"Se llama malo al que se equivoca
con una asiduidad sospechosa"
Y yo sospecho
que soy malo.
Lo soy. Pecador,
Asesino, abusador
en potencia.
Y muerto.
Y a punto estuve de morir
en estas paredes.
Una de las veces que mori
la escribí en un poema.
Pero he muerto muchas veces.
Fui ceniza de un miércoles
de ceniza de un adepto:
resto del pecado abyecto
tras catarsis del héroe.
Malo fui antes que ceniza
porque yo erré asiduamente.
He aquí postreros errores
que vieron estas paredes:
Destruí mi piel de tela.
Y esa tela la quemé.
Y ardiendo cual cometa
amor asesiné.
Este sacó la lengua
con presteza me hizo ver
que cuando amor se siente
sobre el odio ha de ser.
Y morí al matar amor
entre llamas de un doler.
Y al retorcerme en culpa
me quemé sobre él.
La ceniza que quedó
voló. Volamos los dos
sobre tierra de papel.
En él estaban las letras
de mi vida. Las manché
con ceniza que pequé.
Y quitarme vida quise
y la arrugué.
Concerté cita con la muerte
y me asusté.
Y me quemé con su piel mi piel
esa que ya me quemó una vez
antes de siquiera conocer
la saña de su guadaña y sed.
Y reculé
sobre el rosal
del sano miedo.
Desde él se ve
si este no estorba
el buen sendero.
Y el sendero de la vida vi
y viví de nuevo
para, en vida, no querer morir.
Y yo viví por miedo a morir
en mi alma estando ya más que muerto
otra de las veces que morí.
Por eso la tumba no concocí
y volví como un niño naciendo
que tras respirar, sale viviendo.
Y erré. Érré viviendo
tanto érré como muriendo.
y erré tan asiduamente
que aunque fuese hombre bueno
regresé tal mal espectro
sobre mi papel. Irguiendo
bandera de vida nueva
diciendo: "Soy malo, ¿y qué?
como todo ser, si es honesto
y como muerto y vivo pienso,
y grito, y digo, y siento
que malo soy porque erré
pero habiendo errado una vez
puedo elegir ser bueno
si en aprendiendo del error
la mi ceniza disuelvo
en prudencia y voluntad
de serlo. Y yo eso quiero.
Por eso aun siendo malo
aún sigo siendo bueno.
Pues no errar quiero. Y aun sabiendo
que me he de equivocar
con cada suceso nuevo,
que malo seguiré siendo,
siempre un paso más cercano
estaré yo de ser bueno
que quien no esfuerce por serlo.
Y aunque fui a matar -no miento-
cogiendo -¡tan vil!- del cuello
a alguien a quien amo y quiero;
y aunque no quise mi vida
amainándome a placebos
hasta en cama estar muerto;
y aunque mal erré diciendo,
y haciendo, y gritando, y aún erro
yo yerro tal ser humano.
Y el humano es malo y bueno
y el que no quiero verlo
erra en querer estar ciego.
A mí me robaron mi hogar
por error, mas la maldad
la fue elegida, empero
de saber que se iba a errar.
Y jamás hubo consuelo
para quien perdió. Jamás
hasta ahora, cuando otro hogar
nos espera. No en el cielo
donde una vez quise estar
dirigiéndome al infierno
sino a otro nuevo hogar
en que podemos vivir.
Y seguir viviendo
y seguir errando
por querer ser bueno.
Y morir viviendo
no vivir matando
de ese tanto miedo.
Que el miedo salvó una vez
mi vida. Pero con miedo
aunque se puede vivir
no se puede estar viviendo.
con una asiduidad sospechosa"
Y yo sospecho
que soy malo.
Lo soy. Pecador,
Asesino, abusador
en potencia.
Y muerto.
Y a punto estuve de morir
en estas paredes.
Una de las veces que mori
la escribí en un poema.
Pero he muerto muchas veces.
Fui ceniza de un miércoles
de ceniza de un adepto:
resto del pecado abyecto
tras catarsis del héroe.
Malo fui antes que ceniza
porque yo erré asiduamente.
He aquí postreros errores
que vieron estas paredes:
Destruí mi piel de tela.
Y esa tela la quemé.
Y ardiendo cual cometa
amor asesiné.
Este sacó la lengua
con presteza me hizo ver
que cuando amor se siente
sobre el odio ha de ser.
Y morí al matar amor
entre llamas de un doler.
Y al retorcerme en culpa
me quemé sobre él.
La ceniza que quedó
voló. Volamos los dos
sobre tierra de papel.
En él estaban las letras
de mi vida. Las manché
con ceniza que pequé.
Y quitarme vida quise
y la arrugué.
Concerté cita con la muerte
y me asusté.
Y me quemé con su piel mi piel
esa que ya me quemó una vez
antes de siquiera conocer
la saña de su guadaña y sed.
Y reculé
sobre el rosal
del sano miedo.
Desde él se ve
si este no estorba
el buen sendero.
Y el sendero de la vida vi
y viví de nuevo
para, en vida, no querer morir.
Y yo viví por miedo a morir
en mi alma estando ya más que muerto
otra de las veces que morí.
Por eso la tumba no concocí
y volví como un niño naciendo
que tras respirar, sale viviendo.
Y erré. Érré viviendo
tanto érré como muriendo.
y erré tan asiduamente
que aunque fuese hombre bueno
regresé tal mal espectro
sobre mi papel. Irguiendo
bandera de vida nueva
diciendo: "Soy malo, ¿y qué?
como todo ser, si es honesto
y como muerto y vivo pienso,
y grito, y digo, y siento
que malo soy porque erré
pero habiendo errado una vez
puedo elegir ser bueno
si en aprendiendo del error
la mi ceniza disuelvo
en prudencia y voluntad
de serlo. Y yo eso quiero.
Por eso aun siendo malo
aún sigo siendo bueno.
Pues no errar quiero. Y aun sabiendo
que me he de equivocar
con cada suceso nuevo,
que malo seguiré siendo,
siempre un paso más cercano
estaré yo de ser bueno
que quien no esfuerce por serlo.
Y aunque fui a matar -no miento-
cogiendo -¡tan vil!- del cuello
a alguien a quien amo y quiero;
y aunque no quise mi vida
amainándome a placebos
hasta en cama estar muerto;
y aunque mal erré diciendo,
y haciendo, y gritando, y aún erro
yo yerro tal ser humano.
Y el humano es malo y bueno
y el que no quiero verlo
erra en querer estar ciego.
A mí me robaron mi hogar
por error, mas la maldad
la fue elegida, empero
de saber que se iba a errar.
Y jamás hubo consuelo
para quien perdió. Jamás
hasta ahora, cuando otro hogar
nos espera. No en el cielo
donde una vez quise estar
dirigiéndome al infierno
sino a otro nuevo hogar
en que podemos vivir.
Y seguir viviendo
y seguir errando
por querer ser bueno.
Y morir viviendo
no vivir matando
de ese tanto miedo.
Que el miedo salvó una vez
mi vida. Pero con miedo
aunque se puede vivir
no se puede estar viviendo.
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