Hoy me tocaba ser
un planeta.
Errante
entre patrones cambiantes de
baldosas
farolas
personas
tiendas
personas
tiendas
personas
farolas.
Las farolas pasan desapercibidas.
Es normal, pues ellas
nunca erran,
sólo irradian.
No tienen hambre
ni angustia
pero gracias a ellas vemos
por las noches.
Y el resto,
personas
tiendas
personas
tiendas
planetas
erramos sin rumbo aparente
entre
baldosas
baldosines
niños
coches de policía
telediarios
prostitutas, artes y oficios,
y políticos
y personas que miran.
Genios que morirán
y serán abono de la tierra
de Einstein
o de Kafka.
Ya han muerto miles
miles
y miles
de personas
capaces de hacer una teoría del todo
o de devolver la sensibilidad perdida
a la humanidad.
Una chica de 16 años
irá a Marte
y no volverá jamás.
Ella lo ha decidido así:
eutanasia mundialmente
honrada y consentida
con sentido.
¿Y los demás?
Aquellos que no somos soles
(aún)
farolas
(aún)
y que irradiamos,
¿por qué irradiamos sobre la vida
dando vueltas
loopings
saltos
fintas
clúmidos
rácricos
oltárimos
y sinióstoros
sin decidir como morir viviendo?
El caso es
que cuando le preguntas a una
de esas mil farolas
que te alumbran
las noches
no sabe
decirte
nada
más
que
si
len
cio.
Ellas tambien erran.
Erran mucho.
¡Tanto da pasear por Callao
que por el miedo!
El tiempo es al espacio
lo que el miedo a la vida:
inherente pero invisible.
Y si me preguntan por qué
erro yo
yo ahora diré la verdad:
sólo estoy triste
me aburre la vida
y busco una farola.
Mientras tanto seguiré siendo
el planeta X
de mi ciudad.
(Uno más.) (Aún.)
Que al igual que el planeta X
puede
navegar a la deriva,
causar espectación si se le halla
ser casi un completo desconocido
y quiere destruir la Tierra.
Melancholia, de Lars von Trier.
¿Dónde irán los sueños nuestros
si nosotros ya no somos?
¿Quién los hará brillar?
¿Acaso no pudieron antes?
Quiero
destruir la Tierra,
saltar al espacio,
recorer novecientos cuarenta millones
seiscientos sesenta y nueve mil
trescientos sesenta kilómetros
de nada
hasta el Sol;
toparme con un fotón
tan lejano
que le haya visto venir;
llorar
y que se quemen mis lágrimas
en el Sol
y volver cargado con fuego;
ser terrorista
(por un segundo)
del terror
de este planeta
errante.
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