Ir al contenido principal

San Sin Santo - II: Madurando

Sí, como cuatro ruedas de camión, dos ojos penetraron a mi único corazón, como si no hubiese ningún obstáculo entre ellos. La conocía muy bien, ¡y tanto! Era mi madre.

Decidí seguirla hasta el prostíbulo. De pronto todas mis amigas volvieron a ser mis amigas. Patty también. Pero mi madre desapareció de pronto, como si cuatro ruedas de camión, que son dos ojos, bla, bla, bla, y dejaron un amuleto que me sonaba mucho. Tenía la forma de un ceda el paso, pero con una zumo de naranja.

Definitivamente era mi madre, no podía ser otra. Tampoco había mucho donde rascar: mis amigas ya no eran mis amigas: es que ya se había ido mi madre.

Entonces volví al ceda el paso, con un zumo de naranja, y zumo de naranja en un ceda el paso en forma amuleto. Ya ha pasado un día y una noche desde que estoy contando esto, ¿eh? ¡Qué capacidad de síntesis!

El caso es que, esperablemente, al día siguiente decidí volver a ver la luna, en el prostíbulo. Empecé a preocuparme.

Mis amigas empezaron a flirtear como lo habían estado haciendo conmigo hasta entonces. Sentí algo extraño, como una ola de arena fina sin viento que me exfoliase el estómago. Una vibración asquerosa recorrió mi vientre hasta mi pecho. Por primera vez, no sonreía. Cedí el paso de mi sonrisa a una tristeza.

     -    ¡Todo es una mierda!

Todo el mundo se pone hasta arriba de coca y de drogas, y de putas y de crímenes, y yo dando zumos de naranja. Paso de ceder el paso. Voy a ceder el paso a otras cosas. Me voy hoy mismo de San Sin Santo.

Entonces hice las naranjas y me fui, asiendo mis pertenencias con un carrito. Entonces hice los recuerdos, y me fui, asiendo mis sentimientos con una lágrima.


 (Siguiente Capítulo: 28 de Febrero)

Comentarios

Popular Posts

Para la gente a la que beses

Hay gente  que necesitas besar  muchas veces  porque el fin de un beso es  siempre  el principio de otro  que aún no ha venido. Hay gente que necesitas besar  muchas veces porque cada beso es siempre como estar en casa y ser querido. Hay gente que la besas y no vuelve (pocas veces). Pero dentro de ti es siempre un recuerdo vívido de haber vivido. Hay gente que la besas y no vuelve muchas veces y duele ver, porque es siempre ver al otro yendo a otros caminos. Hay gente  que la besas, te arrepientes y así siempre, muchas, o una sola vez. Siempre, y aunque no después, besar se quiso. Hay gente que la besas y no vuelve para siempre porque el mismo tiempo es siempre quien os ha llevado  hacia el olvido. Hay gente  que la besas y sí vuelve muchas veces, y despierta algo que es siempre algo que aun dormido era cariño. Hay gente que no besas y sí vuelve muchas veces, y se queda porque es siempre amor, aun siendo otro que el del inicio. Hay gente que la besas y sí vuelve. Pero, a veces. Y lo in

Cacatúa (poema-calambur)

¡Caca tuya, cacatúa…! Cacareas cacas, rea… ¡Cacatúa! ¡Cacarea! Carámbanos vanos, cacatúa, es lo que sale de tu cacareo. Rea de cacas tuyas eres, cacatúa. Rea de tus deseos. Sueñas cacatúa, cacas tuyas. ¡Cacarea! ¡Rea! ¡Cacarea tus deseos! ¡Carámbanos de sueños ¡Vanos anhelos! Cacas tuyas, cacatúa son tus cacareos ¡Cacatúa! ¡Caca túa! ¡Túa! ¡Caca rea son tus sueños! Imagen libre de Wikipedia Sátira poética a la vanidad de

Te cuerpo de menos

Echo de menos el petricor de la habitación tras llovernos sobre las sábanas; dormirnos en su humedad y calidez, como si de una hoguera se tratara.  Echo de menos las formas de tu piel, esculpidas por la sinuosidad, sencillez y belleza del viento, por las que mis manos, como hojas, pueden planear.  Echo de menos tu sonrisa de niña, tus ojos de almendra dulce, tus labios de cera blanda, tu cuello de bailarina, y el campo de espigas del pelo de tu nuca, que al acariciar, acarician.  Echo de menos tu candor maduro, tu inocente inteligencia, tu espíritu de ave pequeña y alas inmensas.  Echo de menos cómo te maquillan tus ojeras, los ríos y enredaderas de tus estrías, tus glúteos de negra y tus senos de aguacate.  Echo de menos tu sexo, su laberinto de pliegues, su humedad que atrapa y cuida al mío cuando te lo guardas dentro.  Te echo de menos desde mi cuerpo, desde mi corazón. A veces ignorando el pensamiento. Echo de menos tu cuerpo, es decir a ti, y todo lo que tienes dentro. Cerrando la