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Mostrando entradas de julio, 2017

Vidación vehemente al amor

Es delicioso, terso, perfume de violeta, suave, jovial el deseo. Es divertido. Degustar emociones y pensamientos por la piel y los ojos y que se digieran por todo el sistema psíquico: de la Corona a la Raíz; de aureola de paraíso a carne de pecado. Todo la mar de humano. Un abrazo o dedo huidizo hacia los suricatos curiosos que esconden las piernas. Un beso apasionado a una emoción de endredón que pulse el corazón a vuelapluma pero que dé somnolencia y ternura. Amistad amor necesidad de sentirse vivo; de irradiar más que las farolas de las calles juntas. Fluidez del alma por la piel hasta una entraña. Obligación de divertirse sobre la cuerda floja que ata y tensa, por un lado, la vida y, por otro, la huida del peligro. Y obligados nos pongamos a vivir. Y al caer de un extremo al otro de la cuerda –cayendo, sí, en horizontal–, si es la vida el destino, el sexo, el amor y la vida misma

Esta mañana

El cielo ha estado llorando toda la noche. Ayer llegué empapado a casa tras una larga tarde de lluvia y esta mañana aún seguía llorando. Lloraba poco. La gente, de hecho, ya no usaba paraguas esta mañana. Creo que el cielo tiene vergüenza de llorar. Algo han debido hacerle. Pero probablemente nada que consuele. Quizá el sol le amenazó con evaporar sus gotas de agua si a la mañana siguiente el cielo seguía llorando. Esta mañana el sol estaba medio dormido. Ya había amanecido, pero aún tibiamente, y el cielo de vez en cuando, dejó caer pequeños chorros de lágrimas, que se frenaban pronto. Supongo que sería por darse cuenta de que el sol ya estaba despierto, y que si seguía llorando, sería cuestión de tiempo que el sol le pillase. El cielo ha dejado de llorar. El sol ya ha salido en todo su esplendor. El viento mece las hojas de los árboles atrapados en las macetas de asfalto de las calles. Todo parece en calma. Nadie parece estar triste ya. Se oye música de reggaeton en algunos coch

El tiempo lo mata todo

Elegirte es condenarme. Y no tenerte es ver al tiempo poco a poco, que te arranca día a día, olvido a olvido de mi ahora, en que veo que ya no estás que tú me faltas. A pesar de que fui yo quien le pidió al tiempo, que ahora mata, que arrancara, ahora yo, al igual que tú estoy más solo que el final beso que nos dimos. El que ahora está cerrado y con nervios esperando o bien su muerte o bien un beso que le supla. Y ahora yo, al igual que tú estoy perdido en recuerdos, en instantes en memorias. Que si se arrancan sin volver a mi presente, con crueldad el tiempo moverá a parte otra, y secundaria él las pondrá en mi memoria. Y cuando llegue el día que muera -¡que me muera!- recordaré sin tu recuerdo otras mil cosas. Y eso me duele. Pues sé que si ahora mismo me muriera recordaría en mi sepulcro vida entera. Y aunque no me arrepintiese de dejarte en mi muerte sin duda tú volvieras. Y veo el tiempo aproximarse deseoso de quererte de mi alma