Mesa de billar con café caliente entre los labios
Arriban males. Todos años
concentrados
en minutos de discordia
bien cerrados.
Mesa de salón con bravas
delante del viento.
Papas volando
entre pensamientos.
"¡Qué salaos!"
Eso dice
la némesis optimista
del pensamiento.
Pero en la mesa de bar en el nudo de la noche,
con birra ardiendo,
surgen otros pensamientos. Quizá ruegos.
Chantejes. Reproches. Duelos
"¡Qué salaos!"
Eso solía decir
antes de ser pesimista,
el pensamiento.
Y aunque lo intuyo, no puedo
poner blanco
sin que salga el negro.
No se puede.
No yo. No espero.
Trago todo negro
para que no llegue a los blancos huesos.
Desespero mi pensamiento
y sangro escupiendo
este blanco papel pintado
con lo que querría
que fuesen ruegos.
Pero esta tarde con la que poemo
no es más que blanca para ellos
Arriban males. Todos años
concentrados
en minutos de discordia
bien cerrados.
Mesa de salón con bravas
delante del viento.
Papas volando
entre pensamientos.
"¡Qué salaos!"
Eso dice
la némesis optimista
del pensamiento.
Pero en la mesa de bar en el nudo de la noche,
con birra ardiendo,
surgen otros pensamientos. Quizá ruegos.
Chantejes. Reproches. Duelos
"¡Qué salaos!"
Eso solía decir
antes de ser pesimista,
el pensamiento.
Y aunque lo intuyo, no puedo
poner blanco
sin que salga el negro.
No se puede.
No yo. No espero.
Trago todo negro
para que no llegue a los blancos huesos.
Desespero mi pensamiento
y sangro escupiendo
este blanco papel pintado
con lo que querría
que fuesen ruegos.
Pero esta tarde con la que poemo
no es más que blanca para ellos
Quienes me están viendo
escribiendo.
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