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Destino Mágico

¿Habéis oído hablar alguna vez de los milagros? Yo también. No sé que pensaréis vosotros; no creo en ellos. Sin embargo, sí que creo en la magia.

¿Qué es para mi la magia? El poder para cambiar el mundo (otras personas le llaman Amor, y realmente no hay mucha diferencia).

A veces esa magia se esconde en una revolución. Otras en una persona que llega a tu vida. O, incluso, en simples palabras que son capaces de hacer mella en el punto más recóndito de la psique.

El alma humana en realidad es como el cuerpo: hasta que no te tocan ciertas partes, no sabes que existen. Pero eso no significa que no lo hagan.

¿Quién sabe qué podría pasarnos cualquier día? Nadie conoce su destino. Hay gente que cree que no existe. Si algo es el destino, creo que es una hoja en blanco, que con tus experiencias tienes que escribir. Prefiero tener letra pequeña para que me quepan más, pues no sé el tamaño que tiene mi hoja, y por tanto, no sé el tiempo que voy a poder seguir escribiendo.

Solo sé que mientras me quede magia en mi pluma, voy a hacer que mi vida sea una vida, y no una esclava del destino, pues nací con mi hoja; ella nació conmigo. La hoja es mía y sólo yo escribo mi destino.

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Flores en el asfalto

Hay personas que duelen  de lo que alivian que matan las nubes de tormenta que apartan las aguas negras; esas con hábito de vorágines que nunca cesan. Hay personas que devuelven el brillo al alma el edén al fruto la esencia a la esencia y la enrutan y la soterran para que crezca justo así en vertical para que seas  como la flor que brota del asfalto como el pájaro que descansa en la catenaria como la pausa de paz en el bombardeo; para que seas. Hay personas que habitan  tu piel y te dejan la suya; que apartan la ciudad y, en sus escombros, te encuentran. Ojalá vivir más  en esas personas dolorosas devolvedoras, habitantes y encontrosas. Ojalá vivir más en quien ama con belleza Ojalá vivir más y que el más que viva sea con ellas. Modificación de una imagen de PhilippLE  en Pixabay Dedicado a La Tribu de los Idos, especialmente a Esther, Leyre, Sara, Karina y Buda  de ©Shathu Entayla

Follar para desnudarse

Follar siempre al menos una vez al menos desnudarnos una vez del todo para poder hablar, sobre-todo. Si te he desnudado y me has desnudado al menos una vez ya nada es tabú. Si ya te he desnudado y me has desnudado los complejos se quedan en la ropa y las excusas, líquidas, sobre la cama y de los quejidos sólo se oyen ya los ecos de los orgasmos y se ha disuelto el miedo hasta la ternura del abrazo. Si ya te he desnudado y me has desnudado al menos una vez ya nada es tabú y seguiremos desnudos al volver a vestirnos. Follar siempre al menos una vez para desnudarse una vez una última vez para nunca tener que volver a vestirnos. Imagen de mopiaoyao  en Pixabay  de ©Shathu Entayla

Oración al cansancio

Para poner en pausa el reloj de la máquina  y despertar con dulzura al espíritu. Para sentir el placer que da el tiempo sin cronómetro  el tiempo sin destino; el vivir en sí mismo. Para apreciar los minutos y sus segundos el continuo sin discretos y el corazón que nunca paró de latir. Para honrar al cansancio (¡oh cansancio!) que nos permite contemplar en vez de hacer; que nos permite sentir en vez de evitarnos; que nos permite jugar en vez de optimizar. Para que el tiempo sin sentido, dé sentido. Para no caer en la tentación  de darle uno. Para parar para sentir para apreciar para contemplar para jugar. Ahora oro para que el tiempo sólo sea tiempo. Kha feijôl. Imagen de Ola Dapo  en Pexels  de ©Shathu Entayla