Lo primero que hice al llegar a San Con Santos fue dejar allí mis maletas. Entonces llegué a un descampado con una señal enorme que ponía “solidaridad”. Entonces me enamoré, en vez de que me atropellaran. Lo del camión y tal fue igual. Este era el mundo normal al que nunca había sabido ir. Y ahí está el amor de mi vida al otro lado de la acera. Lejos de San Con Santos y de San Sin Santos. Cerca de mí. Me acerqué a saludarla, y me dio una moneda. Me dejó ir y desapareció como una vez había desaparecido mi amor de mi vida en San Sin Santos, y que había hecho que dejase de ver putas como personas decentes. Ahora soy una mendiga. Me ceden el paso dándome parte de su zumo de naranja en forma de un amuleto que es “naranja en un ceda el paso”, o sea, una mierda de moneda. Sí, es triste que sus recuerdos no sean más que lo que vale una moneda. Me caen carritos. Estoy muy preocupada . Siempre he preferido que los calvarios que he vivido me los sirvan en zumo de naranja, y l
Un blog de escritura. De letras que vuelan y no saben adónde. Pero te digo de corazón que todo tiene alma aquí.