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Mi Autobiografía

Mi nombre es Francisco José Hidalgo
De un padre del mismo nombre.
Infancia fácil, sin mucho que contar:
A los seis mi primer diente
A los seis mi primer puñetazo.
La discriminación era mi amiga
Amaba el suelo al que miraba
Dar vueltas al patio me encantaba.
A los seis al psicólogo
Era demasiado problemático.
A los seis mi mejor amigo
Mi madre le cuidaba
Le llamaba “abuelo” pero no lo era
Le debería haber llamado amigo
Yo fui su infancia perdida.
Él fue la que me faltaba.

A los ocho, terminé el psicólogo
A los ocho me hice Scout.
Pero a los diez me fui.
Aunque mi pañoleta se fue
Mi promesa se quedó.
A los doce, mi primer amor
No correspondido
Huyo dejando mis pedazos en el suelo.
A los catorce, mis vocaciones:
Teatro y Escritura.
Y otros dos amores
-todos como el primero-
Murió mi mejor amigo
Conocí a mi mejor amiga.
No aprendí a ser feliz
Pero gané un beso.

Hace tiempo que la soledad vino
Menos mal que la olvidé con el olvido.
No sé cómo aprenderlo
Pero tendré que aprender a serlo
Soy inocente, no escarmiento.
Soy un niño, pero lo intento.
No hay manera de evitar cuanto siento
y tampoco quiero hacerlo
No puedo parar mi pensamiento
Mi vida no tiene freno

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Flores en el asfalto

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Para poner en pausa el reloj de la máquina  y despertar con dulzura al espíritu. Para sentir el placer que da el tiempo sin cronómetro  el tiempo sin destino; el vivir en sí mismo. Para apreciar los minutos y sus segundos el continuo sin discretos y el corazón que nunca paró de latir. Para honrar al cansancio (¡oh cansancio!) que nos permite contemplar en vez de hacer; que nos permite sentir en vez de evitarnos; que nos permite jugar en vez de optimizar. Para que el tiempo sin sentido, dé sentido. Para no caer en la tentación  de darle uno. Para parar para sentir para apreciar para contemplar para jugar. Ahora oro para que el tiempo sólo sea tiempo. Kha feijôl. Imagen de Ola Dapo  en Pexels  de ©Shathu Entayla