Hace calor. De ese que se adsorbe
a la piel. Hace un calor horrible, pero sé que esta nube gris va a caer sobre
mí. Va a pescar cada lapa de calor con una gota de agua. ¡Mira! Aquí viene.
Amor, dame la mano. Cantemos Singin’ in
the rain otra vez.
Ambos parecemos desnudos. Tu
camiseta blanca se transparenta haciendo burbujas sobre tu piel. Tu pelo parece
una sinuosa escultura de hielo estalactítico goteando para crecer. Te ríes de
mis chanclas y yo de tu parcial y cándida desnudez. Te beso. Cierro los ojos.
Las gotas de tu cara rebotan a la mía y me averiguo partes de tu cara que de otra
forma no podría percibir. Nos abrazamos dejando que la lluvia se cuele entre
nosotros. Como pegamento líquido.
Luego me señalas un charco. No
tenemos edad para juegos de niños, pero nos convertimos en dos de ellos. Por
primera vez en mi vida, chapoteo en los espejos del cielo que hay sobre la
acera. Espejos que estallan en más lluvia y en suciedad de asfalto. Polvo.
Tierra. Alquitrán. Cuanto más chapoteo más limpio estoy.
Miro al cielo y a ti, que vienes,
observándome mientras rompo espejos con una pensativa y dulce sonrisa
cabizbaja. Corro hacia ti. Te agarro de la cintura y volvemos a cantar la canción mientras rompemos espejos.
Bailamos. Chassés, piruetas y pasos
de jazz naranja bajo la lluvia grisácea. Casi blanquecina.
Cruzo una calle. Un coche acomete
contra mí. Llego antes que él al charco. El charco estalla y el coche evoca de
él un tsunami en menos de un segundo. Un mundo de agua me cubre un instante,
luego me come. Tú me dices.
– ¡Pero qué haces!
– ¡Pero qué haces!
Yo sólo río. Me abrazas en una
mezcla de miedo y alegría. Vuelve el pegamento. Otro coche, y otro mundo que
nos come al besarnos. Calados hasta los huesos. Ya sólo queda una cosa.
– Ya estamos limpios. ¿Te apatece ensuciarte un poco cuando lleguemos a casa?
– Vale –dijo sonriente.
– Ya estamos limpios. ¿Te apatece ensuciarte un poco cuando lleguemos a casa?
– Vale –dijo sonriente.
Abrimos la bañera al llegar a
casa y nos ensuciamos de agua limpia y de desnudez. De música. Nos ensuciamos de
haber estado limpios de alquitrán.
– ¿A ti qué te gusta más: limpiarte o ensuciarte? –te digo.
– Los dos me encantan mientras tengamos agua.
– ¿A ti qué te gusta más: limpiarte o ensuciarte? –te digo.
– Los dos me encantan mientras tengamos agua.
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