Ir al contenido principal

Vidación vehemente al amor


Es delicioso,
terso, perfume
de violeta, suave, jovial
el deseo.
Es divertido.

Degustar emociones
y pensamientos
por la piel y los ojos
y que se digieran
por todo el sistema psíquico:
de la Corona a la Raíz;
de aureola de paraíso
a carne de pecado.

Todo
la mar
de humano.

Un abrazo o dedo
huidizo hacia los suricatos
curiosos que esconden las piernas.
Un beso apasionado
a una emoción de endredón
que pulse el corazón a vuelapluma
pero que dé somnolencia y ternura.

Amistad
amor
necesidad de sentirse vivo;
de irradiar más
que las farolas de las calles juntas.

Fluidez del alma
por la piel
hasta una entraña.

Obligación de divertirse
sobre la cuerda floja
que ata y tensa,
por un lado, la vida
y, por otro, la huida
del peligro. Y obligados
nos pongamos a vivir.

Y al caer
de un extremo al otro de la cuerda
–cayendo, sí, en horizontal–,
si es la vida el destino,
el sexo, el amor y la vida misma
no tienen distinto.

Lo único distinto
sería el funámbulo que cayó
de un extremo a otro;
que escuchó la voz
y el comportamiento;
que venció el pavor al beso
sincero;
que venció la separatidad
en pleno vuelo;
y que mantiene las
raíces para comprometerse
bien ancladas;
que miran a los recuerdos
como viviéndolos
no memorándolos.

Es delicioso
crear recuerdos
degustarlos
y comérselos
y seguir siendo
uno
otro
tú mismo.

¡Dios! ¡Que alguien
me encienda, pronto
–lo necesito–
la vida!
Que hambrienta está
de amor y diversión
–si no aliena–
y de vivir viviendo
sobre la arena
que acolcha el afecto
y brilla en las orejas.

Elegir los granos
que llenen mi almohada
en las noches:
unas, que estén siempre;
otras, que estén cerca;
y otras más, que no se pierdan
ni en origen, ni en la almohada
del sueño que protejan.

¡Hacerle el amor quiero
a la vida
y que, quien quiera
que, conmigo, la orgía
secunde!

Es delicioso el amor
                        el sexo
cuando es un ser humano
el que mira
se divierte
y triunfa
                               amando
                               seamando
                               y siendo amado.

¡No importa del cómo!
No importa cómo ames.
Elígelo.
Elige la forma
de hacer el amor:
habla, folla, consuela
abraza, escucha
o, quizá todas.
Pero ama. Ama,
¡por Dios! ¡Ama!

Si hubiera un Dios
sería esta flama
–el amor–
que permite la vida,
el sentido,
la utilidad de la inteligencia,
los amigos y parejas,
la magia,
el arte,
la ciencia

¡Dios mío!
Místico puedo volverme del amor
si el amor y yo
nos podemos fundir en dos.

Yo amo la vida
y quien quiera matarla
o alienarla
es que no sabe vivirla.

Imagen de Ajalé en Pixabay

Comentarios

Popular Posts

El espacio en que fui tuyo

Así me miras como si sólo fuera tuyo. como si mi carne y cómo respiro vivieran sólo en tus dominios, como si yo pudiera salir pero fuera quedarme lo que elijo. Me miras como vestida con un traje de prodigio  que dejan vida y libertad a un lado En el que elegí que ya no elijo. Me miras como si solo fuera tuyo. Me miras como si así siempre hubiese sido. Empiezas con uñas como espadas, y me pegas y, sin querer, grito y ese grito y que lo pares pido porque no quiero gritar más pues no gritar más es quitarme ya una libertad que ahora no preciso aunque es precisamente por libertad  (aunque sin parecer verdad) por lo que grito. Me miras como si me crearas  y yo te creo y te doy las gracias. Me cuidas cuando me atrapas. Me haces temerte cuando me amas. Y esas aguas contrarias, que me hacen a mi llorar otras aguas, flaquean el báculo de tus manos y viendo que me rompes, amenazas con parar el viaje hacia el espacio más cercano al ser sin ser hacia el que estábamos andando: a un tra...

Recuerdos como noches

Cuando la noche se asienta, cuando el día se termina, cercan los horizontes de mis ojos los recuerdos. Esos que veo junto a la estela de mis pasos. Cuando la noche se asienta y su silencio se posa afloran pensamientos en mi mente: los recuerdos  a los que temo. Junto a la estela de mis pasos. Porque mis recuerdos se me aferran como a la piel, cicatrices, como a la retina, luz como al esperar, el tiempo. Puede ser que sean bellos esos recuerdos. Aún me inquietan. Hay carcasas bellas con adentros feos. Porque mis recuerdos se me aferran como la corriente al nervio, como la mano al puñal, como el párpado a lo visto. Y sé bien perderme en ellos —en los recuerdos que son veneno— incluso más que en todos mis pasos mismos. Imagen hecha con Leonardo AI  de ©Shathu Entayla

Un soneto de tres

Por hoy somos tres. Madre, padre e hijo. Aunque no siempre fuimos tres, pues fuimos cuatro. Luego el desahucio vivimos. Tres vivimos el vivir sin cobijo. Aquí somos tres. Madre, padre e hijo con vidas distintas que distinguimos viviéndolas. Juntos y no. Es un timo de envejecer y el tiempo, que no elijo. Y un día tres serán dos, y dos, uno. De pronto "juntos" pasará a ser "no". Y poco hay entre "juntos" y "ninguno". De un algo que estuvo y se marchó el uno que quede será el "alguno". Uno entre paredes de lo que amó. Imagen generada con Flash 2.0 (Google)  de ©Shathu Entayla