A veces, amigo, me veo a mi mismo como la gota de una cascada. Llena de
miles de otras gotas con distintos tamaños, distinto polvo y distinto brillo.
Y me noto cayendo intensamente – cómo la gravedad se cierne sobre mí.
Y me concentro en caerme cuando, simplemente, debería dejarme caer.
Y noto que soy el único que pierdo el brillo, y que muchas otras gotas
me pasan por encima, y siento incluso que sólo yo pierdo agua.
Pero, ¡qué equivocado estoy!, ¿verdad? Pues todas la gotas pierden agua
en la caída, todas pierden brillo al ser pasadas por otras. Porque todas caen. Porque
todas encuentran una nueva cascada desde la que desvanecerse.
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