Mi amigo escritor y yo íbamos hablando, y se me ocurrían mil historias que escribir también.
Lo sabía: tenía una nueva y fabulosa historia en mente. Iba a contársela a mi camarada de gremio artístico, pero el cambio de conversación que se dio de repente hizo que se me olvidase, sin remedio.
¡Qué rabia! Otra historia perdida. Otra historia directa al baúl de los relatos perdidos. Ese baúl que se abre cuando quiere -si se abre- y que guarda las historias que nunca se han escrito ni se escribirán.
Mi amigo me decía al contarselo: "Ese baúl que guarda los secretos de la humanidad"
Comentarios
Publicar un comentario