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Sólo hay que sentir

Un dedo toca la superficie en la oscuridad más perfecta. Atraviesa la capa de agua, y llega a un suelo de cristal. Cuando levanta el dedo del suelo, una luz esférica, mate y agradable se queda como remanente de la reciente presencia del dedo en el suelo. La bola de luz se funde con el cristal en un instante.

Antes de un parpadeo se vislumbra lo que oculta el suelo. Desde el mismísimo fondo del abismo que es cubierto por el cristal se ve ascender un haz de luz hasta donde tocó el dedo. El agua por encima del suelo se agita formando acompasadamente círculos concéntrico respecto al punto de luz. La luz estalla en rayos, formando ángulos rectos, que se pasean fugazmente a ras de suelo. Parece un mantra desde arriba.

El bonito puzle que han formado es impresionante. Mi silueta negra se encuentra pisando una de las piezas del puzle. De pronto, las piezas desaparecen aleatoriamente. La imagen de ese "mantra" que veía se torna en blanco y negro y desaparece fundiéndose con el negro hasta desaparecer por completo. Sólo queda el negro de la parte interna y sin luz de mis párpados. Esto me indica que regreso a mi conciencia. He dejado de soñar.

Mientras poco a poco voy levantando mis párpados, un torrente de luz empieza a avasallar mi pupila, tornándose molesta e incómoda ante la situación. Lo poco que puedo empezar a ver es una imagen poco nítida y muy luminosa. Cuando abro los ojos del todo estos a empiezan a distinguir, mientras me muestro desatento al contenido de la imagen que me brindan. Cuando me concentro en la imagen distingo la cara de mi profesor frente a mi.

Salto en un espasmo acompañado de un grito ahogado. Oigo a mi clase reírse. La velocidad de todo va más rápido de pronto. Ya no tengo tanta atención ni concentración en mis sensaciones. En ese momento mi profesor me pregunta:

"Y bien, Chico, ¿qué opinas sobre los grabados en los mantras?"
"No opino nada" -digo entre el ambiente jocoso-
"¿Por qué?"
"Porque es mejor soñar que opinar, ¿no le parece?"
"¡No me digas, Chico! ¿Soñabas con mantras?"
"Le sorprendería escuchar mi respuesta, profesor"
"¡Qué impertinencia, fuera de clase!"

Cuando me fui de clase, puse la oreja en la puerta y escuché a mi profesor decir: "Los mantras son cualquier cosa que te aleje de pensamientos recurrentes. Te ayudan a meditar. Según la tradición..."

Me tumbé en el suelo del pasillo tras aburrirme con sus palabras. No volví a pensar. Lo ví inútil. De nuevo cerré los ojos...

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