Aún te recuerdo triste.
Llorabas medio pantano
y el otro medio venciste
en silencio. Sin gritarlo
como clamaban tus labios.
Mas son de nácar tus labios.
Son labios de nácar blando.
Nácar, porque siendo opaco
bajo el brillo brilla tanto.
Blandos, porque son labios
de labios enamorando.
Y siempre brillan amando.
Y yo te veo. Te he mirado
llorando, sufriendo, brillando.
Brillando a mí: ¡Y tú a nado
ahogando con rejas de esparto,
(las pardas de mis labios)
dolores enamorados!
¡Y sangra tu nácar llantos
de esparto¡ ¡Placen me amando!
¡Labios! ¡Escuchadme, labios!:
¡A mi! ¡A mí estás brillando!
¿Os dais cuenta, labios?
¡A mí! ¡A labios de esparto!
¡Rejas negras son mis labios!
¡A mí! ¡A mí estás brillando!
¡A mí! ¡A mí me han besado
esos nácares blandos
y tus nácares le has dado!
Y, ¿sabéis qué, bellos labios?
¡Que se han quedado en mis labios
mezclándoseme al esparto!
Y desean llorar tanto
como esos tus ojos pardos
antes verdes. Antes cuando
no te veía llorando,
excretando en un pantano
de dolores vertebrados
el verde de tus ojos pardos.
¡Fueron verdes¡ ¡Aquel cuándo
cuando me estabas brillando
verdemente…! ¡Y mis labios
aún no te habían ahogado
ni abandonado en esparto
manchando tu nácar blanco!
¿Y están ahora esperando
que renacaren tus labios
mis labios negros de esparto?
¡Gozas del dolor y el llanto
y/o me brillas demasiado!
¡Labios, no! ¡Que no! ¡No, labios!
Esparto es siempre el esparto.
Negro pardo. Nunca blanco.
Nunca verde. Nunca blando.
¡No sabe renacar labios
de nácar blanco sin pardos!
¿Os dais cuenta, labios?
¡Que a mí ¡A labios de esparto!
¡A mis labios vais brillando!
¿No sabéis ya, bellos labios
que se han quedado en mi esparto
aquellos nácares blancos,
y desean llorar tanto
como esos tus ojos pardos
antes verdes? ¡Se han tornado
ya en el agua de un pantano
de dolores vertebrados
por veros a ti llorando!
¿No sabéis que veo brillando
a nuestros labios? ¿Los cuatro
que ya están entrelazados,
se entregando, se brillando?
¡Mezclando nácar y esparto!
¡Labios, no! ¡Que no! ¡No, labios!
¡Espartados estáis ambos
no os sigáis haciendo daño!
Tú, con tus bellos labios
de ese bello nácar blanco.
Y yo, con mis negros labios
de esparto negro y pardo.
¡Cada cual por separado!
¡Separados! ¡Separados
que ya veo brillar tus labios
sin pardo, negro, ni llanto!
¡Rápido, sal! ¡Sal volando
y no nades en pantanos…!
¡Aprovecha y besa blando
que ya veo tus bellos labios
blancos! ¡Brillantes! ¡Brillando!
¡Rápido, sal! ¡Sal volando!
¡Busca otros nácares blancos!
Aléjate de mi esparto…
Que a pocos lo estás tornando
en algo que no es esparto
¿Labios…? No… Quizá… ¡No, labios!
No quiero hacerte más daño….
Mas ahora veo brillando
A nuestros labios. Los cuatro
que ya están enlazados
se entregando, se amando.
Tú con esos bellos labios
de ese bello nácar blanco.
Y yo con mis negros labios
de esparto. Esparto tornado
blanco, brillante y brillando.
¿Labios? ¡No huyáis, bellos labios!
¡Pero ya salid volando!
¡Os temo por vosotros, labios!
No os quiero queriendo el blanco
del pantano que se ha tornado
mi esparto. ¡Que es blanco pardo!
Ya no es negro. Por tus labios…
Gracias a tus labios labios…
¡Pero siguen siendo esparto
mis labios! ¡Alto! ¡No, labios!
¡Que te diré “sí”, y el daño,
y el esparto, negro y pardo
de nuevo allana tus labios!
¡Labios! ¡Labios! Labios. Labios…
Labios de nácares blandos…
¡Nácares de blanco opaco
que es brillante aun opacado!
¡Labios blandos como labios
de labios enamorando!
No me beséis así, labios
que de mí no sé apartaros
si me perdonáis amando.
Llorabas medio pantano
y el otro medio venciste
en silencio. Sin gritarlo
como clamaban tus labios.
Mas son de nácar tus labios.
Son labios de nácar blando.
Nácar, porque siendo opaco
bajo el brillo brilla tanto.
Blandos, porque son labios
de labios enamorando.
Y siempre brillan amando.
Y yo te veo. Te he mirado
llorando, sufriendo, brillando.
Brillando a mí: ¡Y tú a nado
ahogando con rejas de esparto,
(las pardas de mis labios)
dolores enamorados!
¡Y sangra tu nácar llantos
de esparto¡ ¡Placen me amando!
¡Labios! ¡Escuchadme, labios!:
¡A mi! ¡A mí estás brillando!
¿Os dais cuenta, labios?
¡A mí! ¡A labios de esparto!
¡Rejas negras son mis labios!
¡A mí! ¡A mí estás brillando!
¡A mí! ¡A mí me han besado
esos nácares blandos
y tus nácares le has dado!
Y, ¿sabéis qué, bellos labios?
¡Que se han quedado en mis labios
mezclándoseme al esparto!
Y desean llorar tanto
como esos tus ojos pardos
antes verdes. Antes cuando
no te veía llorando,
excretando en un pantano
de dolores vertebrados
el verde de tus ojos pardos.
¡Fueron verdes¡ ¡Aquel cuándo
cuando me estabas brillando
verdemente…! ¡Y mis labios
aún no te habían ahogado
ni abandonado en esparto
manchando tu nácar blanco!
¿Y están ahora esperando
que renacaren tus labios
mis labios negros de esparto?
¡Gozas del dolor y el llanto
y/o me brillas demasiado!
¡Labios, no! ¡Que no! ¡No, labios!
Esparto es siempre el esparto.
Negro pardo. Nunca blanco.
Nunca verde. Nunca blando.
¡No sabe renacar labios
de nácar blanco sin pardos!
¿Os dais cuenta, labios?
¡Que a mí ¡A labios de esparto!
¡A mis labios vais brillando!
¿No sabéis ya, bellos labios
que se han quedado en mi esparto
aquellos nácares blancos,
y desean llorar tanto
como esos tus ojos pardos
antes verdes? ¡Se han tornado
ya en el agua de un pantano
de dolores vertebrados
por veros a ti llorando!
¿No sabéis que veo brillando
a nuestros labios? ¿Los cuatro
que ya están entrelazados,
se entregando, se brillando?
¡Mezclando nácar y esparto!
¡Labios, no! ¡Que no! ¡No, labios!
¡Espartados estáis ambos
no os sigáis haciendo daño!
Tú, con tus bellos labios
de ese bello nácar blanco.
Y yo, con mis negros labios
de esparto negro y pardo.
¡Cada cual por separado!
¡Separados! ¡Separados
que ya veo brillar tus labios
sin pardo, negro, ni llanto!
¡Rápido, sal! ¡Sal volando
y no nades en pantanos…!
¡Aprovecha y besa blando
que ya veo tus bellos labios
blancos! ¡Brillantes! ¡Brillando!
¡Rápido, sal! ¡Sal volando!
¡Busca otros nácares blancos!
Aléjate de mi esparto…
Que a pocos lo estás tornando
en algo que no es esparto
¿Labios…? No… Quizá… ¡No, labios!
No quiero hacerte más daño….
Mas ahora veo brillando
A nuestros labios. Los cuatro
que ya están enlazados
se entregando, se amando.
Tú con esos bellos labios
de ese bello nácar blanco.
Y yo con mis negros labios
de esparto. Esparto tornado
blanco, brillante y brillando.
¿Labios? ¡No huyáis, bellos labios!
¡Pero ya salid volando!
¡Os temo por vosotros, labios!
No os quiero queriendo el blanco
del pantano que se ha tornado
mi esparto. ¡Que es blanco pardo!
Ya no es negro. Por tus labios…
Gracias a tus labios labios…
¡Pero siguen siendo esparto
mis labios! ¡Alto! ¡No, labios!
¡Que te diré “sí”, y el daño,
y el esparto, negro y pardo
de nuevo allana tus labios!
¡Labios! ¡Labios! Labios. Labios…
Labios de nácares blandos…
¡Nácares de blanco opaco
que es brillante aun opacado!
¡Labios blandos como labios
de labios enamorando!
No me beséis así, labios
que de mí no sé apartaros
si me perdonáis amando.
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