Un halcón milenario sobre mi mirada se posa.
Volando pronto pronto se anquilosa
entre nubes calmas, nubes rosas.
- ¡Arriba el atardecer, Perico!
Y todo el cielo es rojo y rosa.
- ¡Arriba el halcón de la Espinosa!
El monte en que las miradas se tocan.
Y van los halcones volando
soltando miradas de losa
sobre los atentos miradores
sobre los que caen sus sombras.
Y pronto el cielo es más rojo y rosa
con nubes negras poblando el aire
con plumas de mariposa.
Un halcón milenario sobre mi mirada se adorna.
Girando, amando, el brillo le rebosa
extendiendo sus rayos en las nubes rojas
por encima de las miradas de la Espinosa.
Volando pronto pronto se anquilosa
entre nubes calmas, nubes rosas.
- ¡Arriba el atardecer, Perico!
Y todo el cielo es rojo y rosa.
- ¡Arriba el halcón de la Espinosa!
El monte en que las miradas se tocan.
Y van los halcones volando
soltando miradas de losa
sobre los atentos miradores
sobre los que caen sus sombras.
Y pronto el cielo es más rojo y rosa
con nubes negras poblando el aire
con plumas de mariposa.
Un halcón milenario sobre mi mirada se adorna.
Girando, amando, el brillo le rebosa
extendiendo sus rayos en las nubes rojas
por encima de las miradas de la Espinosa.
Foto de annieannie en Pixabay |
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