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Esta mañana

El cielo ha estado llorando toda la noche. Ayer llegué empapado a casa tras una larga tarde de lluvia y esta mañana aún seguía llorando. Lloraba poco. La gente, de hecho, ya no usaba paraguas esta mañana. Creo que el cielo tiene vergüenza de llorar. Algo han debido hacerle. Pero probablemente nada que consuele.

Quizá el sol le amenazó con evaporar sus gotas de agua si a la mañana siguiente el cielo seguía llorando. Esta mañana el sol estaba medio dormido. Ya había amanecido, pero aún tibiamente, y el cielo de vez en cuando, dejó caer pequeños chorros de lágrimas, que se frenaban pronto. Supongo que sería por darse cuenta de que el sol ya estaba despierto, y que si seguía llorando, sería cuestión de tiempo que el sol le pillase.

El cielo ha dejado de llorar. El sol ya ha salido en todo su esplendor. El viento mece las hojas de los árboles atrapados en las macetas de asfalto de las calles. Todo parece en calma. Nadie parece estar triste ya. Se oye música de reggaeton en algunos coches que pasan.

Sin embargo, aún huele a nubes. La humedad del ambiente no ha desaparecido. ¿Será el olor los churretes del cielo o lágrimas no derramadas? O... bueno, ¿no son lo mismo?

Imagen de lisajules de Pixabay

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Un abrazo

Alquitranes húmedos besan mis sketchers ya pasadas dadas de sí por miles de pasos. Unos andados, otros bailados. Otros que buscan algo. A veces, en estas noches como un pecíolo de hoja que, en otoño se resquebraja en silencio mucho antes de caer, mi ánimo, también se resquebraja. De mis ojos salen lágrimas  que son de aire porque la humedad la tienen el alquitrán y mis pasos y mi sudor y mis pasos. Y por la soledad de dentro de mis ojos no sale nadie. Muchísimas noches abrazaría el aire me devolvería el abrazo más amable el más tierno, el más gentil, y el más suave Pero es que de todo eso es demasiado el aire y se desharía entre mis manos de carne. Necesito un abrazo que sea tierno y terso y firme y sinuoso. Justo como el dibujo del resquebrajo de ese pecíolo qué está en mi ánimo. Un abrazo  que dibujara el resquebrajo pero en sentido contrario: que acabara de romper o reparase esa hoja. Un abrazo. Que me impidiera llorar o precipitara el llanto. O quizá a encontrarme o romperme con ot