Ir al contenido principal

Monólogo de amor con fuerza de silencio

Es como que hubiese algo que no quiero reconocer. Como que tuviese que reconocer que no te amo, o que no quiero pasar el resto de mi vida contigo y tuviera que gritarlo a los cuatro vientos en el Templo del Gato. Donde siempre nos hemos gritado lo contrario: que nos amamos.
Y lo único que me apetece gritar en ese Templo es lo que hemos gritado siempre. Y no quiero gritarlo solo. Y no quiero dejar de gritarlo nunca.
Quiero gritarlo incluso cuando mi voz no pueda. Si mi voz no puede perturbar el viento con confesiones de amor que lo hagan nuestros corazones latiendo el agua.
No quiero que te vayas nunca de mi vida. Soy un puto miedica y tengo miedo a perderte. Si veo una hoja posándose en tu cabeza, creo que podría matarte. Si veo tu espalda vuelta, aunque nunca me des la espalda, siento que podrías andar lejos de mi, sin mirar atrás, sin mirarme, nunca más, y nunca volvería a ver tu cara.
Siento que si los dos nadamos por rutas distintas nos perdamos entre las olas, aunque el día que nos enanoramos naufragásemos del mismo barco, desde la misma atalaya, al final del mismo segundo.
Siento -y esto es lo que más miedo me da- que el fuego nos queme hasta no reconocernos. Hasta que nuestro amor no pueda ser.
Siento que puedo perderte a cada instante. O peor, que puedes irte de mi cabeza porque algún día no te ame -idea que me destroza.
Siento miedo.
Siento mucho miedo.
Pero siento, y eso es la prueba irrefutable de que te amo, y este monólogo es el sello perfecto que demuestra que no quiero dejar de hacerlo.
Siento que me estoy diciendo esto a mi mismo. Y es cierto. Se lo digo a dos partes de mi estrechamente unidas: a mi y mi pensamiento enfermizo, y a ti, esa parte de mi tan sensible y que me da tanto miedo perder. Esa que, si no estuviera, mi mundo se sumiría en el caos. Esa parte que es reflejo de la otra y me sonríe desde el brillo de mis lágrimas y me dice: "No llores, somos felices juntos", y a la que siempre respondo: "Siempre".


Comentarios

Popular Posts

Para la gente a la que beses

Hay gente  que necesitas besar  muchas veces  porque el fin de un beso es  siempre  el principio de otro  que aún no ha venido. Hay gente que necesitas besar  muchas veces porque cada beso es siempre como estar en casa y ser querido. Hay gente que la besas y no vuelve (pocas veces). Pero dentro de ti es siempre un recuerdo vívido de haber vivido. Hay gente que la besas y no vuelve muchas veces y duele ver, porque es siempre ver al otro yendo a otros caminos. Hay gente  que la besas, te arrepientes y así siempre, muchas, o una sola vez. Siempre, y aunque no después, besar se quiso. Hay gente que la besas y no vuelve para siempre porque el mismo tiempo es siempre quien os ha llevado  hacia el olvido. Hay gente  que la besas y sí vuelve muchas veces, y despierta algo que es siempre algo que aun dormido era cariño. Hay gente que no besas y sí vuelve muchas veces, y se queda porque es siempre amor, aun siendo otro que el del inicio. Hay gente que la besas y sí vuelve. Pero, a veces. Y lo in

Cacatúa (poema-calambur)

¡Caca tuya, cacatúa…! Cacareas cacas, rea… ¡Cacatúa! ¡Cacarea! Carámbanos vanos, cacatúa, es lo que sale de tu cacareo. Rea de cacas tuyas eres, cacatúa. Rea de tus deseos. Sueñas cacatúa, cacas tuyas. ¡Cacarea! ¡Rea! ¡Cacarea tus deseos! ¡Carámbanos de sueños ¡Vanos anhelos! Cacas tuyas, cacatúa son tus cacareos ¡Cacatúa! ¡Caca túa! ¡Túa! ¡Caca rea son tus sueños! Imagen libre de Wikipedia Sátira poética a la vanidad de

Un abrazo

Alquitranes húmedos besan mis sketchers ya pasadas dadas de sí por miles de pasos. Unos andados, otros bailados. Otros que buscan algo. A veces, en estas noches como un pecíolo de hoja que, en otoño se resquebraja en silencio mucho antes de caer, mi ánimo, también se resquebraja. De mis ojos salen lágrimas  que son de aire porque la humedad la tienen el alquitrán y mis pasos y mi sudor y mis pasos. Y por la soledad de dentro de mis ojos no sale nadie. Muchísimas noches abrazaría el aire me devolvería el abrazo más amable el más tierno, el más gentil, y el más suave Pero es que de todo eso es demasiado el aire y se desharía entre mis manos de carne. Necesito un abrazo que sea tierno y terso y firme y sinuoso. Justo como el dibujo del resquebrajo de ese pecíolo qué está en mi ánimo. Un abrazo  que dibujara el resquebrajo pero en sentido contrario: que acabara de romper o reparase esa hoja. Un abrazo. Que me impidiera llorar o precipitara el llanto. O quizá a encontrarme o romperme con ot