Ir al contenido principal

La Vida del Alma

Despierto.
En aquel momento en el que mis pies pisan el teatro
Despierto
En aquel momento en el que me siento a observarlo.
Despierto.
En aquel momento en el que empieza la función
Despierto.
En el momento en que una frase me llega al corazón.
Despierto.
En el que descubro y palpo los sueños y su valor.
Despierto.
En el momento que imagino el escenario por dentro.
Despierto.
En el momento que siento que se acerca el final.

Vivo.
En el momento que mi alma toca el aire y respira.
Vivo.
En el instante en que mis ojos quieren saltar al agua.
Vivo.
En el instante en que mi sonrisa se desencaja de mis labios.
Vivo.
En el tiempo que la emoción me invade al oírme
Vivo.
En el tiempo que el sentimiento empieza a tocarme.
Vivo.
En el instante que descubro que cuanto vivo es cuanto siento.
Vivo.
En el instante que veo que el sentimiento es lo que vivo.

Grito.
Cuando mis desorbitados ojos hablan mudamente a ojos llorosos.
Grito.
Cuando mis manos revolotean salpicando trozos de alma por el suelo.
Grito.
Cuando salto de la alegría y broto de cada esmero.
Grito.
Cuando veo de mi propio ser lo que no soy y tanto deseo.
Grito.
Cuando llego de palpar la emoción que tanto espero.

Grito, vivo y despierto.
Despierto porque vivo
grito porque siento.

Dedicada a...La Vida es Sueño de Calderón de la Barca

Comentarios

Popular Posts

Cacatúa (poema-calambur)

¡Caca tuya, cacatúa…! Cacareas cacas, rea… ¡Cacatúa! ¡Cacarea! Carámbanos vanos, cacatúa, es lo que sale de tu cacareo. Rea de cacas tuyas eres, cacatúa. Rea de tus deseos. Sueñas cacatúa, cacas tuyas. ¡Cacarea! ¡Rea! ¡Cacarea tus deseos! ¡Carámbanos de sueños ¡Vanos anhelos! Cacas tuyas, cacatúa son tus cacareos ¡Cacatúa! ¡Caca túa! ¡Túa! ¡Caca rea son tus sueños! Imagen libre de Wikipedia Sátira poética a la vanidad de

La bandera

Cada vez que te abrazo, muchas cosas me pasan. Siempre mis manos a tus largos bosques se lanzan y cuando te acarician se enganchan en sus ramas. Bajo esas largas ramas siempre encuentran tu espalda. Planean en los surcos de tu piel, como emplumadas como sin peso, y aterrizan en tu piel de nácar. Y pecho y pecho. Mejilla y mejilla. Juntadas, tras del aterrizaje, como visagras. Como si en pulso y rubor se juntara el alma. y que los pulsos y rubores se contagiaran. El contagio, en un desliz voluntario, atrapa de improviso los pares de labios que, aunque escapan de la atadura del pulso y rubor, no se marchan. Y en un vaivén, los labios atados, se desatan y el aire vuela, vuela y vuela entre las visagras. Pero aunque vuela, cambia y baila, luego se apaga y solamente el silencio suena, labios en calma. Y al abrir los ojos, y reenfocar la mirada veo tu cara, el rostro precioso al que besaba. Ese rostro. Un rostro que es una bandera izada sobre el mástil de un cuerpo de una belleza franca. Un

Un abrazo

Alquitranes húmedos besan mis sketchers ya pasadas dadas de sí por miles de pasos. Unos andados, otros bailados. Otros que buscan algo. A veces, en estas noches como un pecíolo de hoja que, en otoño se resquebraja en silencio mucho antes de caer, mi ánimo, también se resquebraja. De mis ojos salen lágrimas  que son de aire porque la humedad la tienen el alquitrán y mis pasos y mi sudor y mis pasos. Y por la soledad de dentro de mis ojos no sale nadie. Muchísimas noches abrazaría el aire me devolvería el abrazo más amable el más tierno, el más gentil, y el más suave Pero es que de todo eso es demasiado el aire y se desharía entre mis manos de carne. Necesito un abrazo que sea tierno y terso y firme y sinuoso. Justo como el dibujo del resquebrajo de ese pecíolo qué está en mi ánimo. Un abrazo  que dibujara el resquebrajo pero en sentido contrario: que acabara de romper o reparase esa hoja. Un abrazo. Que me impidiera llorar o precipitara el llanto. O quizá a encontrarme o romperme con ot