Ir al contenido principal

Efecto Doppler

La ciudad es un universo:
toda partícula tarda millones de años en moverse.
A veces voy a verte (a ti y a ti y a ti)
y tardo más en llegar a ti
que en despedirme.

A veces las partículas se concentran
pero otras,
como en el universo cuando te alejas,
todo está lejos.
Un abrazo no llega en siglos,
a veces las distancias disuelven los lazos
y la exulansis desata la soledad.

Quiero un botón de parar
de reiniciar
de regresar al punto en que se tuercen las cosas.
(En el que se torcieron todas.)
A veces daría lo que me queda de vida
por arreglar todo lo que no pude
aunque mi vida entera resultasen 18 años
serían 18 años perfectos.
Yo, que nunca me arrepentí,
hoy, de todo me arrepiento.

Así me vuelvo viejo.
Siento que la muerte me acaricia la cabeza
como una de las lloronas
que puso sobre el muerto divino
la manta sagrada.
¿Qué importaría que hubiese o no
un espíritu santo
si no sintiese ya las caricias
ni esas lágrimas,
ni el tacto de esa manta?

Cuando voy a un aeropuerto siento esperanza
siento los aeropuertos como botones de reset:
algo nuevo traen con ellos
y me hacen ilusión esas formas de nubes
y cristales de hielo
que sobrevuelan la muerte del avión
que sería la tierra.

La muerte del avión es la tierra
por eso vuela alto.
Si flaquea, se desvanece y se estrella.

Me siento abandonado de la vida.
Nadie me pregunta qué tal de corazón,
con ganas de atravesarme,
con ganas de sentirme sintiendo.
La gente pregunta "qué tal", por saberlo,
quieren la información de cómo estás
pero no quieren saber cómo estás,
porque para saberlo hay que sentirlo.
Quiero impactar. No comunicarme
con alguien. Hoy no sé hacerlo.

Y hoy la gente se mueve ligera
y yo me estoy cayendo.
Si veo a alguien caerse le levanto,
¿pero a mí quién me recoge?
¿quién me repara el alma?
¿quién me hace un niño?
¿quién me unta su compasión?
¿quién, aparte de la fría distancia
y las prisas
y los trayectos inhumanos de la ciudad?
¿quién aparte de este universo infinito
y este silencio que parece eterno
y que ignoramos, oculto entre el ruido?
¿quién puede sacarme del pecho
y de los ojos (¡sobretodo de los ojos!),
percibir la vida como una tragedia
sentir el peso de las hojas del destino
y su tinta convertiéndose en mi sangre?

Y si hubiese alguien,
¿cuántos trasbordos tendría que hacer?
¿O cuánto le costarían cada uno de sus pasos?
¿Le quedarían fuerzas
o la fricción de la vida
dejaría su poso inextinguible
de frialdad no pretendida?
¿Quién es capaz
de extremar a alguien
hasta el equilibrio?

Nadie.
Y me da vergüenza pedir algo
que nadie
puede darme
(de ahí la exulansis).

Antes esta hoja estaba en blanco
y parecía, en su vacío, contener esto:
contenerme a mí. Entero.
A veces querría volverme
la tinta de mis poemas
y que fuesen mis poemas
los que, usándome, escribieran.
Así, la responsabilidad de vivir
serían ellos quienes las tuvieran,
y yo, como soldado creído muerto,
libre como un náufrago viviera,
y que hasta la muerte viniese a la orilla.
El mar... Dios mío, mar, ¿quién te tuviera...?


 de ©Shathu Entayla

Comentarios

Popular Posts

Amores singulares, en plural

Y mirarte a los ojos y morirme de hambre por querer abrazarte por bailar en tus lirios. Porque yo codicio  almas con la piel y no es lo mismo que codiciar solo las pieles. Porque quiero el calor que dan y no la sangre que tienen. Porque un alma sin viajar  a ninguna piel pertenece. Yo pertenezco a quien me quiere. Y viajo de mí para tí. Quiero anidarme en tí  como el rocío a la tierra como el calor a la piedra como un romance en abril Quiero enternecerme en soñar tu cobijo. Quiero enternecerme en ti y eso elijo. Quiero que seas ese lugar donde perderme y bailar sin pasadizos. No sé quién serás, y no importa. Si me amares, es lo mismo. Pero luego te miraré reflejando tu amor porque, aunque para ser amado todo cariño es prolijo, tu color para amarme cambiará los ojos con que te elijo. Ven a besarme y a abrazarme y viajaré rápido al suicidio. Porque matarme por elegir amor no es más que vivirme en otro sitio. Ámame, que eso quiero. Que cuando falta, de amor, alivio todo los ...

El resquebrajo

Y de pronto el resquebrajo que ya sentía sólo sirve para acabar de romperme, y los pedazos de mí se clavan en mi capacidad de dormir, de sonreír y de querer la vida. Yo, que siempre fui la Antígona que va a morir por lo que le importa pero que se desnuda para sentir el aire frío y sentir que está viva. Yo, la Antígona, que muere cuando su hermano muere por segunda vez, está vez en el destierro de su cadáver. Yo, como ella, muero. La vitalidad de Antígona se va en su muerte. Su muerte es su muerte. Pero mi muerte es la vida.  El resquebrajo es como un desprendimiento: había indicios, pequeñas señales que el monte iba a caerse, pero de repente se cae, y parece que nunca hubo aviso. O que daba igual que lo fuera, porque era inevitable. Parece un capricho de Dios. Parece que no había nubes de tormenta. Pero, de repente, todo es barro, todo es polvo. Todo es hiel. El resquebrajo ya no es tal. Ya estoy roto. Como están rotas las conchas de mar llevadas por el agua. Como el mimbre cuando ...

Tener libido es de aliens

Leo una novela erótica. Me enternece la complicidad. Se ponen a follar. Me pongo nervioso. No cachondo, no. Nervioso como el gerbo que huye. Leo el polvo como leo un epitafio y me fuerzo a acabar el capítulo. (Aunque los nervios no querían). Una, tiene un orgasmo: vital y místico. Otro, no se corre pero: vital y místico. Se despiden. Se besan . Me enternece la complicidad. Acaba el capítulo. Cierro el libro. ... Me entran ganas de llorar. Acabo de leer sobre aliens. Los aliens no son de mi especie. Funcionan distinto. ... Me entran ganas de llorar. porque yo antes era un alien. Siento que nunca he follado. La parte de mi que folla se ha roto. Siento que nunca he querido hacerlo cuando siempre tuve luciérnagas en los ojos con los que miro todo. Algo de mi alma se ha roto. Y estaba en mi cuerpo. Y, dentro de mi cuerpo, en mis ojos. Algo de mi alma se ha roto. Algo vital y místico, como en ese polvo, que ahora es polvo de mis ojos. de ©Shathu Entayla