Llegué llorando,
como siempre. Sabía que había pasado algo entre los dos. Yo había hecho algo
malo. Tú lo sabías, yo también.
Llegué diciendo
que no era más que un necio y alguien que no cumple sus promesas. Alguien que
no es capaz de tener una relación estable. Alguien infiel. Y quizá tenga parte
de razón. Quizá yo era el malo por ser tan liberal, no tú por tener un ápice
escaso de celos entendibles.
Yo venía diciendo
que te amaba. Lo hacía, como siempre lo había hecho, hasta el último instante
en que pudiese amarte. Ya nos habíamos dicho que queríamos pasar el resto de
nuestras vidas juntos. Habíamos hablado del nombre de nuestros futuros hijos,
cómo nos queríamos ver en el futuro, cómo y porqué nos queríamos el uno al otro…
Todo.
Sin embargo, yo
dudaba de mí. Temo hacerte daño porque no confío en mí, y no puedo concebir
cómo confías tú en mí si ni yo mismo puedo hacerlo. Puedo creer que creas en
mí, pero no creer que quizá tengas razón.
Pero todo esto da
igual, pues tú siempre dices que “Todo el
mundo tiene derecho a estar mal” y que, aunque mi cabeza intente a veces
convencerme de que no te amo, cuando en el fondo de mi alma, es al revés, está
conmigo. En vez de dolerte como debería, al decirte que no te amo, me
contestas: “Eres una persona increíble. Aunque
a veces no lo veas yo sí y te lo voy a recordar igual que voy a luchar contra
tu cabeza cuando quiera hacerte daño, igual que voy a quitarte el miedo. Sé que
no me vas a abandonar y confío en ti por encima de todo.”
Pero no me vale…
Aún necesito saber que no dependes de mí. Que cuando decimos “Nosotros nunca hemos tenido esa primera época
en la que ambos miembros de la pareja se ven perfectos el uno al otro” es
verdad. Que, aunque preferimos vivir juntos,
lo hacemos por decisión propia. Por voluntad, no necesidad. Por amar, no por
querer.
Entonces, por
primera vez en mi vida me niegas que vayamos a pasar la vida juntos. Anonadado,
me percato de que realmente, esa cordura está totalmente asentada dentro de ti.
No es una respuesta emocional, sino madura. Entonces me dices “No sé si pasaré la vida contigo, porque
nadie puede averiguar el futuro, pero lucharé porque así sea”.
Entonces, cuando
soy libre de verdad, cuando veo que no tengo por qué estar junto a ti, cuando
al decirte “Sé que me amarías aunque no
estuviese a tu lado” y tú me contestas “Siempre.
Por encima de todo” y te devuelvo esa respuesta.
Entonces sé, que
tú, pase lo que pase. Estemos juntos o no para siempre, aun con la lágrima en
mis ojos dedicándote esto. Aun con todo, aunque el destino nos traicione algún
día.
Eres el amor de
mi vida.
(y pienso seguir viviéndote).
Comentarios
Publicar un comentario