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Cegata

Johnny nos ha explicado qué hacer con Qaola. A mí me toca ir en coche a Aranches. Allí esperaré a los productores agrícolas que mueven el negocio que nosotros urdimos por dentro. No puede escapársenos nada… Ahora estoy en el mercado… ¡Es nochebuena, Cegata! Y son las ocho de la tarde. Las luces fulguran como los disparos de guerra de Aranches… “Parece que llueve en Aranches” nos dice Johnny. Llueven bombas, miseria y dinero negro teñido de rojo que después decoloramos hasta hacerlo blanco. Eso es lo que llueve… Espera un segundo… Hay que joderse, un narco me ofrece cinco pavos de porros. Parecía saber que estaba hablando conmigo… ¿Ahora? Espero el coche… Oye, ¿haces algo esta noche? Esta nochebuena está siendo muy corta. Ya sabes, nuestro trabajo no es precisamente para gente sedentaria… ¿Te acuerdas cuando nos tomamos esa copa de absenta con tila? Casi morimos, pero sólo nos indujimos la catalepsia que nos permitió matar al cabrón que disparó a Johnny… Creo que me observan. Me voy de aquí... El narco está detrás de mí… Creo que ya no hay nadie… Ya puedo seguir jugando. Además, tenemos llamadas gratis… Por cierto, vendrás en el coche, ¿no? Sería una pena no poder compartir cama con nadie. Te he cogido gusto, y sabes que me pone muchísimo hacerlo en tu coche… Espera, voy a tomar una callejuela. Creo que me siguen. Que lo intenten. ¡Nadie conoce las calles de este puto barrio mejor que yo!… Oye, ¿te ha llegado algo al correo? Johnny tendría que haber mandado ya lo de los detalles del viaje. Odio cuando se retrasa en cosas tan importantes. A él no le hace falta pero los que somos camareros en nuestra vida privada tenemos que currarnos el puesto. ¡Claro, como él está presuntamente muerto, no tiene vida privada, sólo vida secreta y no tiene que compaginarlas! Ya podía ser más considerado. ¡Le salvamos la vida y le vengamos, coño! Siempre tenemos que hacer el trabajo que más mancha… No sé tú, pero yo no doy para tintorerías con lo que me paga, y me miran raro cuando entro… Oye, ¿vas a venir, o no? Me dijiste que vendrías… en aquella carta… Hay que joderse, ¡una carta!... ¡Qué cursi eres, Cegata!… Creo que hiciste mal en decirme que leías Cumbres Borrascosas. Aunque sé que no me lo hubieras dicho si no te hubiese dicho que yo lo empecé... ¡Puta literatura romántica inglesa! Deberían prohibir esos libros. Hacen débil. Y a nosotros nos hace parecer humanos… Aún no entiendo cómo has pasado del MI6 a aquí. ¿Tan aburridos eran? ¡Qué fama tan inmerecida!... Bueno, vienes, ¿o qué?, aún no me has contestado… Ya veo el coche, espera… ¡Vaya! ¡Johnny! ¿Qué t…?... ¿Qué? ¿Qué dices, Cegata? ¿Cómo que me están apuntando?... ¿Dónde estás?... ¿En el coche?... No. No me jodas, Cegata. No me jodas… ¡Tira el puto móvil!... Me tienes en frente, ¿qué coño quieres?... ¡Vale! Tú ganas, no tiro el móvil… Sabes, yo te quería, hija de puta… Joder, “Cumbres Borrascosas”… Te pega más la Biblia. Especialmente Judas en la última cena… ¿Que me quieres? Pues quítame la puta pipa de la cabez… Mmmm… ¡Mmmm!... ¡Joder!... Ffff… Para eso me besas ahora, para esposarme. ¡Estás loca! ... ¡No! ¡No! ¡Johnny! ¡Joder! ¡Joder! ¡Hija de la gran puta!... ¡Joder!... ¡Yo te quería, sabes! ¡Te quería!... ¡Claro!, por eso no me llegaba el correo... Lo de Qaola y lo de los productores agrícolas, a tomar por el culo también, supongo, ¿no?... ¡Mátame! ¡No voy contigo a ningún sitio!... ¡No te creo! ¡No te creo!... ¡Mátame, puta! Tú ni me quieres ni lo has hecho nunca… ¿Qué coño quieres de mí? ¿Por qué no me matas?... ¿Que quieres que deje mi curro de camarero?... Claro, y me doy por muerto como Johnny… ¿”Claro”? ¿Cómo que “claro”?... No. No me vengas con eso otra vez. Mira, Johnny sería un hijo de puta y todo lo que tú quieras, pero me dio de comer toda mi vida… ¿Crees que me dedico a matar gente por gusto?... ¡Ni de coña! La moral la perdí hace tiempo, pero la dignidad no me falta… ¡Y qué coño tiene que ver que tenga un sueldo fijo para que mates a Johnny!... “Cumbres Borrascosas”. Y tú eres Heathcliff, no te jode: si me muero vivirás toda la vida tras de mí, ¿no?... Si tuvieras cojones estoy seguro de que los tendrías cuadrados… ¡Y por qué coño quieres que siga con el móvil en la oreja!... La policía… Vale… Adiós el puto móvil... Con que fuiste del MI6, ¿no?... Hija de la gran puta… Lo has hecho muy bien, Cegata. Muy bien. Enhorabuena… Sí, quizá te debiese dar las gracias por haberme sacado de aquí… “Cegata”, la mosquita muerta del Clan; la que siempre pasó desapercibida a todo el mundo... Pero para mí no, ¿sabes? ¡Para mí no! ¡Pero ojalá lo hubieses hecho!... ¡Eso! ¡Llora! ¡Puta!... ¡Ah!... Jo-der… Qué bien pegas… Esto… Esto es lo último que voy a recibir de ti, ¿no?... La entrada en tu coche –que ha sido siempre “oficial”– cobrada a puñetazos… Joder,… ojalá fuera verdad que me quieres. Ojalá… Pasaría tranquilo la condena, al menos… ¡Vale! Ya entro yo solo… ¿Que me vas a quitar qué?... ¿Desde cuándo tengo ese micrófono?... ¿Qué es lo que quieres que no se oiga?... Oh, ya entiendo… El coche…

"La mentira en Haiku" de Man Ray

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¡Caca tuya, cacatúa…! Cacareas cacas, rea… ¡Cacatúa! ¡Cacarea! Carámbanos vanos, cacatúa, es lo que sale de tu cacareo. Rea de cacas tuyas eres, cacatúa. Rea de tus deseos. Sueñas cacatúa, cacas tuyas. ¡Cacarea! ¡Rea! ¡Cacarea tus deseos! ¡Carámbanos de sueños ¡Vanos anhelos! Cacas tuyas, cacatúa son tus cacareos ¡Cacatúa! ¡Caca túa! ¡Túa! ¡Caca rea son tus sueños! Imagen libre de Wikipedia Sátira poética a la vanidad de

La bandera

Cada vez que te abrazo, muchas cosas me pasan. Siempre mis manos a tus largos bosques se lanzan y cuando te acarician se enganchan en sus ramas. Bajo esas largas ramas siempre encuentran tu espalda. Planean en los surcos de tu piel, como emplumadas como sin peso, y aterrizan en tu piel de nácar. Y pecho y pecho. Mejilla y mejilla. Juntadas, tras del aterrizaje, como visagras. Como si en pulso y rubor se juntara el alma. y que los pulsos y rubores se contagiaran. El contagio, en un desliz voluntario, atrapa de improviso los pares de labios que, aunque escapan de la atadura del pulso y rubor, no se marchan. Y en un vaivén, los labios atados, se desatan y el aire vuela, vuela y vuela entre las visagras. Pero aunque vuela, cambia y baila, luego se apaga y solamente el silencio suena, labios en calma. Y al abrir los ojos, y reenfocar la mirada veo tu cara, el rostro precioso al que besaba. Ese rostro. Un rostro que es una bandera izada sobre el mástil de un cuerpo de una belleza franca. Un

Un abrazo

Alquitranes húmedos besan mis sketchers ya pasadas dadas de sí por miles de pasos. Unos andados, otros bailados. Otros que buscan algo. A veces, en estas noches como un pecíolo de hoja que, en otoño se resquebraja en silencio mucho antes de caer, mi ánimo, también se resquebraja. De mis ojos salen lágrimas  que son de aire porque la humedad la tienen el alquitrán y mis pasos y mi sudor y mis pasos. Y por la soledad de dentro de mis ojos no sale nadie. Muchísimas noches abrazaría el aire me devolvería el abrazo más amable el más tierno, el más gentil, y el más suave Pero es que de todo eso es demasiado el aire y se desharía entre mis manos de carne. Necesito un abrazo que sea tierno y terso y firme y sinuoso. Justo como el dibujo del resquebrajo de ese pecíolo qué está en mi ánimo. Un abrazo  que dibujara el resquebrajo pero en sentido contrario: que acabara de romper o reparase esa hoja. Un abrazo. Que me impidiera llorar o precipitara el llanto. O quizá a encontrarme o romperme con ot