Ir al contenido principal

Valiente

Lo soy
porque doy 
significados raros a mis besos,
porque amo raro
y abrazo raro
pero bello.

Y algo ves en mí que te libera.
Algo de esa extrañeza.
Y te asombra tu comodidad,
la facilidad, y mi franqueza.
Y por eso me dices valiente.

Me llamas valiente.

Me lo llamas
con ojos valerosos
y me miras contagiada
de esa valentía
y con ganas de cambiar
su propia vida.

Me lo llamas
con ojos hambrientos
de lo que se supone que yo sé
y no sabes;
de lo que se supone que yo tengo
y deseases.

Me lo llamas
con ojos fulgurantes
por una chispa que doy
para que tu alma te abrase
y me quedo impregnado en tu piel
y en toda nueva mente a la que saltes
y en todas las demás pieles que toques
y en todos los corazones que ames
y es porque vuelvo tu alma un fénix
y al renacer se hace brillante.

Pero también me lo llamas
con ojos vidriosos
cuando esa valentía se extingue
y anhelas anhelarla de nuevo.
Pero ya tienes un secreto:
te han surgido peros
porque descubres que ser libre
en verdad, te da miedo.

Aún me lo me llamas
con ojos ya distantes
cuando ese secreto 
ya te hace pensarme lejos,
y alejarte de lo que en mí admiraste,
y rehabitas la caverna, por ver complejo
(o peor, aún, complicado)
un camino que tenía que ser exacto
reflejo de tu voluntad.
Nada menos. Nada más.

Más tarde me lo vuelves a llamar
con ojos agradecidos
cuando agotas lo aprendido 
de mi valentía
y sigues otro camino:
el mismo que seguiste antes de mí,
uno que no es tuyo, uno aprendido,
pero con algo más de ti.

Y me quedo solo.
Porque yo nunca quise tu valentía,
ni la que yo he tenido.
Yo solo quería
andar el camino contigo.

Yo no soy más valiente que tú.
Aunque quizá 
hago las cosas con miedo
en cantidad
y ha dejado de ser mi enemigo.
Y si lo fui, fue necesidad
porque o amaba en libertad
o amaba sin realmente amar.
Porque amando como nos enseñan
que todo el que ama sueña
lo que ama hasta un día cortar.
Y yo al amar tengo costumbre
de amar lo real, sin pesadumbre
de amar no más de lo que está
e ir creando en el camino
todo lo que se puede amar.

Sólo se amar bien. 
Nada más.
Ni perfecto, solo bien. 
Nada más.
Pero qué difícil es amar bien
en libertad.
Y sobre todo
qué difícil es dejarse amar.
Tanto que tú misma prefieres 
la jaula
a poder volar.
Porque la jaula encierra 
pero acota
la libertad agota 
por su inmensidad.
Y poca gente está dispuesta
a crear amando 
su propio hogar.

¿Por qué da miedo la libertad?
¿Por qué atrae más su idea que al ser real?
¿Porque no se puede alcanzar?
¿Por no creer poder volar?
¿Porque hay cosas que te impiden
amar como quieres amar?

Siempre se elige el cómo amar.
Y quien elige cambiar cómo ama
siempre es por necesidad.
Y puedas o no hacerlo del todo
en este mundo de poca paz,
siempre hay albergues en la guerra
y sino, quien a buscar no empieza
de la jaula no saldrá jamás.

Dedico esto a toda la gente que me ve valiente
a esa a la que creo fantasías de libertad
y, confieso que, aunque me gusta abrir ojos ajenos
de a poco me cansa despertar fantasías ya.

Foto de 0fjd125gk87 en Pixabay

 de ©Shathu Entayla

Comentarios

Popular Posts

Un abrazo

Alquitranes húmedos besan mis sketchers ya pasadas dadas de sí por miles de pasos. Unos andados, otros bailados. Otros que buscan algo. A veces, en estas noches como un pecíolo de hoja que, en otoño se resquebraja en silencio mucho antes de caer, mi ánimo, también se resquebraja. De mis ojos salen lágrimas  que son de aire porque la humedad la tienen el alquitrán y mis pasos y mi sudor y mis pasos. Y por la soledad de dentro de mis ojos no sale nadie. Muchísimas noches abrazaría el aire me devolvería el abrazo más amable el más tierno, el más gentil, y el más suave Pero es que de todo eso es demasiado el aire y se desharía entre mis manos de carne. Necesito un abrazo que sea tierno y terso y firme y sinuoso. Justo como el dibujo del resquebrajo de ese pecíolo qué está en mi ánimo. Un abrazo  que dibujara el resquebrajo pero en sentido contrario: que acabara de romper o reparase esa hoja. Un abrazo. Que me impidiera llorar o precipitara el llanto. O quizá a encontrarme o romperme con ot

La bandera

Cada vez que te abrazo, muchas cosas me pasan. Siempre mis manos a tus largos bosques se lanzan y cuando te acarician se enganchan en sus ramas. Bajo esas largas ramas siempre encuentran tu espalda. Planean en los surcos de tu piel, como emplumadas como sin peso, y aterrizan en tu piel de nácar. Y pecho y pecho. Mejilla y mejilla. Juntadas, tras del aterrizaje, como visagras. Como si en pulso y rubor se juntara el alma. y que los pulsos y rubores se contagiaran. El contagio, en un desliz voluntario, atrapa de improviso los pares de labios que, aunque escapan de la atadura del pulso y rubor, no se marchan. Y en un vaivén, los labios atados, se desatan y el aire vuela, vuela y vuela entre las visagras. Pero aunque vuela, cambia y baila, luego se apaga y solamente el silencio suena, labios en calma. Y al abrir los ojos, y reenfocar la mirada veo tu cara, el rostro precioso al que besaba. Ese rostro. Un rostro que es una bandera izada sobre el mástil de un cuerpo de una belleza franca. Un

Para la gente a la que beses

Hay gente  que necesitas besar  muchas veces  porque el fin de un beso es  siempre  el principio de otro  que aún no ha venido. Hay gente que necesitas besar  muchas veces porque cada beso es siempre como estar en casa y ser querido. Hay gente que la besas y no vuelve (pocas veces). Pero dentro de ti es siempre un recuerdo vívido de haber vivido. Hay gente que la besas y no vuelve muchas veces y duele ver, porque es siempre ver al otro yendo a otros caminos. Hay gente  que la besas, te arrepientes y así siempre, muchas, o una sola vez. Siempre, y aunque no después, besar se quiso. Hay gente que la besas y no vuelve para siempre porque el mismo tiempo es siempre quien os ha llevado  hacia el olvido. Hay gente  que la besas y sí vuelve muchas veces, y despierta algo que es siempre algo que aun dormido era cariño. Hay gente que no besas y sí vuelve muchas veces, y se queda porque es siempre amor, aun siendo otro que el del inicio. Hay gente que la besas y sí vuelve. Pero, a veces. Y lo in