RÉQUIEM (00:17)
Oremos, hoy, por aquel difunto perdido.
Conocida ella por sus virtudes rastreras
y por sus obsesiones ilícitas
que a veces fueron un vicio.
Hora es de enterrar la suciedad y el pecado
de aquella conciencia manchada
de destrucción y pena autoimpuesta.
Hora es de mirar hacia otro lado.
Recemos hoy a Dios, para que se apiade
de todo resto mortal de la obsesión
e irrealidad que produjo la lujuria
amadora de la desconfianza que ya no la invade.
Que así sea.
BAUTIZO (más o menos a las 12:00)
Hoy, concedemos la bendición de Dios
a esta hija huérfana de Madre
Mente, quiso llamar a su hija, Voluntad.
Y ese nombre será agraciado por Dios.
En este sacramento limpiaremos su alma.
Pecados por nacer que ya no están
al limpiar el antiguo vicio de su madre.
Usará la conciencia como escudo y no como arma.
Voluntad, será agraciada por Dios de forma especial:
Se la concederá el don de actuar desde el amor,
y la autoridad actuando con serenidad y cautela
obviando dudas insustanciales e inservibles.
Que así sea.
REUNIÓN DE INVITADOS (En cualquier momento)
Si existe un Dios, que bendiga a esta niña que nace -si no lo ha hecho ya- con este escrito, pues, si la Voluntad es más fuerte que la Mente esta dejará de existir. Esa mente que nos hace dudar sin motivo de nosotros mismos y que, a veces, nos cuesta quitar, a pesar de que sean familia.
Nuestra mente nos lleva a razonar, a veces a demasiado, y más hoy en día entre estrés y problemas personales extravagantes.
Nuestra voluntad nos hace actuar y, si conseguimos que madre e hija se lleven bien, harán una familia muy feliz.
Espero que el párroco que dio el réquiem y el bautizo el otro día, no me tenga estos comentarios en cuenta, pues, como invitado que soy, tengo mente para pensar, pero nunca sobre mi voluntad. Así que no podrá hacer nada si no acepta mi opinión; hace mucho que acepté la suya. Dicho esto mi voluntad dicta mi mundo. Un mundo ahora imperfecto...
Que así no tiene seguir porqué siéndolo.
Que sea tu voluntad quien elija la hora de tus ritos. Que seas tú quien los elija, y no un párroco.
Oremos, hoy, por aquel difunto perdido.
Conocida ella por sus virtudes rastreras
y por sus obsesiones ilícitas
que a veces fueron un vicio.
Hora es de enterrar la suciedad y el pecado
de aquella conciencia manchada
de destrucción y pena autoimpuesta.
Hora es de mirar hacia otro lado.
Recemos hoy a Dios, para que se apiade
de todo resto mortal de la obsesión
e irrealidad que produjo la lujuria
amadora de la desconfianza que ya no la invade.
Que así sea.
BAUTIZO (más o menos a las 12:00)
Hoy, concedemos la bendición de Dios
a esta hija huérfana de Madre
Mente, quiso llamar a su hija, Voluntad.
Y ese nombre será agraciado por Dios.
En este sacramento limpiaremos su alma.
Pecados por nacer que ya no están
al limpiar el antiguo vicio de su madre.
Usará la conciencia como escudo y no como arma.
Voluntad, será agraciada por Dios de forma especial:
Se la concederá el don de actuar desde el amor,
y la autoridad actuando con serenidad y cautela
obviando dudas insustanciales e inservibles.
Que así sea.
REUNIÓN DE INVITADOS (En cualquier momento)
Si existe un Dios, que bendiga a esta niña que nace -si no lo ha hecho ya- con este escrito, pues, si la Voluntad es más fuerte que la Mente esta dejará de existir. Esa mente que nos hace dudar sin motivo de nosotros mismos y que, a veces, nos cuesta quitar, a pesar de que sean familia.
Nuestra mente nos lleva a razonar, a veces a demasiado, y más hoy en día entre estrés y problemas personales extravagantes.
Nuestra voluntad nos hace actuar y, si conseguimos que madre e hija se lleven bien, harán una familia muy feliz.
Espero que el párroco que dio el réquiem y el bautizo el otro día, no me tenga estos comentarios en cuenta, pues, como invitado que soy, tengo mente para pensar, pero nunca sobre mi voluntad. Así que no podrá hacer nada si no acepta mi opinión; hace mucho que acepté la suya. Dicho esto mi voluntad dicta mi mundo. Un mundo ahora imperfecto...
Que así no tiene seguir porqué siéndolo.
Que sea tu voluntad quien elija la hora de tus ritos. Que seas tú quien los elija, y no un párroco.
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