Para saborear con detalle el último bocado y tanto o más el primero. Para apreciar cómo bailan mis sentidos; al distinguir las texturas, apreciar los colores, negociar con las temperaturas. Para que esta comida alimente cuerpo y espíritu: que la impulsividad y la ansiedad se bajen del timón; que la mesura disfrutona y el placer consciente los releven; que mi lengua le hable a la comida sobre mis valores. Para que el recuerdo del alimento sea aliño al futuro. Ahora oro para consentirme comer y comer con sentido. Kha feijôl. Foto de Ann Tarazevich en Pexels de ©Shathu Entayla
Para poner en pausa el reloj de la máquina y despertar con dulzura al espíritu. Para sentir el placer que da el tiempo sin cronómetro el tiempo sin destino; el vivir en sí mismo. Para apreciar los minutos y sus segundos el continuo sin discretos y el corazón que nunca paró de latir. Para honrar al cansancio (¡oh cansancio!) que nos permite contemplar en vez de hacer; que nos permite sentir en vez de evitarnos; que nos permite jugar en vez de optimizar. Para que el tiempo sin sentido, dé sentido. Para no caer en la tentación de darle uno. Para parar para sentir para apreciar para contemplar para jugar. Ahora oro para que el tiempo sólo sea tiempo. Kha feijôl. Imagen de Ola Dapo en Pexels de ©Shathu Entayla