Es curioso… A veces, me
encantaría poder gritar. A veces, me encantaría poder gritar y llorar. Poder
decir la verdad. Pero para poder cargar un grito o una lágrima de verdad,
primero tienes que conocer la verdad. Sino es imposible. Por eso cada vez que
intento gritar o cada vez que lloro siento que tanto el grito como las lágrimas,
están vacías. Cada golpe que doy en la pared, o en el estante, o en mi
conciencia, resuena. Pero no suena a nada.
Siento que todo podría acabar. A
veces incluso querría que todo acabase. Acabase de la misma forma en que empezó
aun sin saber cómo ha empezado. A veces lo que quiero que acababe o empiece,
por desgracia, es incluso mi propia vida. Como que siento que sin la verdad no
puedo vivir. No es una verdad cualquiera de la que estoy hablando. Estoy
hablando de la verdad sobre mí mismo. La verdad me impide saber qué es mentira.
Por tanto puede ser mentira cualquier cosa. Vivir en un mundo rodeado de
mentira es caos. Sin sentido. Si el mundo es sinsentido, a veces es legítimo
plantearse si quieres vivir en un mundo así. Es como que todo lo que vives y
has vivido no tiene sentido. Nunca ha tenido. Lo has estado creando tú
artificialmente. Es como que nada es natural, ni siquiera lo más natural que
existe.
Como que vives en una realidad
paralela creada por ti mismo. Intentando, o mejor dicho, sufriendo haber salido
de la realidad en la que vivías, que realmente, era la verdad. Por buscar la
verdad me alejé de ella. Me alejé de ella. Me alejé tanto de ella que ya no sé
quién soy. Ni quién voy a ser. Ni siquiera sé si algún día seré alguna cosa. Ni
siquiera sé si sé gritar. Porque podría ser que gritar no sirviese para nada.
Podría ser que al gritar realmente no emitiese ningún sonido. Podría ser
incluso que al llorar, no cayese ni una lágrima. Podría ser que fingir no
sirviese más que para revelar lo que realmente siento. Podría servir para
tantas cosas la mentira… Para tantas cosas como a la verdad le gustaría servir.
Para tantas cosas… Para tantas cosas sirve engañarse a uno mismo… Para tantas
cosas sirve no saber que te estás engañando… Para tantas cosas aberrantes
sirve. Para todas esas cosas.
Siento que la mentira prevalece
sobre la verdad porque no la conozco. Y me genera incertidumbre, porque la
mentira no puede ser verdad. Pero es la única verdad a la que puedo agarrarme.
Por no conocerla ni estar acercándome a ella. Porque mientras acepto la
mentira, me alejo de la verdad. Mientras me convenzo de que todo lo que me pasa
por la cabeza es verdad, en realidad me estoy creando una propia mentira. Estoy
saliendo de mi vida. Yo me salgo de mi vida. Y por eso hay momentos en los que
si esa mentira fuese verdad me gustaría morir. Me gustaría no pensar. A veces
siento que sufro más siendo un ser humano que siento una piedra a la que
pataleasen mil veces. Porque una piedra no siente, ¡pero yo sí! Y no hace falta
que me den una patada. Ni siquiera hace falta alguien fuera de mí para que me
la dé. Me basto yo solo para hacerme daño. Me basto yo solo para sufrir, para
llorar, para gritar, para crearme mis propias mentiras y alejarme de mi propia
verdad. Me falta vida y me alejo de mi vida por intentar llegar a ella.
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