Ir al contenido principal

Un beso bajo la valla

Una valla invisible se extiende a lo largo de una de las diag onales del escenario. El foro es un espejo gigantesco. En él podemos ver la espalda de Ana y el cuerpo de Zak, reflejados, mientras que fuera del espejo vemos lo contrario y complementario a esta imagen. Ambos se agarran a la valla. Están intentando escal arla, pero no pueden agarrarse a ella. 

Zak. – ¡La valla se me escurre entre los dedos, y mis pies se resbalan, Ana! ¡Ayúdame!

Pausa. Sólo se oyen quejidos impotentes de los escaladores. 

Ana. – ¡La valla se me escurre entre los dedos, y mis pies se resbalan, Zak! ¡Súbeme!
Zak. – ¡No puedo! ¡No puedo!
Ana. – ¡Súbeme!
Zak. – Que no puedo, Ana.
Eco. – Ana, Ana, Ana, Ana, ...

Pausa. Ana mira al suelo. Coge una flor tan real como la valla que son incapaces de escalar. Se va corriendo del escenario. El suelo retumba. Viene un vendaval. 

Zak. – ¿Ana?

El viento es cada vez más fuerte. 


Zak. – ¡Ana!

El viento le hace cruzar la valla hacia donde estaba Ana. Se queda tendido en el suelo.
Pausa. Ana llega llorando hasta el sitio donde estaba Zak. Se sienta enfrente de él, dando la espalda al público, sin percatarse aún de que Zak está ahí.

Ana. – Te dije que no me gritaras ... No me gusta cuando retumba tu voz, Zak. No me gusta ... (Grita.) 
¡No me gusta cuando tu voz retumba en el viento! ¡No me gusta, Zak!
Eco. – Zak, Zak, Zak, Zak, ...

Zak se despierta, como a quien le falta el aire. 

Zak. – ¡Ana!

Ana intenta escalar precipitadamente la valla. Ambos se agarran a ella, pero no pueden. 

Ana. – ¡La valla se me escurre entre los dedos, y mis pies se resbalan, Zak! ¡Ayúdame!

Pausa. Sólo se oyen quejidos impotentes de los escaladores.

Zak. – ¡La valla se me escurre entre los dedos, y mis pies se resbalan, Ana! ¡Súbeme!
Ana. – ¡No puedo! ¡No puedo!
Zak. – ¡Súbeme!
Ana. – Que no puedo, Zak
Eco. – Zak, Zak, Zak, Zak, ...

Pausa. Zak mira al suelo. Hace un montón de arena tan real como como la valla que son incapaces de escalar. Se va afligido del escenario. El suelo retumba. Viene un vendaval. 

Ana. – ¿Zak?

El viento es cada vez más fuerte. 

Ana. – ¡Zak!

El viento le hace cruzar la valla hacia donde estaba Zak. Se queda tendida en el suelo. Pausa. Zak llega afligido hasta el sitio donde estaba Ana, en el que estuvo él una vez. Se sienta enfrente de ella, dando la espalda al público. Mira a Ana. 

Zak. – Ana ... (No contesta, pero él sigue hablando.) Ana, esto no puede seguir así . ¿Tan difícil es darse un beso bajo la valla?
Ana. – (Se levanta y se sienta frente a él súbitamente.) El plan era que si subíamos la valla hasta arriba del todo saldríamos por abajo y podríamos besarnos. Igual que nos pasa cuando vamos al norte, que atravesamos la valla; y al oeste, que aparecemos por el este.
Zak. – Pero el viento sólo nos lleva en esa dirección, no nos eleva.
Ana. – (Triste.) Ya ... Pausa.
Zak. – ¡Ey, tengo una idea!
Ana. – ¿De verdad?
Zak. – No, realmente es de mentira, pero seguro que nos vale igual.
Ana. – Sí, cualquier idea en este momento es buena ...
Zak. – (Confidente.) ¿Y si nos agachamos mucho, mucho, mucho y nos besamos? Seguro que si nos agachamos mucho, no hay valla.
Ana. – ¡Es verdad! Hemos probado a escalar, pero no a descender ... ¡Vale!

Lo hacen ilusionados. Se besan. Parece que no sienten nada.

Zak. – ¡Mierda! ¿Aquí también hay valla?... Esto es imposible. Yo me voy .
Ana. – ¡Zak! ¿Adónde vas?
 Zak. – Me voy, estoy harto de esto. (Se va por un lado.)
Ana. – ¡Será posible! ¿Y con quién me beso yo ahora? (Mientras habla, Zak aparece por su lado de la valla.) ¿Va a significar esto que no voy a poder salir nunca de este sitio? ¿Voy a estar condenada a no pasar al otro lado de la valla?... ¡Zak!

Pausa. Zak llega.

Zak. – Hola.
Ana. – Hola, ¿quién eres?
Zak. – ¿Qué más te da?
Ana. – Joder, qué borde eres, ¿no? 
Zak . – ¿Y tú?, que me preguntas que quién soy antes que preguntarme de dónde vengo...
Ana. – ¿Qué tal?
Zak. – ¿Qué?
Ana. – ¿Que qué tal estás?
Zak. – ¡Y a ti qué te importa!
Ana. – ¡Sólo intentaba ser amable!
Zak. – ¡Y yo, no gritarte!
Eco. – Importa ... Amable ... Importa ... Amable ...

Pausa. El suelo retumba. Viene un vendaval. El viento les hace cruzar la valla haciéndoles rodar por el suelo. Se quedan sobre la diagonal del escenario, tumbados a lo largo de esta, cabeza con cabeza. Se levantan súbitamente, dánd ose la espalda. Ambos reciben un beso y se asustan. 

Ambos . – ¡Ah!
Zak. – (A la vez.) ¿ Ana?
Ana. – (A la vez.) ¿Zak?

Ambos se escuchan mutuamente desde detrás. Se dan la vuelta y se ven . 

Ana. – (A la vez.) ¡Zak!
Zak. – (A la vez.) ¡Ana!

Se abrazan y se besan de nuevo. Esta vez, aunque de forma igua l de real, tangiblemente. El beso es corto. Más largo el abrazo siguien te. No se sueltan. 

Zak. – Los besos saben mejor sin una valla de por medio, ¿no crees?
Ana. – Sí ... Especialmente debajo de ella.

Se separan. Ambos se colocan al lado de la valla desde el cual se les ve de frente. Se colocan rectos frente a algo. 

Zak. – ¡Mira! ¡Una flor de algodón! Como las que cogías ...
Ana. – ¡Y arena!

Rompen la formación. Recorren el escenario entero tirándose arena y flores de algodón. Zak recibe una flor en la boca. Ana recibe arena en las mano s y las frota entre sí con arena entre los dedos. Ríen como niños. Ambos andan despacio hast a colocarse rectos frente a algo. Siguen riendo. Ambos agarran algo encima de el los y se quedan suspendidos en el aire. Empiezan a escalar. Se quedan escalando y suben hasta que llegan a lo más alto: ambos de pie frente a la valla. 

Zak. – Ana, creo que la valla termina aquí. Me estoy empezando a resbalar y no puedo agarrarla.
Ana. – ¡Con razón no podíamos subir más!

Ambos se descuelgan de la valla y se van por el foro mientras cae el 

TELÓN
https://pixabay.com/static/uploads/photo/2015/04/28/19/16/cotton-744198_960_720.jpg
Fotografía de dife88 en Pixabay

Comentarios

Popular Posts

Un soneto de tres

Por hoy somos tres. Madre, padre e hijo. Aunque no siempre fuimos tres, pues fuimos cuatro. Luego el desahucio vivimos. Tres vivimos el vivir sin cobijo. Aquí somos tres. Madre, padre e hijo con vidas distintas que distinguimos viviéndolas. Juntos y no. Es un timo de envejecer y el tiempo, que no elijo. Y un día tres serán dos, y dos, uno. De pronto "juntos" pasará a ser "no". Y poco hay entre "juntos" y "ninguno". De un algo que estuvo y se marchó el uno que quede será el "alguno". Uno entre paredes de lo que amó. Imagen generada con Flash 2.0 (Google)  de ©Shathu Entayla

El espacio en que fui tuyo

Así me miras como si sólo fuera tuyo. como si mi carne y cómo respiro vivieran sólo en tus dominios, como si yo pudiera salir pero fuera quedarme lo que elijo. Me miras como vestida con un traje de prodigio  que dejan vida y libertad a un lado En el que elegí que ya no elijo. Me miras como si solo fuera tuyo. Me miras como si así siempre hubiese sido. Empiezas con uñas como espadas, y me pegas y, sin querer, grito y ese grito y que lo pares pido porque no quiero gritar más pues no gritar más es quitarme ya una libertad que ahora no preciso aunque es precisamente por libertad  (aunque sin parecer verdad) por lo que grito. Me miras como si me crearas  y yo te creo y te doy las gracias. Me cuidas cuando me atrapas. Me haces temerte cuando me amas. Y esas aguas contrarias, que me hacen a mi llorar otras aguas, flaquean el báculo de tus manos y viendo que me rompes, amenazas con parar el viaje hacia el espacio más cercano al ser sin ser hacia el que estábamos andando: a un tra...

Amores singulares, en plural

Y mirarte a los ojos y morirme de hambre por querer abrazarte por bailar en tus lirios. Porque yo codicio  almas con la piel y no es lo mismo que codiciar solo las pieles. Porque quiero el calor que dan y no la sangre que tienen. Porque un alma sin viajar  a ninguna piel pertenece. Yo pertenezco a quien me quiere. Y viajo de mí para tí. Quiero anidarme en tí  como el rocío a la tierra como el calor a la piedra como un romance en abril Quiero enternecerme en soñar tu cobijo. Quiero enternecerme en ti y eso elijo. Quiero que seas ese lugar donde perderme y bailar sin pasadizos. No sé quién serás, y no importa. Si me amares, es lo mismo. Pero luego te miraré reflejando tu amor porque, aunque para ser amado todo cariño es prolijo, tu color para amarme cambiará los ojos con que te elijo. Ven a besarme y a abrazarme y viajaré rápido al suicidio. Porque matarme por elegir amor no es más que vivirme en otro sitio. Ámame, que eso quiero. Que cuando falta, de amor, alivio todo los ...