Ir al contenido principal

Miradas de un alma muerta

Cuando la vida te une
todo es bonito,
y más si es desde pequeño.

Cuando la vida te destruye
todo sigue siendo bonito
pero no existe el empeño.

Sólo cuando la vida de un amigo se destruye
sabes que el que era tu amigo, ya no lo es.
Sólo cuando ves cambiar la vida que unía
cada uno por su lado, individual
uno puede cogerlo, y otro se puede equivocar.

Pero, qué dolor se siente al no equivocarse
si tu amigo se ha equivocado
y qué dolor es quedarse esperando y sonriendo
sabiendo que el que es tu amigo por dentro
ahora está  muriendo
y algún día, dejará de serlo.

Porque ya no te necesitará
o no podrás tu estar
o él no podrá soñar
(pues no habrá futuro que soñar)
o, en el peor de los casos a pensar
si como el mío es un skinhead, 
morirá.

Mi amigo tiene y tenía bondad
pero quizá sea ahora ya
de hacer una sepultura a la amistad.

La mirada muerta de unos ojos
que ya no pueden mirar
La mirada de unos ojos
movidos sin corazón, al azar.

La mirada de un alma destrozada
que fue convencida sin convencerse
que se mueve como no debe
pero al fin y al cabo así lo quiere.

Que pena que las cosas acaben así.
Qué pena es sentir que muere un amigo
por haber cambiado él mismo su destino
por otro que no puede seguir.

Qué dolor es vivir esto, y no poder decidir.
Qué pena es no poder ayudarte, amigo.
Siento mucho dejarte morir.

Comentarios

Popular Posts

Cacatúa (poema-calambur)

¡Caca tuya, cacatúa…! Cacareas cacas, rea… ¡Cacatúa! ¡Cacarea! Carámbanos vanos, cacatúa, es lo que sale de tu cacareo. Rea de cacas tuyas eres, cacatúa. Rea de tus deseos. Sueñas cacatúa, cacas tuyas. ¡Cacarea! ¡Rea! ¡Cacarea tus deseos! ¡Carámbanos de sueños ¡Vanos anhelos! Cacas tuyas, cacatúa son tus cacareos ¡Cacatúa! ¡Caca túa! ¡Túa! ¡Caca rea son tus sueños! Imagen libre de Wikipedia Sátira poética a la vanidad de

La bandera

Cada vez que te abrazo, muchas cosas me pasan. Siempre mis manos a tus largos bosques se lanzan y cuando te acarician se enganchan en sus ramas. Bajo esas largas ramas siempre encuentran tu espalda. Planean en los surcos de tu piel, como emplumadas como sin peso, y aterrizan en tu piel de nácar. Y pecho y pecho. Mejilla y mejilla. Juntadas, tras del aterrizaje, como visagras. Como si en pulso y rubor se juntara el alma. y que los pulsos y rubores se contagiaran. El contagio, en un desliz voluntario, atrapa de improviso los pares de labios que, aunque escapan de la atadura del pulso y rubor, no se marchan. Y en un vaivén, los labios atados, se desatan y el aire vuela, vuela y vuela entre las visagras. Pero aunque vuela, cambia y baila, luego se apaga y solamente el silencio suena, labios en calma. Y al abrir los ojos, y reenfocar la mirada veo tu cara, el rostro precioso al que besaba. Ese rostro. Un rostro que es una bandera izada sobre el mástil de un cuerpo de una belleza franca. Un

Un abrazo

Alquitranes húmedos besan mis sketchers ya pasadas dadas de sí por miles de pasos. Unos andados, otros bailados. Otros que buscan algo. A veces, en estas noches como un pecíolo de hoja que, en otoño se resquebraja en silencio mucho antes de caer, mi ánimo, también se resquebraja. De mis ojos salen lágrimas  que son de aire porque la humedad la tienen el alquitrán y mis pasos y mi sudor y mis pasos. Y por la soledad de dentro de mis ojos no sale nadie. Muchísimas noches abrazaría el aire me devolvería el abrazo más amable el más tierno, el más gentil, y el más suave Pero es que de todo eso es demasiado el aire y se desharía entre mis manos de carne. Necesito un abrazo que sea tierno y terso y firme y sinuoso. Justo como el dibujo del resquebrajo de ese pecíolo qué está en mi ánimo. Un abrazo  que dibujara el resquebrajo pero en sentido contrario: que acabara de romper o reparase esa hoja. Un abrazo. Que me impidiera llorar o precipitara el llanto. O quizá a encontrarme o romperme con ot