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El Club de los Mártires

Entre almas de seda,
poemas de Espronceda
e historias de vidas
se esconcen los miembros
del Club de los Mártires.

Vanos, osados esclavos
de la amistad pagada
con su vida destinada
a protegerse de la muerte
entre sus miembros.

Vivos mártires
dan su vida en vida
para poder sanar las heridas
de un compañero
tras un desliz.

Los amigos mueren
por sus amigos.
En este amistoso club
no mueren por ellos:
les salvan por si deben volver a hacerlo.

Invitados de lujo
a su eterna fiesta.
Si te quedas dentro
serás condenado a dar la vida
por quien la da por ti.

Nadie muere en este club.
Falaces mártires que dan su vida
pero no pueden morir.
No podrían cumplir como amigos
si no pueden vivir.

La amistad y el amor
son lo mismo en este club.
Se entrega todo por todos.
Obsesiones y desconfianzas
se desvanecen en la nada.

¿Dónde está este club?
Entradas gratuitas
para todo corazón
dispuesto a amarlo todo
incluso sin recibir perdón.

¿Dónde está este club?
Horario vitalicio
para todo ser humano
que merezca ser amado
y que pueda dar amor.

¿Dónde está ese club?
Esta en cada grupo
donde estés donde estés
de verdad, sin clichés
puedes ser tú.

14º Tributo... a la AMISTAD

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Flores en el asfalto

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Para poner en pausa el reloj de la máquina  y despertar con dulzura al espíritu. Para sentir el placer que da el tiempo sin cronómetro  el tiempo sin destino; el vivir en sí mismo. Para apreciar los minutos y sus segundos el continuo sin discretos y el corazón que nunca paró de latir. Para honrar al cansancio (¡oh cansancio!) que nos permite contemplar en vez de hacer; que nos permite sentir en vez de evitarnos; que nos permite jugar en vez de optimizar. Para que el tiempo sin sentido, dé sentido. Para no caer en la tentación  de darle uno. Para parar para sentir para apreciar para contemplar para jugar. Ahora oro para que el tiempo sólo sea tiempo. Kha feijôl. Imagen de Ola Dapo  en Pexels  de ©Shathu Entayla