Son las doce de la noche. Un criminal anda suelto. Va en un coche blindado que ha robado a las Fuerzas Especiales, ocasionando al cuerpo de policía cuatro bajas. La gente vive temerosa en sus casas, solamente acogidos por lo que los medios de comunicación les brindan: nadie asegura que no les vaya a a asaltar y matarles como a los policías, pero, al menos, saben por donde va el asesino.
El asesino llega a una gasolinera. Típico escenario americano para dramas de acción. Algún fan de Bruce Willis está disfrutando de las noticias de última hora somo si estuviese viendo la última de Jungla de Cristal. Mientras tanto, el rehén que acaba de capturar el sospechoso (qué nombre tan absurdo "sospechoso" cuando hay testigos y pruebas, por cierto), teme por su vida más que antes. En efecto, es una de esas personas que estaban falazmente seguras viendo por dónde iba el asesino. ¿Qué se le va a hacer? Mala suerte.
El asesino, apodado El Ciego, por sus "cazas" indiscriminadas, tiene a una adolescente de diecisiete años que trabajaba ahí y una preciosa pistola Magnum negra a juego con la oscuridad de la boca en la que estaba metida. Tiene un perfil de asesino poco corriente, desde luego. Va con un abrigo oscuro con capucha que cubre un mono de mecánico. Ponía en su logo "Caracoches S.L.". En la acreditación del uniforme de trabajo de la muchacha ponía "Begoña". El fan de Bruce Willis en este momento pensaba: "Ya sé a qué empresa van a desprestigiar y a quién van a enterrar".
La policía intentaba negociar con él. El Ciego se limitaba a mirar mal esos coches que hacían ruidos estridentes de sirena y a sus ocupantes ya "desocupantes" que habían salido de sus coches, atrincherándose y que le apuntaban con una pistola o un megáfono en el mejor de los casos.
Begoña estaba muerta de miedo. Bueno, sólo "de miedo": aún no estaba muerta. De pronto se desmayó. El asesino, rápidamente cogió el cuerpo inánime, lo depositó en el suelo y, arrodillándose, la apuntó a la cabeza gritando: "¡No os mováis o la mato!". Al fan de Bruce, aunque sólo veía que la chia se había desmayado, se le salían los ojos de la expectación.
De pronto, entre ese mar azul y rojo de la policía, apareció una mujer del gremio con una herida en la cara, como de agresión. Parecía reciente. Le dijo algo al negociador. Pareció haber una pequeña trifulca entre ésta y él. De pronto la mujer abandonó la línea policíaca y fue hacia El Ciego. Este palideció, pero se vio aliviado al ver que dos miembros del cuerpo de policía la llevaban de nuevo dentro del cordón. El Ciego de pronto se desenmascaró, miró a todos los lados y apuntó a aquella mujer. La Magnum no tenía balas.
El Ciego tiró la pistola, se puso de rodillas con las manos en alto y los policías corrieron hacia él. El friki de la acción apagó la tele y se fue a dormir. La mujer amenazada de muerte hace un segundo, volvió a hablar con el negociador, esta vez más calmadamente. Éste dio una orden y puso al mecánico frente a la mujer.
Ambos se miraban con odio. Más el que ella. Ella parecía estar hierática. Ella misma empezó a leerle sus derechos y le recordó a la gente que había matado. La tensión en sus miradas volvió a nacer. Él con odio, y ella con frialdad. De pronto ella le dio una bofetada y el asesino, como un caballo, relinchó casi soltando las esposas. Le contuvieron. La mujer, levantó de nuevo la mano. El asesino cerró los ojos como un niño cuando sabe que le van a dar un azote en el culo. El hombre se resistía a la posibilidad de recibir otro golpe. Alguien decía de fondo "¡Ya es suficiente!", pero ella siguió con lo que tenía planeado darle, el golpe más fuerte que le iban a dar en su vida: un abrazo.
Le dijo algo al oído y "El Ciego", volvió a ver. Las lágrimas le limpiaron los ojos. El asesino bajó la cabeza y dejó de oír las sirenas que perturbaban su mente criminal. Montó en el coche. Begoña despertó, y la llevaron al hospital. El redactor de informes de la policía al día siguiente escribió el siguiente comunicado:
"[...] La Sra. Rodríguez, alega haber sido abofeteada hasta dejarla inconsciente horas antes [...].
Su exmarido se dirigió a la comisaría empuñando una pistola Magnum 9mm y roba un vehículo blindado atropellando intencionadamente a cuatro policías causándoles la muerte en el acto. En especial, el cuerpo del Comandante Vidal es arrollado varias veces. Sospecha de intención premeditada [...].
La Sra. Rodríguez, mencionable miembro de la jefatura de las Fuerzas Especiales, se encuentra, por otro lado con heridas leves en el 38% de su cuerpo y graves en el 3%. Caso a expensas de juicio. Pruebas concluyentes. Begoña, la herida en el secuestro, ha sido dada de alta esta mañana, sana y salva. Recibirá ayuda psicológica [...].
Consejería de Policía"
¿Habéis visto qué tonterías me hacen escribir? ¡Qué banalidad de protocolo de informes con todo lo que ha pasado, coño! Y encima he encontrado al friki de mi padre en la cama con todo lo que había pasado y he visto. ¡De veras odio que me haga eso!
Ahora van a encerrar a El Ciego. Estoy seguro que ha aprendido una gran lección. Va a tirarse mucho tiempo entre rejas cuando pierda el juicio, pero lleva sonriendo todo el día. ¡Todavía hay gente que pregunta por qué sonríe! Yo me pongo a trabajar. Vaya panda de ciegos...
El asesino llega a una gasolinera. Típico escenario americano para dramas de acción. Algún fan de Bruce Willis está disfrutando de las noticias de última hora somo si estuviese viendo la última de Jungla de Cristal. Mientras tanto, el rehén que acaba de capturar el sospechoso (qué nombre tan absurdo "sospechoso" cuando hay testigos y pruebas, por cierto), teme por su vida más que antes. En efecto, es una de esas personas que estaban falazmente seguras viendo por dónde iba el asesino. ¿Qué se le va a hacer? Mala suerte.
El asesino, apodado El Ciego, por sus "cazas" indiscriminadas, tiene a una adolescente de diecisiete años que trabajaba ahí y una preciosa pistola Magnum negra a juego con la oscuridad de la boca en la que estaba metida. Tiene un perfil de asesino poco corriente, desde luego. Va con un abrigo oscuro con capucha que cubre un mono de mecánico. Ponía en su logo "Caracoches S.L.". En la acreditación del uniforme de trabajo de la muchacha ponía "Begoña". El fan de Bruce Willis en este momento pensaba: "Ya sé a qué empresa van a desprestigiar y a quién van a enterrar".
La policía intentaba negociar con él. El Ciego se limitaba a mirar mal esos coches que hacían ruidos estridentes de sirena y a sus ocupantes ya "desocupantes" que habían salido de sus coches, atrincherándose y que le apuntaban con una pistola o un megáfono en el mejor de los casos.
Begoña estaba muerta de miedo. Bueno, sólo "de miedo": aún no estaba muerta. De pronto se desmayó. El asesino, rápidamente cogió el cuerpo inánime, lo depositó en el suelo y, arrodillándose, la apuntó a la cabeza gritando: "¡No os mováis o la mato!". Al fan de Bruce, aunque sólo veía que la chia se había desmayado, se le salían los ojos de la expectación.
De pronto, entre ese mar azul y rojo de la policía, apareció una mujer del gremio con una herida en la cara, como de agresión. Parecía reciente. Le dijo algo al negociador. Pareció haber una pequeña trifulca entre ésta y él. De pronto la mujer abandonó la línea policíaca y fue hacia El Ciego. Este palideció, pero se vio aliviado al ver que dos miembros del cuerpo de policía la llevaban de nuevo dentro del cordón. El Ciego de pronto se desenmascaró, miró a todos los lados y apuntó a aquella mujer. La Magnum no tenía balas.
El Ciego tiró la pistola, se puso de rodillas con las manos en alto y los policías corrieron hacia él. El friki de la acción apagó la tele y se fue a dormir. La mujer amenazada de muerte hace un segundo, volvió a hablar con el negociador, esta vez más calmadamente. Éste dio una orden y puso al mecánico frente a la mujer.
Ambos se miraban con odio. Más el que ella. Ella parecía estar hierática. Ella misma empezó a leerle sus derechos y le recordó a la gente que había matado. La tensión en sus miradas volvió a nacer. Él con odio, y ella con frialdad. De pronto ella le dio una bofetada y el asesino, como un caballo, relinchó casi soltando las esposas. Le contuvieron. La mujer, levantó de nuevo la mano. El asesino cerró los ojos como un niño cuando sabe que le van a dar un azote en el culo. El hombre se resistía a la posibilidad de recibir otro golpe. Alguien decía de fondo "¡Ya es suficiente!", pero ella siguió con lo que tenía planeado darle, el golpe más fuerte que le iban a dar en su vida: un abrazo.
Le dijo algo al oído y "El Ciego", volvió a ver. Las lágrimas le limpiaron los ojos. El asesino bajó la cabeza y dejó de oír las sirenas que perturbaban su mente criminal. Montó en el coche. Begoña despertó, y la llevaron al hospital. El redactor de informes de la policía al día siguiente escribió el siguiente comunicado:
"[...] La Sra. Rodríguez, alega haber sido abofeteada hasta dejarla inconsciente horas antes [...].
Su exmarido se dirigió a la comisaría empuñando una pistola Magnum 9mm y roba un vehículo blindado atropellando intencionadamente a cuatro policías causándoles la muerte en el acto. En especial, el cuerpo del Comandante Vidal es arrollado varias veces. Sospecha de intención premeditada [...].
La Sra. Rodríguez, mencionable miembro de la jefatura de las Fuerzas Especiales, se encuentra, por otro lado con heridas leves en el 38% de su cuerpo y graves en el 3%. Caso a expensas de juicio. Pruebas concluyentes. Begoña, la herida en el secuestro, ha sido dada de alta esta mañana, sana y salva. Recibirá ayuda psicológica [...].
Consejería de Policía"
¿Habéis visto qué tonterías me hacen escribir? ¡Qué banalidad de protocolo de informes con todo lo que ha pasado, coño! Y encima he encontrado al friki de mi padre en la cama con todo lo que había pasado y he visto. ¡De veras odio que me haga eso!
Ahora van a encerrar a El Ciego. Estoy seguro que ha aprendido una gran lección. Va a tirarse mucho tiempo entre rejas cuando pierda el juicio, pero lleva sonriendo todo el día. ¡Todavía hay gente que pregunta por qué sonríe! Yo me pongo a trabajar. Vaya panda de ciegos...
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