Ir al contenido principal

Sobre duendes, los labios

Me dan ganas de reírme sin motivo.
Tengo un duende en mi garganta dando
pataditas.
Bota en mis comisuras
como en tierra una canica.
Me da ganas.

Me dan ganas de besarte a ti.
Decir que te abrazaría
hasta esconderme en tu ropa.
Hacerme tan pequeño que podría
columpiarme en una fibra.
Ducharme en tu sudor de verano
agua limpia.
Y no te conozco todavía.

Pero si ves unos ojos brillantes
jugando con una gota de lluvia.
Si, quizá, ves a un niño grande
haciéndose un ovillo en una silla.
Si ves una mano agarrando un dardo
solo por el gusto de volar
a la diana.
Seré yo.

Cuanto más te hablo
más bota el duende.
Más alto.
¡Más alto!

Cuanto más alto
más temo que la sombra de su bote,
génesis de mi risa sobre mis labios,
no regrese jamás.

Cuanto más alto
más ganas me dan de mojarme,
de esconderme
de clavarme en la diana.

Si ves a un niño grande
con edad de ochenta años.
Seré yo. De nuevo.

Y en ese momento
no me pidas abrazos
ni me pidas besos
que los estaré necesitando.

Y miraré arriba
las nubes donde los duendes saltaron
a la tierra
ensombreciéndome de alegría.

Ensombreciéndome tanto
que no sabía
que era por un duende
por lo que reía.
Y no por estarte besando.
No te conozco todavía.

Imagen de dardillita0 en Pixabay

Comentarios

Popular Posts

Flores en el asfalto

Hay personas que duelen  de lo que alivian que matan las nubes de tormenta que apartan las aguas negras; esas con hábito de vorágines que nunca cesan. Hay personas que devuelven el brillo al alma el edén al fruto la esencia a la esencia y la enrutan y la soterran para que crezca justo así en vertical para que seas  como la flor que brota del asfalto como el pájaro que descansa en la catenaria como la pausa de paz en el bombardeo; para que seas. Hay personas que habitan  tu piel y te dejan la suya; que apartan la ciudad y, en sus escombros, te encuentran. Ojalá vivir más  en esas personas dolorosas devolvedoras, habitantes y encontrosas. Ojalá vivir más en quien ama con belleza Ojalá vivir más y que el más que viva sea con ellas. Modificación de una imagen de PhilippLE  en Pixabay Dedicado a La Tribu de los Idos, especialmente a Esther, Leyre, Sara, Karina y Buda  de ©Shathu Entayla

Follar para desnudarse

Follar siempre al menos una vez al menos desnudarnos una vez del todo para poder hablar, sobre-todo. Si te he desnudado y me has desnudado al menos una vez ya nada es tabú. Si ya te he desnudado y me has desnudado los complejos se quedan en la ropa y las excusas, líquidas, sobre la cama y de los quejidos sólo se oyen ya los ecos de los orgasmos y se ha disuelto el miedo hasta la ternura del abrazo. Si ya te he desnudado y me has desnudado al menos una vez ya nada es tabú y seguiremos desnudos al volver a vestirnos. Follar siempre al menos una vez para desnudarse una vez una última vez para nunca tener que volver a vestirnos. Imagen de mopiaoyao  en Pixabay  de ©Shathu Entayla

Oración al cansancio

Para poner en pausa el reloj de la máquina  y despertar con dulzura al espíritu. Para sentir el placer que da el tiempo sin cronómetro  el tiempo sin destino; el vivir en sí mismo. Para apreciar los minutos y sus segundos el continuo sin discretos y el corazón que nunca paró de latir. Para honrar al cansancio (¡oh cansancio!) que nos permite contemplar en vez de hacer; que nos permite sentir en vez de evitarnos; que nos permite jugar en vez de optimizar. Para que el tiempo sin sentido, dé sentido. Para no caer en la tentación  de darle uno. Para parar para sentir para apreciar para contemplar para jugar. Ahora oro para que el tiempo sólo sea tiempo. Kha feijôl. Imagen de Ola Dapo  en Pexels  de ©Shathu Entayla