Ir al contenido principal

Dime tú

Entre latidos y suspiros 
estabas tú.
Entre emociones y sonrisas
estabas tú.  
Entre lazos de afecto
estabas tú.
Entre mil formas de cariño
estabas tú.
Entre mi olvido recordado
estabas tú.
Entre llantos de alegría
estabas tú.
Entre corazones rebeldes
estabas tú.
Entre miradas ciegas
estabas tú.

Entonces dime:
Si siempre estabas, ¿por qué no te encontré?
Entonces dime:
¿Por qué viniste a mi vida para no volver?

Entonces dime:
¿Qué hiciste para cambiar así mi corazón?
Entonces dime:
¿Qué hiciste para inspirarme amor?

Entonces dime:
¿Por qué no estás cuando te echo de menos?
Entonces dime:
¿Qué sentiste cuando te dije "Te Quiero"?

(una imagen cursi random de internet)
de ©Shathu Entayla

Comentarios

Publicar un comentario

Popular Posts

Un abrazo

Alquitranes húmedos besan mis sketchers ya pasadas dadas de sí por miles de pasos. Unos andados, otros bailados. Otros que buscan algo. A veces, en estas noches como un pecíolo de hoja que, en otoño se resquebraja en silencio mucho antes de caer, mi ánimo, también se resquebraja. De mis ojos salen lágrimas  que son de aire porque la humedad la tienen el alquitrán y mis pasos y mi sudor y mis pasos. Y por la soledad de dentro de mis ojos no sale nadie. Muchísimas noches abrazaría el aire me devolvería el abrazo más amable el más tierno, el más gentil, y el más suave Pero es que de todo eso es demasiado el aire y se desharía entre mis manos de carne. Necesito un abrazo que sea tierno y terso y firme y sinuoso. Justo como el dibujo del resquebrajo de ese pecíolo qué está en mi ánimo. Un abrazo  que dibujara el resquebrajo pero en sentido contrario: que acabara de romper o reparase esa hoja. Un abrazo. Que me impidiera llorar o precipitara el llanto. O quizá a encontrarme o romperme con ot

La bandera

Cada vez que te abrazo, muchas cosas me pasan. Siempre mis manos a tus largos bosques se lanzan y cuando te acarician se enganchan en sus ramas. Bajo esas largas ramas siempre encuentran tu espalda. Planean en los surcos de tu piel, como emplumadas como sin peso, y aterrizan en tu piel de nácar. Y pecho y pecho. Mejilla y mejilla. Juntadas, tras del aterrizaje, como visagras. Como si en pulso y rubor se juntara el alma. y que los pulsos y rubores se contagiaran. El contagio, en un desliz voluntario, atrapa de improviso los pares de labios que, aunque escapan de la atadura del pulso y rubor, no se marchan. Y en un vaivén, los labios atados, se desatan y el aire vuela, vuela y vuela entre las visagras. Pero aunque vuela, cambia y baila, luego se apaga y solamente el silencio suena, labios en calma. Y al abrir los ojos, y reenfocar la mirada veo tu cara, el rostro precioso al que besaba. Ese rostro. Un rostro que es una bandera izada sobre el mástil de un cuerpo de una belleza franca. Un

Para la gente a la que beses

Hay gente  que necesitas besar  muchas veces  porque el fin de un beso es  siempre  el principio de otro  que aún no ha venido. Hay gente que necesitas besar  muchas veces porque cada beso es siempre como estar en casa y ser querido. Hay gente que la besas y no vuelve (pocas veces). Pero dentro de ti es siempre un recuerdo vívido de haber vivido. Hay gente que la besas y no vuelve muchas veces y duele ver, porque es siempre ver al otro yendo a otros caminos. Hay gente  que la besas, te arrepientes y así siempre, muchas, o una sola vez. Siempre, y aunque no después, besar se quiso. Hay gente que la besas y no vuelve para siempre porque el mismo tiempo es siempre quien os ha llevado  hacia el olvido. Hay gente  que la besas y sí vuelve muchas veces, y despierta algo que es siempre algo que aun dormido era cariño. Hay gente que no besas y sí vuelve muchas veces, y se queda porque es siempre amor, aun siendo otro que el del inicio. Hay gente que la besas y sí vuelve. Pero, a veces. Y lo in