Has cambiado. Como el pantano de San Juan Pero tú lo conoces más que yo y tú te conoces más. Yo sé por rumores que el pantano ya no es lo que era al igual que sé por tus gestos que tú no eres lo que eras. Eras impenetrable. Pero hay algo en estas paredes… en que estudiaste redes… en que vengan vecinos a casa… en que ahora pongas alarmas… hay algo en eso que te ha hecho más propenso a sonreír a gritar menos. Sigues siendo servicial en demasía –pero eso forma parte de tu bondad– y con los años has encontrado –o quizá la tenías ya, insisto, no te he conocido tanto– una ternura que te da a veces brazos de madre y ojos de niño. Abrazarte es sentirse escudado. Darte una estufa en verano es a partes iguales reírme de tu desgracia –soy sincero– y acurrucarme en ese escudo. Han pasado muchas cosas y casas. Muchas casas y quesos. Muchas botellas de agua y también ordenadores muertos. Y más cosas que ni vi ni veré en los cuarenta años de experiencia que nos separan. Pero el hombre que veo y cuya
Un blog de escritura. De letras que vuelan y no saben adónde. Pero te digo de corazón que todo tiene alma aquí.