Málaga, que huele a espetos y arena, 
que sabe a pan. 
Blanco, en sus días de verano. 
Tostado, en tristezas y calor. 
Rayado, en las costumbres del día.
Sus baldosines son de migas de sal, 
sus palmeras, graciosos obeliscos 
y entre la inmensidad de mar y laberintos, 
de alcazabas, teatros, Gibralfaros...
ese aire de manos de madre te abraza, 
y con su alto vestido gris de plata, te tapa. 
Para que brilles si disfrutas. 
Para que lluevas si te amargas.
NOTA CONTEXTUAL: de mi primera vez en Málaga, durante mi primer bolo de gira, en agosto de 2018.
 de ©Shathu Entayla
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