Un cubata de dos manos
arrestado en una boca
y la falta que no prueba
se maquilla por el vodka.
Dame ojos y sudores
fríos, que ya me toca,
que ya me beberé yo
los hielos de tu vodka.
¡Y el cubata, de dos manos
que quieren calentar la copa!
¡Y la falda que lo prueba
con camisa que no toca!
Pues llenos de hielos los ojos,
los labios, las manos, la ropa.
Un cubata de dos manos
arrestado en una boca.
La camisa que lo debe
se desbotonaría y rota
la copa y los hielos de dentro,
se saldrían de la boca
los botones y los humos
grises que les devoran.
Dámelos también, mi falda,
flores negras escondidas
que sé que debajo de ellas
pechos con leches heladas
brazos buscan por librarlas.
Dámelas también, mi falda.
Verdes del láser escapan
y nos dejan ver tu voz
aunque tú siquiera me hablas.
No quiero arrestar más tiempo
el vodka de este cubata.
Dame sus ojos y sudores
fríos, mi camisa lana
que hilo por hilo desharé
las prendas que ocultan tus ramas.
¡Dame, que lo necesito!
¡Que no quiero más tu boca,
si no es mi boca cubata
quien sacia de luz tus ramas,
las de tu camisa blanca!
¡Dámelo, mi falda!
¡Que no quiero más tu boca
si sino es mi mano pirata
la que deshace su ojo tuerto
y huele la flor de tus plantas!
¡Camisa mía! ¡Mi falda!
No me digas más que no hay
manera de que deshagas
este silencio, este hielo
de tus pechos, de tu espalda.
¡Háblame! ¡Camisa! ¡Falda!
Habla que más no sostengo
este vodka que no sacia.
Habla que más no sostengo
mis pechos, tu ropa blanca.
Dame, sin decirme, qué deseas.
Demos el vodka en la barra
que bebiendo bien bebido
todo pirata es sensible
y toda flor negra, es blanca.
¡Rómpeme en mil pedazos
que este hielo ya no me calma!
Imagen de Commons Wikipedia |
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