Ir al contenido principal

Carta para lo que Una Vez Fui

Hola. cuanto tiempo, ¿eh? La verdad, hoy en concreto no sé bien qué decirte. Sé que muchas veces te he puesto a parir. Me he hinchado a decir en mi mente y en mis escritos que, aunque aprendí de ti (y en cierto modo sigo haciéndolo) fuiste lo peor de mi vida.

Sé que nunca he confiado en ti. Ni en mi. Quizá porque nunca nos hemos parado a mirarnos a la cara. Siempre he querido volver a ser tú. A ser esa persona con tantos y tan bellos defectos infantiles (que aun siguen conmigo).

Suelo pensar a menudo en cómo sería si nos encontrásemos. Qué te diría. Qué me dirías tú a mi. Quizá nunca te vea en el espejo que ahora me miro. Quizá el niño que fui está demasiado dormido en mi mente. Quizá sea el momento de poner una vela a mi infancia en vez de quemarla en el imposible olvido.

No lo sé. Sólo sé que espero que el autor de esta carta sea el mismo que su destinatario, espero pues que me perdones y espero haber conseguido perdonarte, pero, por primera vez, después de tanto tiempo, quizá la lágrima que me ha caído cuando te he recordado, sólo signifique una cosa, que en el fondo (qué ironía) siempre ha habido algo he querido decirte, y es que… te quiero.

Sólo me queda pedirte que, si todavía no te has ido, te quedes, si tienes algo que decirme, lo hagas, y sino, espero tenerte siempre vivo en mi recuerdo.

Bueno, ya no me quedan palabras, y voy por la segunda hoja de cuadernillo. Ya no tengo más que contarte. Sólo espero sentir tu abrazo si estás o vuelves y que, por fin, podamos quitarnos nuestro lastre, Fran.

Si me permites un consejo, conocerás a gente inolvidable si eres mi pasado, y vivirás cosas geniales si eres mi presente, pero no olvides que aún nos queda un futuro por labrarnos juntos.

Firmado: Francisco José Hidalgo

Comentarios

  1. Espectacular, precioso, sublime, perfecto... ¿Son necesarios más atributos?

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Popular Posts

El espacio en que fui tuyo

Así me miras como si sólo fuera tuyo. como si mi carne y cómo respiro vivieran sólo en tus dominios, como si yo pudiera salir pero fuera quedarme lo que elijo. Me miras como vestida con un traje de prodigio  que dejan vida y libertad a un lado En el que elegí que ya no elijo. Me miras como si solo fuera tuyo. Me miras como si así siempre hubiese sido. Empiezas con uñas como espadas, y me pegas y, sin querer, grito y ese grito y que lo pares pido porque no quiero gritar más pues no gritar más es quitarme ya una libertad que ahora no preciso aunque es precisamente por libertad  (aunque sin parecer verdad) por lo que grito. Me miras como si me crearas  y yo te creo y te doy las gracias. Me cuidas cuando me atrapas. Me haces temerte cuando me amas. Y esas aguas contrarias, que me hacen a mi llorar otras aguas, flaquean el báculo de tus manos y viendo que me rompes, amenazas con parar el viaje hacia el espacio más cercano al ser sin ser hacia el que estábamos andando: a un tra...

Recuerdos como noches

Cuando la noche se asienta, cuando el día se termina, cercan los horizontes de mis ojos los recuerdos. Esos que veo junto a la estela de mis pasos. Cuando la noche se asienta y su silencio se posa afloran pensamientos en mi mente: los recuerdos  a los que temo. Junto a la estela de mis pasos. Porque mis recuerdos se me aferran como a la piel, cicatrices, como a la retina, luz como al esperar, el tiempo. Puede ser que sean bellos esos recuerdos. Aún me inquietan. Hay carcasas bellas con adentros feos. Porque mis recuerdos se me aferran como la corriente al nervio, como la mano al puñal, como el párpado a lo visto. Y sé bien perderme en ellos —en los recuerdos que son veneno— incluso más que en todos mis pasos mismos. Imagen hecha con Leonardo AI  de ©Shathu Entayla

Un soneto de tres

Por hoy somos tres. Madre, padre e hijo. Aunque no siempre fuimos tres, pues fuimos cuatro. Luego el desahucio vivimos. Tres vivimos el vivir sin cobijo. Aquí somos tres. Madre, padre e hijo con vidas distintas que distinguimos viviéndolas. Juntos y no. Es un timo de envejecer y el tiempo, que no elijo. Y un día tres serán dos, y dos, uno. De pronto "juntos" pasará a ser "no". Y poco hay entre "juntos" y "ninguno". De un algo que estuvo y se marchó el uno que quede será el "alguno". Uno entre paredes de lo que amó. Imagen generada con Flash 2.0 (Google)  de ©Shathu Entayla