Ir al contenido principal

Contaminación anímica

Hoy me apetece respirar el aire sucio de Madrid. Otra vez. Ese aire que hacía una eternidad que no respiraba. No porque no hubiese aire -ese aire sucio-, sino por haber perdido la cualidad de repirar.

Otra vez puedo respirar el aire sucio de Madrid. Sentir cómo me contamina de nuevo. Sentir ese siniestro polvo negro que imagino en mi cabeza cuando llega a mis pulmones. Sentir que estoy contaminado de aire sucio. Pero no de vacío. No de confusión. No de mental presidio. No de cutiverio del alma. Sentir que cuanto más me contamino de ese airemás termina el calvario. Ese que llevaba durando eternidad y media, que podría haber llegado a dos, o a una eternidad eterna.

Si no hubiese ocurrido esa noche... Esa noche como sable de carmín. Esa noche como llave que me permitió abrir puertas. Una a una sin darme cuenta. Esa pequeña gran epifanía...

Ahora no sé qué voy a vivir. Ni si quiera estoy seguro de qué estoy viviendo. Lo único que sé es que ahora el viendo da en mi cara. Lo único que sé y lo único que me hace falta. Así que creo que ya va siendo hora de parar la grabadora y dejar que, por una vez, otra vez, el viendo azote mi cara y el aire contamine mis pulmones.

Comentarios

Popular Posts

Cacatúa (poema-calambur)

¡Caca tuya, cacatúa…! Cacareas cacas, rea… ¡Cacatúa! ¡Cacarea! Carámbanos vanos, cacatúa, es lo que sale de tu cacareo. Rea de cacas tuyas eres, cacatúa. Rea de tus deseos. Sueñas cacatúa, cacas tuyas. ¡Cacarea! ¡Rea! ¡Cacarea tus deseos! ¡Carámbanos de sueños ¡Vanos anhelos! Cacas tuyas, cacatúa son tus cacareos ¡Cacatúa! ¡Caca túa! ¡Túa! ¡Caca rea son tus sueños! Imagen libre de Wikipedia Sátira poética a la vanidad de

La bandera

Cada vez que te abrazo, muchas cosas me pasan. Siempre mis manos a tus largos bosques se lanzan y cuando te acarician se enganchan en sus ramas. Bajo esas largas ramas siempre encuentran tu espalda. Planean en los surcos de tu piel, como emplumadas como sin peso, y aterrizan en tu piel de nácar. Y pecho y pecho. Mejilla y mejilla. Juntadas, tras del aterrizaje, como visagras. Como si en pulso y rubor se juntara el alma. y que los pulsos y rubores se contagiaran. El contagio, en un desliz voluntario, atrapa de improviso los pares de labios que, aunque escapan de la atadura del pulso y rubor, no se marchan. Y en un vaivén, los labios atados, se desatan y el aire vuela, vuela y vuela entre las visagras. Pero aunque vuela, cambia y baila, luego se apaga y solamente el silencio suena, labios en calma. Y al abrir los ojos, y reenfocar la mirada veo tu cara, el rostro precioso al que besaba. Ese rostro. Un rostro que es una bandera izada sobre el mástil de un cuerpo de una belleza franca. Un

Compañero de Cama

No estoy seguro de quién me mira. No estoy seguro de quién me cura. Miro al aire y nadie mira. Miro al cielo y no me ayuda. El cielo es mi espanto en la penumbra pero mi salvador cuando es de día aunque es vano el sol que me deslumbra. Cuando cae la noche y el miedo alumbra me hago una pregunta que nunca diría: Si estoy tan solo y mi miedo me oculta, ¿Quién cuida y duerme con la luna? A lo mejor ella también se lo pregunta...