Ir al contenido principal

Un trozo de amor

Nuestros pasos crujen en la acera. Los de María y yo. Llevamos juntos toda una vida –que dura ya dieciséis años. Mis padres y mis abuelos me dicen siempre que es una edad tierna “no como la carne, sino como el corazón” –eso suele decirme siempre la yaya. Y sé de verdad lo que esa frase significa.
Ahora estoy besando a María con tanta sinceridad como la evidencia de que una hoja en blanco está por pintar.
    – Bésame otra vez, María –digo desde muy cerca de ella.
María parece que va a llorar.
    – ¿Qué te pasa? –le digo mientras veo que levanta la vista. Tiene una pistola apuntándole en la cabeza.
    – Mira, vamos a dejar las cosas claras, ¿vale? –dice un encapuchado que le apunta mientras otro me arrebata a María–, la chica se viene con nosotros y tú te callas la boquita.

No sé qué ha pasado. Cuando me quiero dar cuenta he ido hacia el encapuchado y he visto un fogonazo. Creo que me ha disparado… Sí. Ahora me dan ganas de desvanecerme, pero creo que no es una herida muy profunda. Lo noto al palpar la herida. Sale sangre, pero noto la bala cerca del exterior. Voy a exagerar más mi desvanecimiento, así fingiré que estoy muerto y les sorprenderé cuando se den la vuelta para marcharse. No sé qué haré, pero ya pensaré algo.
    – Bueno, vámonos.
    – No. Asegúrate de que está muerto. La chica no para de gritar.
    – ¡No, por favor! ¡No le matéis!
    – Vale, pero no sueltes a la chica, ¿eh?
    – ¡Por favor! ¡No! ¡Hacedme lo que queráis pero no le matéis!
    – Pero no ves que es un testigo potencial, si está vivo declarará.

Suena un disparo.

¿Marcos?  ¿Estás muerto? ¿Estás muerto?
    – ¿Marcos? ¿Estás muerto? ¿Estás muerto? –grito como un eco suave.
Me arrodillo en el suelo llorando.
    – No, Marcos. Tú no estás muerto.
Tu sangre se está enfriando en mi piel como si te estuvieses muriendo, pero no te estás muriendo, ¿a que no, Marcos?
    – ¿A que no, Marcos? Aún siento el último beso que me has dado. Voy a besarte y me devuelves el beso, ¿vale? Y tápate la herida que estás sangrando mucho, no vaya a ser que te mueras de verdad. Bueno ya te pongo yo la mano para que te la tapes. Así –le digo antes de besarle–. ¿Por qué no mueves los labios, Marcos? ¿Marcos? –grito muy fuerte, como un prepotente violín desafinado.
    – No grites.
    – Marcos. Marcos.
Ya no notas que te acaricio. Ni que te beso. Ni que te amé.
    – Voy a coger un pedazo de ti, ¿vale? De esta parte de ti que sabía amarme –me dirijo a ellos–.¿Puedo llevarme esto?
    – ¿Has visto, tío? –dice con falsa ternura–. Se ha cogido un trozo del cerebro del chico. ¿Le querías mucho, no?
Estaba en shock. Apenas les escuché.
    – En el momento en que la bala llegó a tu cabeza, –te dije– en ese momento exactamente, dejaste de amarme. Pero me amaste, y eso es lo único que me importa. Me amaste y nunca dejaste de hacerlo. Y yo te amé. Al Marcos vivo. De verdad, te perdono. No pasa nada que estés muerto.
    – Eh, niña, nos vamos –dice cogiéndome del brazo con voz seductora–. Anda, llévate tu trozo de amor.

Mi trozo de amor. El único que me queda mientras este hijo de puta se corre.

Comentarios

Popular Posts

Amores singulares, en plural

Y mirarte a los ojos y morirme de hambre por querer abrazarte por bailar en tus lirios. Porque yo codicio  almas con la piel y no es lo mismo que codiciar solo las pieles. Porque quiero el calor que dan y no la sangre que tienen. Porque un alma sin viajar  a ninguna piel pertenece. Yo pertenezco a quien me quiere. Y viajo de mí para tí. Quiero anidarme en tí  como el rocío a la tierra como el calor a la piedra como un romance en abril Quiero enternecerme en soñar tu cobijo. Quiero enternecerme en ti y eso elijo. Quiero que seas ese lugar donde perderme y bailar sin pasadizos. No sé quién serás, y no importa. Si me amares, es lo mismo. Pero luego te miraré reflejando tu amor porque, aunque para ser amado todo cariño es prolijo, tu color para amarme cambiará los ojos con que te elijo. Ven a besarme y a abrazarme y viajaré rápido al suicidio. Porque matarme por elegir amor no es más que vivirme en otro sitio. Ámame, que eso quiero. Que cuando falta, de amor, alivio todo los ...

Oración al cansancio

Para poner en pausa el reloj de la máquina  y despertar con dulzura al espíritu. Para sentir el placer que da el tiempo sin cronómetro  el tiempo sin destino; el vivir en sí mismo. Para apreciar los minutos y sus segundos el continuo sin discretos y el corazón que nunca paró de latir. Para honrar al cansancio (¡oh cansancio!) que nos permite contemplar en vez de hacer; que nos permite sentir en vez de evitarnos; que nos permite jugar en vez de optimizar. Para que el tiempo sin sentido, dé sentido. Para no caer en la tentación  de darle uno. Para parar para sentir para apreciar para contemplar para jugar. Ahora oro para que el tiempo sólo sea tiempo. Kha feijôl. Imagen de Ola Dapo  en Pexels  de ©Shathu Entayla

Tener libido es de aliens

Leo una novela erótica. Me enternece la complicidad. Se ponen a follar. Me pongo nervioso. No cachondo, no. Nervioso como el gerbo que huye. Leo el polvo como leo un epitafio y me fuerzo a acabar el capítulo. (Aunque los nervios no querían). Una, tiene un orgasmo: vital y místico. Otro, no se corre pero: vital y místico. Se despiden. Se besan . Me enternece la complicidad. Acaba el capítulo. Cierro el libro. ... Me entran ganas de llorar. Acabo de leer sobre aliens. Los aliens no son de mi especie. Funcionan distinto. ... Me entran ganas de llorar. porque yo antes era un alien. Siento que nunca he follado. La parte de mi que folla se ha roto. Siento que nunca he querido hacerlo cuando siempre tuve luciérnagas en los ojos con los que miro todo. Algo de mi alma se ha roto. Y estaba en mi cuerpo. Y, dentro de mi cuerpo, en mis ojos. Algo de mi alma se ha roto. Algo vital y místico, como en ese polvo, que ahora es polvo de mis ojos. de ©Shathu Entayla