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Ha llovido

Ha llovido. Y aún gotean los alféizares de las ventanas. Y siguiendo las gotas acabas mirando al suelo mojado. A veces dan pena las hojas de otoño bajo la lluvia, con las puntas de sus hojas caídas. Nunca están caídas las puntas de las hojas de otoño, pero el agua es capaz de hacerlas pesar tanto que no puedan levantarse. De hecho, si estuviesen secas, se levantarían. Casi parece que estas hojas marrones viviesen secretamente. Como pequeños contenedores de vida robada del árbol al que pertenecen cuya energía, aun extinguible con vanas gotas de agua, no desapareció. Parecen abejas en una piscina; aparentemente muertas sobre el agua, pero vivas cuando el agua se evapora. Preparadas para echar a volar de nuevo si eso ocurriese. Como cuando el tiempo seca el suelo de asfalto, y las puntas vuelven a levantarse, aprovechando el impulso para agarrarse a una furtiva y huidiza ráfaga de viento, que las lleva hacia el cielo, poblándose este, de pronto, de un sinuoso marrón y amarillo. Con ese zumbido característico del viento que hace un eco suave. Arropando la frialdad del otoño mojado.
Las hojas de otoño se dispersan y año tras año las vemos volar y reposar por todas partes, hasta que un día, sin darnos cuenta, han desaparecido. Hasta el siguiente otoño. Cuando las hojas que no dejaron de volar en el anterior otoño regresan. Cuando vuelva a haber humedad en el aire, lloverá. Y gotearán de nuevo los alféizares de las ventanas.
 

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Para la gente a la que beses

Hay gente  que necesitas besar  muchas veces  porque el fin de un beso es  siempre  el principio de otro  que aún no ha venido. Hay gente que necesitas besar  muchas veces porque cada beso es siempre como estar en casa y ser querido. Hay gente que la besas y no vuelve (pocas veces). Pero dentro de ti es siempre un recuerdo vívido de haber vivido. Hay gente que la besas y no vuelve muchas veces y duele ver, porque es siempre ver al otro yendo a otros caminos. Hay gente  que la besas, te arrepientes y así siempre, muchas, o una sola vez. Siempre, y aunque no después, besar se quiso. Hay gente que la besas y no vuelve para siempre porque el mismo tiempo es siempre quien os ha llevado  hacia el olvido. Hay gente  que la besas y sí vuelve muchas veces, y despierta algo que es siempre algo que aun dormido era cariño. Hay gente que no besas y sí vuelve muchas veces, y se queda porque es siempre amor, aun siendo otro que el del inicio. Hay gente que la besas y sí vuelve. Pero, a veces. Y lo in

Valiente

Lo soy porque doy  significados raros a mis besos, porque amo raro y abrazo raro pero bello. Y algo ves en mí que te libera. Algo de esa extrañeza. Y te asombra tu comodidad, la facilidad, y mi franqueza. Y por eso me dices valiente. Me llamas valiente. Me lo llamas con ojos valerosos y me miras contagiada de esa valentía y con ganas de cambiar su propia vida. Me lo llamas con ojos hambrientos de lo que se supone que yo sé y no sabes; de lo que se supone que yo tengo y deseases. Me lo llamas con ojos fulgurantes por una chispa que doy para que tu alma te abrase y me quedo impregnado en tu piel y en toda nueva mente a la que saltes y en todas las demás pieles que toques y en todos los corazones que ames y es porque vuelvo tu alma un fénix y al renacer se hace brillante. Pero también me lo llamas con ojos vidriosos cuando esa valentía se extingue y anhelas anhelarla de nuevo. Pero ya tienes un secreto: te han surgido peros porque descubres que ser libre en verdad, te da miedo. Aún me lo

Remos aconchados o La Lúna

Entre sales de conchas vivo que fueron antes de sal, conchas duras. Me embalsamas con corales rojiblandos  poblando mis aguas mudas para que me ampare la Lúna; y con esas arenas de brazos me acunas en tu almaternura; y como faro sin faro, ¡fareas luces como las de la Lúna! Y aunque acepto cada fotón reflejo especulado hacia mi nuca, confío en que no olvidas alumbrarte a ti las uñas que de rascar mis aguas y acunarme pueden salirte arrugas. No te acerques ni te vayas que los dos tenemos Lúna y aunque tengas más luz que sombra y yo más su cara oculta ambas son Lúna, y mueven aguas y ambos guiamos barcos, sin duda. Tú, por que aprendes deprisa. Yo, sabio que no aprende nunca. Y ambos en barcos contiguos, el mismo remo, y las mismas musas que nos inspiran a surcar las aguas y a beberlas sin beber torturas. Gracias por farear mi faro con poesía, con ternura que con amor los cristales y el agua se me jidisuelven en virutas. Imagen de flutie8211 en Pixabay  de Julio de 2019 ©Shathu Entayla