Vibraciones. En el cuerpo con el motor de un autobús. Cuesta ya en el
aire con el grito de un niño. En la cara cuando se está triste. En esta última
supongo que, si la cara se cae, se queda como ida, como desanimada, vamos, que
es uno de los principales síntomas de la pereza; si esto es así, es porque la
tristeza masajea la cara y se relaja. Esto, ¿qué son?: ¡Vibraciones! –solemos
decir que negativas–.
Además estas vibraciones son curiosísimas. Se contagian. Generar una
reacción en cadena de vibraciones que se suceden. Es como excitar un electrón:
dale un chute de rayos gamma y verás cómo responde. ¡Pum! Bueno, yo no sé mucho
de física. Pero, quiero decir, no es lo mismo calentar hidrógeno que uranio, al
igual que no es lo mismo calentar un pollo que la taza de chocolate.
Pues esto, con las caras de la gente es lo mismo. Y con los gatitos
también. Es como los colores: cada uno produce una mezcla. Las personas
también. Y cuanto más recibimos, más irradiamos. De hecho, es difícil irradiar
sin recibir nada. En el caso de la cara triste, tuvo que venir de algún lado,
¿no?
Y parece que el conjunto de “colores”, de “vibraciones” y tal, crea
como una especie de “atmósfera”. No es lo mismo quedar con tu novia, que quedar
con tu novia y su ex, que quedar con tu madre. Los colores usados son los
mismos. Tu novia, su ex, tu madre y tú, tenéis un color, pero al mezclarlo
ninguno se parece a otro.
Y no se… Es como que se quedan, ¿no? O sea, quizá mi novia es blanco y
yo negro y su ex azul grisáceo o algo así pero, cuando nos separamos, es como
que probablemente todos nosotros nos sentiríamos “más azul grisáceo”. Yo ya no
sería negro, ni mi novia blanca, ni su ex azul; o sea que, de alguna forma, ni
yo, ni mi novia, ni su ex somos nosotros nunca más. O no lo somos tanto.
Sin embargo, luego la gente te llama continuamente Pedro, Marcos,
Salchicha, Coco, “Eldelafiesta”; que aunque todos cambiamos de color, es como
que la gente se siente más cómoda llamándote de uno sólo. Y luego se considera
siempre de ese color (a no ser que se mezclen mucho mucho contigo, como mi
novia con su ex, ejem).
Y me incomoda pero a la vez me gusta.
No sé, que me llamen siempre de un color, me da… seguridad, pero no me
identifico del todo. De hecho, cada vez menos. ¡De hecho!, necesito cada equis
tiempo conocer gente nueva –que nunca me ha visto antes y no me ha encasillado
antes en un color–.
Aunque, al final, acaba pasando lo mismo. Excepto con algunas contadas
personas que se “adaptan” a su color y siempre intentan ver quién eres
realmente. Esa es la gente que suele quedarse en mi vida… Y si se van, ¡es
porque han dejado que ver eso! Cuando por mucho que se vibre, la atmósfera no
consigue mezclar los colores, y otra cosa que no tiene que ver con el color
cierra las puertas, y esa “irradiación” ya no es posible: las rupturas. ¿Es un
nombre adecuado ese? Yo los llamaría “apagones”. Donde las cosas dejan de
vibrar. La luz deja de verse.
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