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¡Por la boca muera el mar!

Llórame, mar, tus consuelos, que yo te escucharé con mis gritos y caminaré a tus tormentas a que me traguen. Y tendrás tanto miedo, mar, que vomitarás la brisa hacia tu boca de playa, y la arena ganará a tu terreno húmero. Llórame, mar, tus consuelos, que yo te escucharé con mis chapoteos rabiosos e infantiles sobre tus olas. Y tendrás tanta ansiedad que las ondas que se extenderán sobre tu suelo jamás podrás quitártelas, y recorrerán tu Natural conciencia por la eternidad.

¡Que incluso cando muera, yo, ahogado en tus olas, el hedor de mis felicidades muertas contaminarán tus peces, y morirán con mis alegrías! ¡Que incluso cuando muera, yo, ahogado en mis gritos de demora, esperando que dejes de temerme y lleves a tus olas, mi ropa desgajada y rota, pelada junto con mi piel por el cuchillo de la vida, cubrirá tus aguas como si de pétalos rotos se tratasen!

Y todas esas cáscaras de mí ondearán de nuevo tu ansiedad como lo hicieran aquellos chapoteos rabiosos. Y entenderás, de una vez por todas, cómo muero como liternas voladoras de muertos, que algún día serán llevadas por la brisa que vomitaste en la playa. Y sentirás cómo estuve en tu piel y cómo saldré volando por tu vómito, mar. Con aroma a sangre sobre tus olas. Con mi aroma sobre tus olas. El macabro recuerdo que tendrás de mi, sobre ti.

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