide? ¿Sabes?, estoy seguro de que lo que me lo impide no es la distancia entre tu vagón y el mío. Totalmente seguro. De hecho, ahora mismo nos estamos mirando. Llevamos doce estaciones mirándonos y sonriendo furtivamente. Ininterrumpidamente. Cuando tus ojos no me miraban lo hacía tu nuca. Y los ojos de tu nuca no son tan bonitos como tus ojos marrones, pero son más sinceros. Son los ojos de tu nuca los que me avis